noviembre 2018

16:33

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En esta página trato de exprear lo que pienso, lo que aspiro a lograr y también mis mejores recuerdos, los paisajes y personas que añoro y mis deseos de crecimiento y amistad. Está abierta a todos los que aspiran al crecimiento personal y a la mejora del mundo

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16:23

Una nueva ocasión de reflexionar y rezar juntos los sacerdotes con nuestro Obispo. Meditando sobre la necesidad de ser acompañados por alguien, un hermano, que nos ayude y anime a alcanzar la difícil meta de la santidad en el ministerio sacerdotal. Una magnífica mañana de paz y profundidad en la que también tuvimos tiempo para la información sobre el sínodo y la actividad de la conferencia episcopal.

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14:36

El plano sacramental establece un vínculo, una unión, entre lo visible y lo invisible. Pero vínculo no significa identidad. La amistad equivale a un lazo de unión entre los amigos, pero no por el hecho de mantener esa relación se confunde la identidad de uno con la del amigo. Hay, entre los amigos, mucho en común, pero cada cual sigue conservando su propia personalidad.

El plano sacramental, en el que encuentra su ubicación todo lo cristiano, renuncia a la identificación, sin mayores matices, entre lo visible y lo invisible. Por ejemplo, la Iglesia como sociedad visible no es, sin más, “la” Iglesia, pero es inseparable de ella, ya que estamos ante una realidad humano-divina, visible y a la vez invisible; es decir, sacramental (como enseña Lumen gentium 8).

Algo similar dice la fe sobre Jesucristo. En Él se da un vínculo, una unión, entre la naturaleza divina y su naturaleza humana. A esta unión el concilio de Calcedonia le llama “unión hipostática”, porque ambas naturalezas están unidas en la Persona (hipóstasis) del Verbo. El concilio de Calcedonia expresó que “se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación”.

La lógica calcedoniense - “sin confusión, sin separación” - , se aplica también desde el punto de vista formal al binomio “visible-invisible”.

La identificación precipitada entre lo visible y lo invisible – la confusión entre ambos - podría ser denominada “sacramentalismo”, pero no “sacramentalidad”. La sacramentalidad distingue entre un plano significante y otro significado, al modo en que el concilio de Calcedonia distingue la humanidad de Jesucristo (visible) de su divinidad (invisible).

No obstante, el vínculo que liga lo significante y lo significado impide la separación entre ellos, ya que esa unión no es un nexo meramente convencional, acordado por los hombres, sino que “donde se da un sacramento, el plano significante, aun distinguiéndose del plano significado, es inseparable de él” (K.-H. Menke).

Podemos retomar el ejemplo del bautismo. El baño con agua, o la triple infusión de la misma (el elemento significante, visible) no se identifican sin más con los efectos principales del bautismo: la purificación de los pecados y el nuevo nacimiento en el Espíritu Santo (el elemento significado, lo invisible).

No se pueden confundir estas dimensiones, pero tampoco se pueden separar, ya que una de ellas (la infusión del agua) es signo sensible del efecto invisible (la gracia de la purificación y del nuevo nacimiento).

La razón de esta inseparabilidad en la diferencia se encuentra, en primer lugar, en el carácter simbólico de lo real. K. Rahner sostiene que todo “ente es por sí mismo necesariamente simbólico, porque necesariamente se ‘expresa’ para hallar su propio ser”.

Podríamos decir, en un lenguaje menos técnico, que la realidad no es muda, sino que nos habla a través de lo que las cosas son. El agua, cuanto más pura sea, cuanto más sea ella misma, solo agua, más expresa el frescor y la limpieza.

En la medida en que una realidad es “ella misma”, tiene la potencialidad de referir a otra segunda realidad distinta, aunque vinculada a la primera. El agua limpia puede remitir así a un lavado purificador y, en última instancia, a una purificación más honda que Dios lleva a cabo sirviéndose de ese simbolismo que caracteriza el agua.

Si hablamos de seres humanos, sujetos personales, esta “ley de la proporcionalidad directa” – cuanto más una cosa es ella misma, más puede remitir a otra relacionada con ella - se hace todavía más elocuente que si nos referimos simplemente a los seres inanimados.

El cristiano individual - o la Iglesia en su conjunto - no es únicamente una instancia testimonial de la acción exclusiva de Cristo, sino que es a la vez sujeto de lo que recibe, de la gracia, ya que Dios, que dota a lo creado de una valencia simbólica, no trata a los destinatarios de su gracia como objetos, sino como sujetos capacitados por Él para ser sus colaboradores.

Singularmente María, la Madre de Cristo, no es únicamente testigo de la Encarnación, sino que coopera con Dios de modo activo, con fe y obediencia libres.

Ella estaba totalmente conducida por la gracia de Dios y “se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención” (Catecismo, 494).

Cuanto más somos de Dios, más somos nosotros mismos. Y a la inversa, conforme somos más fieles a nuestra última vocación, más nos abrimos a Dios.

Dios, a través de la creación y de la historia de la salvación, ha preparado de tal manera la revelación de sí mismo en Cristo que se puede hablar de “una cualidad sacramental de todo lo real” (K.-H. Menke). Asimismo, el actuar de Dios en el mundo y en la historia está siempre mediado de manera histórica – sacramental - .

