Orando con la beata Miriam Baouardy




El 25 de agosto se celebra la memoria de la beata Miriam Baouardy, que en el Carmelo se llamó María de Jesús Crucificado (1846-1878). Arriba se puede ver una foto de su sepulcro en Belén. Aunque ella no tuvo posibilidades de estudiar en su infancia y casi no sabía leer ni escribir, componía preciosas poesías llenas de imágenes orientales. Les propongo algunos textos suyos:




Salmo de confianza



Señor, soy el pollito que atrapa el milano;

le picotea en la cabeza para aplastársela;

pero el pobre pequeñuelo huye

y se cobija bajo el ala de su madre para estar seguro.

Corrí hacia mi Padre y mi Rey, que vino hacia mí.

Me sentí como si fuera un pollito bajo el ala de su madre.



Salmo de contemplación



¿Con qué puedo compararme, Señor?
con los pajaritos sin plumas en el nido;

si el padre y la madre no les dan su alimento,

mueren de hambre.

Así mi alma, Señor, sin Ti

no tiene apoyo, no puede vivir.



¿Con qué me compararé, Señor?

Con un pequeño grano de trigo, sepultado en tierra.

si el rocío no lo alimenta

y el sol no lo calienta

el grano se marchita y muere.

Pero si Tú lo regalas

con la dulzura del rocío y el calor de tu Sol,

de la pequeña semilla

plena de linfa y de vigor

brotarán raíces

y germinará un tallo fuerte

y abundante de frutos.



¿Con qué me compararé, Señor?

Con una rosa cortada

que al instante se marchita

y pierde su aroma,

pero unida a su tallo

permanece fresca y brillante,

intacta en su aroma.



¡Guárdame en Ti, Señor,

y comunícame tu Vida!



¿Con qué Te compararé, Señor?

Con la paloma que proporciona alimento a sus pequeños,

con una tierna madre

que alimenta a su criatura.



Salmo penitencial



Señor, mi tierra es árida y está quemada,

báñame con tu escarcha.

Mi carne va en corrupción

y mis pies no pueden sostenerme

ni mis manos moverse.

Mis nervios paralizados,

mis huesos secos

y la médula de mis huesos

es como humo contaminado;

pero yo confío en tu misericordia.



Súplica



Espíritu Santo, inspiradme;

Amor de Dios, consumidme;

al verdadero camino, conducidme.



María, Madre mía, miradme,

con Jesús, bendecidme;

de todo mal, de toda ilusión,

de todo peligro, preservadme.



Cántico de las alas



Me agarro a las alas de mi Salvador.

Veo toda la tierra;

me llama bienaventurada.

¡Oh qué dul­ce es perteneceros!

¡Oh mi Salvador!

Tu nombre es grande, lle­na los cielos.

Todo le alaba y se llena de gozo en su presencia.



Mis alas volanderas

es mi Salvador quien me las ha dado

Su mirada se ha compadecido de mi alma.

Él me dio las alas con que volar.

Yo estaba hundida en el abismo

y de allí me ha sacado el Señor.

Desde aquel día mi morada

es su seno para siempre.

¡Dichoso el día que jamás termina!



El Señor me ha recibido en su patria.

¿Qué decís vosotros, habitantes de la tierra?

Él me dio alas para volar,

Él me da mil flores

para sembrar en la ruta que veo;

me ha puesto entre las manos una canasta de flores.

Todos los amigos pueden recibirlas.

A lo largo del camino he sembrado.

Los amigos y enemigos se apresuran para llevarse algunas.



Él me dio alas para volar

y la canasta de flores sobre las rodillas.

El cielo y la tierra,

todo sonreía con su inmaculada sonrisa...


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