La intervención en Siria, ¿un ataque criminal?


Parece existir consenso entre los jefes religiosos católicos, y entre otros líderes cristianos, acerca de la improcedencia de un ataque punitivo de los EEUU y sus aliados – Francia, Gran Bretaña, Turquía y la Liga Árabe – contra Siria.


En el encuentro con los reyes de Jordania, que ha tenido lugar hoy, el Papa y Abdullah II han coincidido en que “la vía del diálogo y de la negociación entre todos los componentes de la sociedad siria, con el apoyo de la comunidad internacional, es la única opción para poner fin al conflicto y a las violencias que cada día causan la pérdida de tantas vidas humanas, sobre todo entre la población indefensa”.


En la misma línea, ha sido más explícito el patriarca greco-católico melquita Gregorio III, quien no ha dudado en calificar de “acto criminal” el ataque planificado por EEUU. Y da las razones por las que mantiene esta opinión:


1. Un ataque de este tipo causará nuevas víctimas, que se añadirían a las miles de víctimas que ya existen.

2. Un ataque de este tipo haría caer la confianza del mundo árabe hacia el mundo occidental.


Es necesario, en un momento así de delicado, ser pragmático. Y ser pragmático significa responder a una simple pregunta: ¿Un ataque mejoraría las cosas o las empeoraría todavía más? La pregunta no es en absoluto baladí, ya que sería absurdo tratar de disminuir un mal causando un mal mucho mayor.


Pero es que, además, la situación trágica de Siria no ha empezado ayer. No, lleva así meses. “Cada día – denuncia Gregorio III – en Siria entran extremistas islámicos provenientes de todo el mundo con el único fin de matar y ningún país ha hecho nada para detenerlos”.


Bueno es frenar el uso de armas químicas, sea quien sea el responsable del recurso a este tipo de armamento, pero es de sentido común pensar que la muerte de inocentes es también horrible cuando es causada por armas convencionales.


¿A quién favorecería una intervención de EEUU y sus aliados? No parece que a la población civil, sino a los extremistas islámicos, que con la mezcla de religión y violencia harían la vida de los sirios – y no solo de los cristianos sirios – aun más difícil.



Los cristianos están huyendo de Siria, como antes de Iraq. Y esa huida repercute negativamente en la sociedad árabe y en la misma Europa. La presencia cristiana en los países árabes, argumenta Gregorio III, “es la condición esencial para tener un Islam moderado, que existe gracias a los cristianos”. Los mismos musulmanes comparten esta opinión; al menos aquellos que temen una locura islamista.


No dejan de ser proféticas y lúcidas las palabras de Benedicto XVI pronunciadas en la Universidad de Ratisbona (13.IX.2006) acerca de la relación entre religión y razón. El Cristianismo ha transitado ese camino de diálogo entre fe y razón y puede ayudar a que las religiones del mundo – también el Islam – comprendan que “no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”. Asimismo, el Cristianismo puede ayudar a la razón secularizada de Occidente a no encerrarse en sí misma haciendo imposible el diálogo con las tradiciones religiosas del mundo.


Guillermo Juan Morado.



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