La Palabra y los sacramentos no son contrarios a la creación y a lo humano, sino que, en la unidad del plan de Dios, que nos crea y nos salva, la Palabra y los sacramentos purifican y llevan a su cumplimiento la creación y lo humano.

Jesús es, en este enfoque, “el símbolo real sin más”, porque como hombre verdadero no es el ocultamiento, sino la manifestación del Logos divino. La Encarnación significa – y así lo pone de manifiesto el concilio de Calcedonia - que el  Dios trinitario no se revela, simplemente, a través de la humanidad, sino como la humanidad de Jesús.

Es esta humanidad de Jesús el sacramento primordial o protosacramento, mientras que la Iglesia es el sacramento fundamental, sobre el que se levanta todo el edificio de los sacramentos.

La gracia de Dios atestiguada por la Biblia es idéntica a este sacramento primordial, Jesucristo. Él era “el que ha de venir” (Lc 7,19), el objeto de “la esperanza de Israel” (Hch28,20). Él es, a la vez, la gracia del Creador y la gracia del Salvador; la gracia que es transmitida sacramentalmente; que se acerca a nosotros en la proximidad de su carne.

Guillermo Juan Morado.

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Aquí están los sermones de los últimos días:

Sermón 1658
No llevéis nada para el camino

Sermón 1659
El obispo es el que reparte las porciones

Sermón 1660
He venido a traer fuego al mundo

Sermón 1661
San Judas Tadeo, I parte

Sermón 1662
San Judas Tadeo, II parte

Sermón 1663
Distintos tipos de templo, distintos tipos de culto

Sermón 1664
Los 24 ancianos coronados del Apocalipsis, I parte

Sermón 1665
Los 24 ancianos coronados del Apocalipsis, II parte

Sermón 1666
El mar de cristal del Apocalipsis, I parte

Sermón 1667
El mar de cristal del Apocalipsis, II parte

Sermón 1668
La obediencia monástica

Jesús tenía los sentimientos de María

Sermón 1670
Las 99 ovejas abandonadas

Sermón 1671


Sermón 1672
La cátedra de la Basílica de san Juan de Letrán, II parte

Sermón 1673
La cátedra de la Basílica de san Juan de Letrán, III parte

Sermón 1674


Sermón 1675
La gracia, II parte

Sermón 1676
La gracia, III parte

Sermón 1677
La gracia, IV parte

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Para vivirla cada día, te proponemos meditar el Evangelio, con ayuda de algunas ideas surgidas del cariño de san Josemaría y del Papa Francisco a la Virgen.
El 8 de diciembre celebramos la belleza de la Virgen María y, como es una fiesta tan importante, la preparamos con 9 días de antelación. Esto es la novena a la Inmaculada. Para vivirla cada día, te proponemos meditar el Evangelio, con ayuda de algunas ideas surgidas del cariño de san Josemaría y del Papa Francisco a la Virgen.

¿Qué significa que María es “la Inmaculada“?

Dios escogió desde antes de la creación del mundo a María, una joven de Nazaret, para que fuera la Madre de Jesús, Hijo de Dios.
“Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús” (Evangelio de san Lucas. 1 26-31).
Para la misión que le confiaba, Dios la preparó de un modo especial: la hizo bellísima, única, sin mancha −eso significa inmaculada− porque nació sin el pecado original con el que nacemos todos los hombres, por la caída de nuestros primeros padres Adán y Eva.

Día 1

La Virgen pregunta para comprender a Dios

“María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios»” (San Lucas, 1, 34-35).
“Nuestra Madre escucha, y pregunta para comprender mejor lo que el Señor le pide; luego, la respuesta firme:fiat! −¡hágase en mí según tu palabra!−, el fruto de la mejor libertad: la de decidirse por Dios” (San Josemaría).
“María como buena madre nos educa a ser, como Ella, capaces de tomar decisiones definitivas, con aquella libertad plena con la que respondió “sí” al plan de Dios para su vida. ¡No tengamos miedo de los compromisos definitivos, de los compromisos que involucran y abarcan toda la vida! ¡esto es libertad! Tener el coraje de tomar decisiones con grandeza” (Papa Francisco).
Pide a la Virgen María que te ayude a tener, como Ella, un corazón grande y generoso, disponible para aquello que Dios quiera para tu vida, con la seguridad de que, aunque a veces requiera un poco de esfuerzo, siempre Dios quiere lo mejor para ti, que seas feliz.

Día 2

Y le responde: que se haga lo que Tú quieres

“Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue” (San Lucas 1, 38).
“No olvides, amigo mío, que somos niños. La Señora del dulce nombre, María, está recogida en oración. Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino... −Yo ahora no me atrevo a ser nada. Me escondo detrás de ti y, pasmado, contemplo la escena: Hágase en mí según tu palabra. Al encanto de estas palabras virginales el Verbo se hizo carne... Aún tengo tiempo de decir a mi Dios, antes que mortal alguno: Jesús, te amo” (San Josemaría).
“Es una jornada para dar gracias al Señor y para preguntarnos: ¿Yo soy un hombre o una mujer del ‘sí’ o soy un hombre o una mujer del ‘no’, o soy un hombre o una mujer que mira un poco hacia otra parte, para no responder? Que el Señor nos de la gracia de entrar en este camino de hombres y mujeres que han sabido decir ‘sí’” (Papa Francisco)
Para poder conocer qué es lo que Dios quiere para ti y responder como María, te ayudará permanecer en silencio delante de Dios, leer y meditar la Biblia. Por ejemplo, puedes elegir un pasaje del Evangelio, leerlo despacio, y hablar con Dios sobre cómo aquello que está allí narrado (gestos de Jesús, reacciones de los apóstoles, parábolas...) tiene algo que decirte sobre tu vida hoy.

Día 3

Y concibió a Jesús, Dios y Hombre

“José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que ha sido engendrado en ella es del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo; y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (San Mateo 1, 20-21).
“El principio del camino que lleva a la locura del amor de Dios es un confiado amor a María Santísima. Os invito a que hagáis la experiencia, a que lo descubráis por vosotros mismos, tratando amorosamente a María, abriéndole vuestro corazón, confiándole vuestras alegrías y vuestras penas, pidiéndole que os ayude a conocer y a seguir a Jesús” (San Josemaría).
“La Virgen María nos dice que hagamos como ella: no desperdiciar el don recibido, sino custodiarlo en el corazón, para que germine y dé fruto, con la acción del Espíritu Santo. De este modo, cada uno de vosotros, con vuestras limitaciones y fragilidades, podrá ser testigo de Cristo allá donde vive, en la familia, en los ambientes de estudio, de trabajo, de ocio” (Papa Francisco).
Tantas veces tu Madre María te habrá sugerido que atiendas a quien lo necesita, que sonrías cuando no tienes ganas, que pidas perdón cuando te enfadas con alguien... y mil cuidados más, de los que −quizás− no te has dado ni cuenta. Para agradecerle, puedes sorprender a la Virgen poniendo algunas flores cerca de una imagen suya que tengas en tu parroquia, el colegio, tu casa....

Día 4

María envolvió en pañales a Jesús cuando nació en Belén

“Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, para ser empadronado con María su mujer. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (San Lucas 2, 1-7).
“Ahora, delante de Jesús Niño, podemos continuar nuestro examen personal: ¿estamos decididos a procurar que nuestra vida sirva de modelo y de enseñanza a nuestros hermanos, a nuestros iguales, los hombres? ¿Estamos decididos a ser otros Cristos? No basta decirlo con la boca. ¿Estás viviendo la vida de Cristo, en tu vida ordinaria en medio del mundo? Hacer las obras de Dios no es un bonito juego de palabras, sino una invitación a gastarse por Amor” (San Josemaría).
“María ha vivido muchos momentos no fáciles en su vida, desde el nacimiento de Jesús, cuando para ellos “no había lugar para ellos en el albergue”, hasta el Calvario. Y como una buena madre está cerca de nosotros, para que nunca perdamos el valor ante las adversidades de la vida, ante nuestra debilidad, ante nuestros pecados: nos da fuerza, nos muestra el camino de su Hijo” (Papa Francisco).
La Virgen no nos dejará nunca. Como buena madre, le cuenta a Jesús todo lo bueno que haces y te comprende cuando te equivocas. Vale la pena estar siempre cerca de Ella. ¿Sabes lo que es el escapulario? Te puede ayudar llevarlo contigo.

Día 5

La Virgen vive las leyes previstas por Dios

“Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción −¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!»” (San Lucas 2, 22; 34-35).
“Cumplido el tiempo de la purificación de la Madre, según la Ley de Moisés, es preciso ir con el Niño a Jerusalén para presentarle al Señor (Lc 2, 22). ¿Te fijas? Ella −¡la Inmaculada!− se somete a la Ley como si estuviera inmunda. ¿Aprenderás con este ejemplo, niño tonto, a cumplir, a pesar de todos los sacrificios personales, la Santa Ley de Dios?” (San Josemaría).
“María es la madre del «sí». Sí, al sueño de Dios, sí al proyecto de Dios, sí a la voluntad de Dios. Un «sí» que, como sabemos, no fue nada fácil de vivir. Un «sí» que no la llenó de privilegios o diferencias, sino que, como le dirá Simeón en su profecía: «A ti una espada te va a atravesar el corazón» (Lc 2, 35). Y ¡vaya que se lo atravesó! Por eso la queremos tanto y encontramos en ella una verdadera Madre que nos ayuda a mantener viva la fe y la esperanza en medio de situaciones complicadas” (Papa Francisco).
María, enséñame a cumplir con amor mis obligaciones, a estudiar bien por amor a Dios y para poder servir a los demás. Si quieres, ponte cerca una imagen de tu madre la Virgen y mírala cuando haya inquietud dentro de ti o cuando la tentación de hacer cualquier otra cosa te distraiga de tu estudio.

Día 6

La Virgen guarda en su corazón lo que hace Jesús

“Al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres”. “Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón” (San Lucas 2, 42; 48-51).
“Procuremos nosotros imitarla, tratando con el Señor, en un diálogo enamorado, de todo lo que nos pasa, hasta de los acontecimientos más menudos. No olvidemos que hemos de pesarlos, valorarlos, verlos con ojos de fe, para descubrir la Voluntad de Dios” (San Josemaría).
“María nos permite comprender lo que significa ser discípulo de Cristo. Su primer acto fue ponerse a la escucha de Dios. Siguió a Jesús, escuchando cada palabra que salía de su boca; conservó todo en su corazón. Sin embargo, no basta sólo escuchar. Esto es sin duda el primer paso, pero después lo que se ha escuchado es necesario traducirlo en acciones concretas” (Papa Francisco).
Dios nos habla a través de las necesidades de los demás. Puedes pedirle a la Virgen que te abra los ojos y los oídos para saber notar esas llamadas de Dios en tantos momentos del día: cuando tus padres necesitan ayuda, cuando al ir por la calle ves a una persona necesitada, cuando te das cuenta que un amigo no está bien, cuando te piden un favor...

Día 7

María vive pendiente de ayudar a los demás, con Jesús

Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino». Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga»” (San Juan 2, 1-5).
“En medio del júbilo de la fiesta, en Caná, sólo María advierte la falta de vino... Hasta los detalles más pequeños de servicio llega el alma si, como Ella, se vive apasionadamente pendiente del prójimo, por Dios”(San Josemaría).
“Queridos amigos, hemos venido a llamar a la puerta de la casa de María. Ella nos ha abierto, nos ha hecho entrar y nos muestra a su Hijo. Ahora ella nos pide: «Hagan todo lo que él les diga». Sí, Madre, nos comprometemos a hacer lo que Jesús nos diga. Y lo haremos con esperanza, confiados en las sorpresas de Dios y llenos de alegría” (Papa Francisco).
Cuando no sepas cómo actuar, puedes preguntarle a la Virgen, ¿qué harías tú en mi lugar? ¿Cómo puedo ser mejor? ¿Qué le digo a esta persona que me ha contado una preocupación? ¿Qué te ha parecido mi reacción ante esta situación? Ella te enseñará a actuar como Jesús lo haría.

Día 8

Jesús nos da a su Madre

“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (San Juan 19, 25-27)
Ecce mater tua! −¡Ahí tienes a tu madre!: nos da a su Madre por Madre nuestra. Le ofrecen antes vino mezclado con hiel, y habiéndolo gustado, no lo tomó (Math. 27, 34). Ahora tiene sed... de amor, de almas. Niño bobo, mira: todo esto..., todo lo ha sufrido por ti... y por mí. −¿No lloras?” (San Josemaría).
“María es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que él desate los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre. ¿Cuáles son los nudos que hay en mi vida? ¿Pido a María que me ayude a tener confianza, para aflojar, para −en la misericordia de Dios− cambiar? Ella, mujer de fe, seguro que nos dirá: “Ve adelante, ve donde el Señor: Él te entiende” (Papa Francisco).
Las madres lo saben todo de nosotros, incluso antes de que se lo contemos. Reza cada noche, antes de acostarte, tres avemarías pidiéndole a la Virgen que te proteja y mantenga tu corazón, tu cuerpo y tu alma limpias de impureza y de pecado para que sepas amar de verdad.

Día 9

Jesús tiene a su Madre, en cuerpo y alma, en el cielo

“Una gran señal apareció en el cielo: una mujer con corona de doce estrellas sobre su cabeza. −Vestido de sol. − La luna a sus pies” (Apocalipsis 12, 1).
“Jesús quiere tener a su Madre, en cuerpo y alma, en la Gloria. —Y la Corte celestial despliega todo su aparato, para agasajar a la Señora. −Tú y yo −niños, al fin− tomamos la cola del espléndido manto azul de la Virgen, y así podemos contemplar aquella maravilla. La Trinidad beatísima recibe y colma de honores a la Hija, Madre y Esposa de Dios...” (San Josemaría).
“El camino de María hacia el Cielo comenzó desde ese «sí» pronunciado en Nazaret, en respuesta al Mensajero celestial que le anunciaba la voluntad de Dios para ella. Y en realidad es precisamente así: cada «sí» a Dios es un paso hacia el Cielo, hacia la vida eterna. Porque esto quiere el Señor: que todos sus hijos tengan la vida en abundancia. Dios nos quiere a todos con Él, en su casa” (Papa Francisco).
Llegó el gran día: Felicita a la Virgen, celebra con alegría esta fiesta y piensa qué regalo le puedes hacer: sonreírle, rezar el Rosario con cariño, ofrecerte para hacer un pequeño servicio en casa, con tus hermanos... y recuerda: ¡a las madres lo que más le gusta es que nos queramos entre los hermanos!

Oración del Papa Francisco a la Inmaculada

Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.
Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.
Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras
resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean
un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón
brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida
se refleje el esplendor del Evangelio.
Ayúdanos a estar siempre atentos
a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito
de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los
oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos
y la indefensión de los niños
no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre
la vida humana.
Haz que nunca perdamos el rumbo en
este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la
esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor
inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor,
fuente de la verdadera alegría.
Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración,
atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios
en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve,
a nosotros, a nuestra ciudad
y al mundo entero.
Amén.
Fuente: opusdei.org.
Juan Ramón Domínguez Palacios
enlacumbre2028.blogspot.com.es

Una deliciosa película que describe cómo Charles Dickens concibió su célebre "Cuento de Navidad", y que deviene ella misma en "Cuento de Navidad", como si se nos propusiera un singular juego de muñecas rusas, uno acaba conteniendo encapsulado al otro. 

 Queda un mes para la Navidad de 1843. Charles Dickens ha regresado de una gira por Estados Unidos, y sus finanzas no son especialmente boyantes, debe mantener una familia numerosa, pagar al servicio, y costear los gastos de reforma de su espaciosa casa londinense. Además se presentan de improviso sus padres, y él siempre está dispuesto a pegar un sablazo a Charles. 

Con los nervios a flor de piel, la solución sería, por supuesto, publicar una nueva obra y que ésta tuviera una buena acogida. Cuando escucha a Tara, una joven doncella irlandesa, contar un cuento a sus retoños, concibe la idea de preparar un Cuento de Navidad. Pero el tiempo apremia, y como los editores no son muy receptivos, él mismo correrá con los gastos de sacar adelante la obra. 

 Susan Coyne se inspira en la biografía de Dickens escrita por Les Standiford, para escribir su libreto, que lleva a buen fin el director de origen indio Bharat Nalluri. Y está concebido al modo de Shakespeare enamorado, mostrando cómo diversas vivencias del escritor, que es un gran observador, las va incorporando a su obra, y le sirven para dar vida, literalmente, a personajes y tramas. 

Lo que incluye su propia experiencia personal, pues a su modo, y especialmente con su padre, Charles puede ser una suerte de mister Scrooge, el célebre avaro protagonista del cuento, para el que la Navidad se reduce a paparruchas. Así, el film se convierte, por así decir, en el cuento de Dickens personalizado en su autor, y la fórmula funciona, incluido un desenlace rebosante de emotividad, no muy alejado del de otra película que de algún modo versiona al escritor, la célebre ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra. 

El protagonista tiene que enfrentarse a sus propios fantasmas, si quiere llevar a buen puerto una obra con plazo de entrega bien marcado, el día de Navidad. La película se ve con sumo agrado, y ayudan mucho, en ello, los personajes secundarios, que son un perfecto apoyo para que Dickens reconsidere su mal humor y explosiones de carácter: su fiel amigo, la joven doncella, la esposa, el progenitor. 

O los editores varios, el ilustrador, e incluso el gran rival, el también novelista célebre William Makepeace Thackeray, de estilo muy distinto. Dan Stevens compone bien al creador necesitado de inspiración pero también de afrontar sus propios problemas, y Christopher Plummer, como Scrooge y su correspondiente en el mundo real, resulta magnífico. El recurso de fantasmas y personajes "okupando" la habitación de Dickens mientras escribe también tiene su encanto.

decine21.com
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://lacrestadelaola2028.blogspot.com

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02:33

Son pocas, y que mis lectores me disculpen por volver al asunto.

Solo contar que la parroquia virtual de San José de la Sierra dispone de una sencilla página web que pude consultarse sin necesidad de darse de alta en facebook. En esta página vamos colocando entradas dedicadas a temas diversos de formación y sugerencias para la vida cristiana. 

En la página, entre otras cosas, pueden dejar comentarios en cada una de las entradas al blog, disponen de un formulario de contacto y alguna otra información.

Agradezco de corazón los buenos oficios de la persona que está diseñando la página así como la disponibilidad de algunos hermanos sacerdotes para echaer una mano. Tendremos que ir viendo  cómo hacerlo. 

El domingo pasado fue la puesta en marcha. Lo comuniqué en la misa de las 13 h. de Braojos y ya pusimos todo bajo la protección de San José.

Lo importante, ya saben, es la unión de corazón y de oraciones de todos nosotros. Y, por favor, necesito sus sugerencias para seguir adelante.

Dios se lo pague y espero visitas, oraciones y un segjir adelante con todo el ánimo del mundo. Los tiempos son recios, pero el Señor siempre viene.

 

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Debo añadir al post de ayer que algunas personas me han ofrecido su amistad a distancia. Pero, con afabilidad, les he respondido que una amistad por email... no es lo mismo. Y, de verdad, que lo siento, porque algunas de esas personas que me han ofrecido eso estos años pasados parecían personas con las que sí que hubiera podido llegar a cultivar una bella amistad.

Ayer recibí la llamada de un profesor de latín. Los profesores de latín siempre me caen especialmente bien.  La larga e interesante conversación me llevó a apuntar temas que él me señaló como interesantes para futuros sermones:

-el comentario de Jesús de que era suficiente la espada que le mostraron en la Última Cena los apóstoles

-así como que llevaran espada cuando fueran a predicar

-la idea de algunos judíos de que tiene que venir un mesías sufriente y otro glorioso

-la interpretación de la doncella y el Enmanuel respecto al rey al que se la hace la profecía

En fin, todos vosotros, podéis proponer temas para predicaciones en los comentarios. Si alguno lo veo muy bueno, os aseguro que lo intentaré asumir.

Ayer vi otro niño suelto en una audiencia con el papa. Evidentemente, los niños no se van diez metros hacia delante sin que los padres expresamente no quieran evitarlo. Si ahora el índice de niños irruptores ha aumentado, ha sido porque les animan los padres.

Yo si fuera papa (un papa al estilo de Julio II o algo así) no lo permitiría, porque si estoy hablando es porque quiero decir algo. Hay momentos para acariciar niños y hay momentos para enseñar, como diría el Eclesiastés.

Me encanta jugar con los niños. Los que me conocen, lo saben. Me encanta jugar con los hijos cuando me invitan a las casas. Pero si yo fuera un papa y alguien me lanza un niño irruptor, preguntaría: “¿Esto es suyo? Pues recójalo”.


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09:06

A Italia le llaman “Il bel paese” y no sin motivo. La variedad de los paisajes, la riqueza del arte, la pluralidad de testimonios de las diferentes épocas de la historia hacen de Italia un país de una belleza singular.

Yo creo que también la lengua italiana contribuye a esa excelencia. Hace pocos días le preguntaba a uno de mis hermanos, tras haberle enviado un vídeo con una canción en italiano, “¿conoces una lengua más bella?” Él me respondió: “Sí, el gallego”. Mi hermano tiene una alta autoestima en lo de la pertenencia a una tierra – la nuestra – que es muy hermosa y valora mucho una lengua – la gallega – que también lo es.

Italia es todo eso y más. Lo he pensado desde el primer momento que visité esa península. Lo hice desde Suiza, atravesando el túnel de San Gotardo. Y lo sigo pensando, tras haber vivido en Italia durante períodos bastante largos de mi vida.

Italia es, como nación unificada, un país reciente y no demasiado grande, pero ha extendido su lengua y su cultura por todas partes. En cualquier lugar del mundo se puede pedir una pizza. En cualquier lugar del mundo hay un restaurante italiano. En cualquier lugar del mundo alguien habla esa maravillosa lengua.

 

En Nueva York, está “Little Italy”, comparable y cercano al neoyorkino “China towm”, con la diferencia, no desdeñable, que separa un país de Europa de un continente asiático. Y los nombres italianos son conocidos universalmente: Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Andrea Bocelli, Giorgio Armani… Por citar solo algunos, sin equipararlos entre sí.

En esta apología, que Italia no necesita, no me resisto a recomendar a mis lectores que escuchen tres canciones:

“Parlami d’amore Mariù”, en la versión de Achille Togliani. No es normal que una canción sea tan extremadamente bella.

La segunda recomendación tiene que ver con el cine, “El Padrino. III”. No es italiano, sino siciliano. Sicilia es como un resumen, concentrado y de primer nivel, de la historia de Occidente.

La tercera recomendación es de Vivaldi, “Il prete rosso”, que no significa el “cura rosa”, sino el “cura rojo”, ya que Vivaldi era pelirrojo: “Ah, ch’infelice sempre”.

Sé que los lectores de este blog conocen perfectamente lo que escribo, pero también sé que les agradará recordarlo.

No solo es agradable descubrir una maravilla, sino volver a ella gracias a la memoria.

Guillermo Juan Morado.

 

 

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04:00

(Reseña al libro en francés; por ahora no hay traducción española)

Por la Hna. Marie de la Sagesse Sequeiros, S.J.M.

religiosa en Francia, abogada y autora del libro “Santa Juana de Arco, reina, virgen y mártir”

 

Les cloches sonneront-elles encore demain? Philippe de Villiers, Ed. Albin Michel, 2016. (313 pp.)

 

Con vuestras leyes democráticas nosotros los colonizaremos; con nuestras leyes coránicas los someteremos” (Yousouf al-Quaradawi, dirigente de los Hermanos musulmanes)

 

Buena fuente

Luego de publicar una apasionante serie de novelas históricas sobre el héroe contrarrevolucionario Charette, el rey san Luis y santa Juana de Arco, el conocido político, historiador y novelista, Philippe de Villiers, presentó en Versalles con muchísimo éxito uno de sus últimos libros[1].

Sin embargo, en esta obra no hay nada novelado, más bien pertenece al género apocalíptico pues el autor nos devela nada menos que el proceso de islamización de Francia llevado a cabo por las élites mundialistas con cierto apoyo eclesiástico. “Este libro -nos dice el autor- es un grito de alarma y un canto de amor” ya que en la primera parte describe el via Crucis que su patria está padeciendo y en la segunda propone un camino de luz esperanzador, en caso de reacción.

De Villiers nos confiesa que ha escrito el libro con los informes secretos que los Servicios de Inteligencia le suministraron… dado que el Estado no publicaba nada y todo quedaba en un agujero negro para ser clasificado in aeternum, hubo más de un valiente que le pasó datos de primera mano para que los diera a conocer y así poder tomar conciencia de la gravísima situación política que atraviesa su patria. Al pobre no le quedó mucha elección, a pesar de la oposición familiar y la del mismo editor que, luego de consultar a un abogado, le dijo que le harían: “un juicio por cada página”, se lanzó a la aventura y el libro salió a la luz. La tormenta de críticas y amenazas de muerte llovieron, sin embargo, ni una demanda hasta el día de hoy, pues todo lo que dice está documentado seriamente y el autor conserva los informes.

Sin embargo no es un libro documental o meramente informativo, está muy bien redactado al mejor estilo “policial”, pues de Villiers sabe manejar el suspenso: cada capítulo va in crescendo hacia una situación que se va agravando, sobre todo por el triste papel de la jerarquía eclesiástica que, en su mayoría, vencida de antemano, renuncia al apostolado temiendo caer en “proselitismo”.

Se trata de una obra seria y veraz que descubre la gravedad de una realidad conocida en la historia de Francia, pero encarada a contramano de las soluciones del pasado; pero no todo está perdido: el fundador del “Puy du Fou no cae en la tragedia sin salida, aunque haya que pasar por un gran purgatorio, lo que quita acidez al libro y demuestra una lejana esperanza para continuar con el suspenso… 

 

¡Hacedlas callar!

Como vendeano nato, su infancia estuvo marcada al son de las campanadas del Ángelus que, tres veces al día, le recordaban la unidad alegórica que existe entre los vivos y los muertos. Los campanarios son signos de civilización y parte de la identidad cristiana, “están allí como enormes estatuas que interpelan el paisaje occidental… por eso es necesario destruirlos” (p. 19).

Hoy en día su sonido está amenazado de ser silenciado o peor aún, reemplazado por la voz del muecín[2]. No por nada, en los países islámicos están prohibidas las campanas desde que Mahomadijo: “las campanas son el instrumento de música del diablo”. Aunque en Francia no hace falta citar al profeta para silenciarlas, basta con invocar el dogma de la “laicidad” y punto. Como bien justificó la decisión de construir una iglesia sin campanario el párroco de Sartrouville: “Queremos evitar provocar a la población de los barrios con mayoría musulmana” (p. 20).

Otro tanto sucede con los pesebres. Tres días después de los atentados del 13 de noviembre del 2015, le preguntaron al presidente de la asociación de municipios de Francia, François Baroin, cuál era la solución para terminar con el terrorismo. Respondió ingeniosamente que era urgente neutralizar el espacio ciudadano: “suprimiendo los pesebres de Navidad de toda la esfera pública” (p. 20). Un buen comienzo para darle la bienvenida al islam, ¿no le parece? Pues “para las instituciones de la Unión Europea, la laicidad termina donde comienza el islam” (p. 91).

 

Acción - ¿reacción?

Estamos en vísperas de un shock de identidad entre dos pueblos, de un proceso que viene desde hace más de 40 años, en el que uno de ellos se instala con orgullo y el otro desaparece sin capacidad de reacción, pues como denuncia de Villers: “nuestras élites están bajo hipnosis, encandiladas, asistiendo a una invasión, sin resistencia”, peor aún, cultivando suicidamente “el exotismo de la propia desaparición”.

Veamos algunos ejemplos escalofriantes:

Por un lado tenemos al teólogo islámico Tariq Ramadan quien el 7 de febrero del 2016 en el Gran Palacio de Lille, rodeado de banderas francesas y delante de un público de mujeres con velo y de hombres barbudos llevando el qamis[4], pregonó sentirse como en casa: “Ahora Francia es una cultura musulmana. El islam es una religión francesa. La lengua de Francia es la lengua del islam. Ustedes tienen la capacidad cultural para hacer que la cultura francesa sea considerada como una cultura musulmana entre las culturas musulmanas” (p. 24).

El rector de la Gran Mezquita de París, Boubakeur, tildado de islamista moderado, proclamó el 5 de abril del 2015 frente a un público de 50.000 creyentes: “Tenemos 2200 mezquitas, es necesario duplicarlas de aquí a dos años” (p. 13) y lo logró.

¡Ojo! que para alcanzar el ambicioso objetivo tienen aliados de lujo en una parte del clero francés, como Mons. Michel Dubost, quien declaró estar a favor de que “las iglesias se vuelvan mezquitas antes que restaurantes” (p. 13). A lo que Boubakeur asintió sin quedarse atrás, proponiendo abiertamente “transformar las iglesias vacías en mezquitas”, ya que es una regla matemática: menos iglesias = más mezquitas, dos bienes sustituibles, pues por una parte faltan mezquitas y por otra, las iglesias vacías piden ser llenadas… es simple” ¡Sic! (p. 14).

Continuando en la línea de este “diálogo interreligioso”, el presidente de la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (Uoif), franqueó otra etapa reclamando directamente “la construcción de mezquitas-catedrales” (p. 14). Y su aspiración no parece una utopía. El obispo de Auch, Mons. Maurice Gardès, reservó una parte del diezmo de los católicos franceses para destinarlo a la reconstrucción de la gran mezquita de la ciudad, sin previo aviso de sus feligreses, claro está.

Muchos obispos franceses -advierte Philippe- colaboran en esta causa, como por ejemplo, el Cardenal Barbarin, quien hizo saber, por un comunicado del 10 de julio del 2016, su apoyo entusiasta a la construcción de un ‘Instituto de civilización musulmana’ en Lyon ‘para -agrega el primado- permitir descubrir los aportes de la cultura musulmana’” (p. 140), dicho proyecto ya es un hecho y fue financiado por Arabia Saudita. El instituto está justo al lado de la gran mezquita de Lyon, donde predica el conocido salafista[5] Abdelkader Bouziane.

Frente a ellos está la nada misma. Los franceses no saben ni dónde están parados: han renunciado a sus raíces cristianas haciendo un verdadero “memoricidio” de su historia y reescribiéndola de una manera políticamente correcta: no más victoria de Carlos Martel frente a los sarracenos, ni cruzada de san Luis a Jerusalén, ni voces de Juana de Arco, ni héroes vendeanos, ni colonización de Argelia, etc. Al punto que en el 2007 Nicolás Sarkozy debió crear un ministerio de “Identidad Nacional” nombrando a Éric Besson para un rol del cual ni siquiera estaba convencido pues cuando le preguntaron qué era para él su país, el nuevo ministro contestó impunemente: “Francia no es un pueblo, ni una lengua, ni un territorio, es una aglomeración de pueblos que quieren vivir juntos. No hay francés de origen, solo hay una Francia de mestizaje” (p. 28).

 

Un mundo (in)feliz…

Este largo proceso de “auto-demolición” de las naciones europeas se aceleró el 9 de noviembre de 1989, con la caída del muro de Berlín y la puesta en marcha del plan Monet-Schumann para lograr una Europa sin fronteras ni naciones, controlada por USA. Así, las elites nos hicieron creer que a partir de ese momento, se vendría la “felicidad de la mundialización”, con el fin de la guerra, el fin de la historia, el fin de las ideas y el fin de la religión; y el consiguiente “multiculturalismo” de los estados para un nuevo tipo de hombre cosmopolita, completamente desarraigado, un individuo nómade sin patria ni sexo.

Sin embargo el paraíso prometido se transformó pronto en un infierno terrenal. “La clase política hizo la elección de la ‘apertura’. A sabiendas, expuso nuestro país a una invasión progresiva y continua. Y el precio a pagar hoy día es insoportable” (p. 59). Gracias a la entrada indiscriminada de refugiados por doquier que gozan de la “libre circulación”, se infiltran muchísimos terroristas que en el mercado negro pueden comprarse un “pasaporte sirio” por 750 € y gozar de todos los beneficios sociales.

Así, una mélange incompatible va creciendo cual bola de nieve… El presidente Sarkozy confesaba en el 2004: “Francia se ha vuelto multicultural, multiétnica, multireligiosa… pero no se le ha dicho. El componente musulmán de Francia es una realidad. Es necesario integrarlo. La integración no es una asimilación, pues en este último caso se impone al recién llegado que renuncie a su identidad para ser aceptado” (p. 104). Esto será el paraíso de la diversidad o el infierno multiconflictual, y de Villiers se inclina por la segunda opción.

Ya que la dirigencia francesa no está convencida de ponerle condiciones al recién llegado, se ha vuelto “colaboracionista” con el invasor, haciéndolo sentirse como en casa… musulmana. De hecho, Francia fue una de las primeras en aceptar el plan mágico de “La Gran Sustitución” propuesto por las Naciones Unidas y financiado por George Soros que prevé directamente reemplazar la moribunda población europea -envejecida por su esterilidad demográfica con el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, etc.- por la pujante islámica.

Por eso la inmigración no solamente es tolerada, sino que está programada por las élites con el fin de lograr una “migración de reemplazo” completo. Para Francia en particular, la ONU ya ha dispuesto la entrada de “16 millones de inmigrantes entre el 2020 y 2040, es decir, 800.000 personas por año” (p. 77).

Un día, millones de hombres dejarán el hemisferio sur para ir al hemisferio norte. Y no irán como amigos. Irán para conquistarlos. Y los conquistarán poblándolos con sus hijos. Es el vientre de las mujeres que nos dará la victoria” (p. 74). Así se los profetizó en 1974 el presidente de Argelia de ese entonces, Houari Boumediene. Y también lo advirtió en su momento Gadafi: “Hay signos de que Alá garantizará la victoria islámica sin espadas, sin pistolas, sin conquista. No necesitamos terroristas, ni suicidas. Los más de 50 millones de musulmanes que hay en Europa lo convertirán en un continente musulmán en pocas décadas[6].

 

Pronto Eurabia

Al mismo tiempo, los jerarcas de la desaparición de la civilización cristiana, han propuesto a la Unión Europa el plan Eurislam para encontrarles a los musulmanes su lugar en el mundo… occidental, bajo el subtítulo de “acomodo mutuo” (p. 83). Aunque en realidad es lisa y llanamente la imposición de una cultura religiosa importada, una asimilación al revés, pues el manual de adaptación es sólo para los europeos. Al punto que Martin Hirsch, alto funcionario del gobierno, llegó a decir en televisión: “la verdadera integración, será cuando los católicos pongan el nombre de Mohamed a sus hijos” (p. 123). Claro está que él pertenece a ese género de políticos que hipócritamente predican lo que no cumplen pues sus tres hijas se llaman Raphaëlle, Mathilde y Juliette. La integración es más bien de la casa para afuera.

La tapa del informe habla por sí sola… las 12 estrellas marianas con un minarete en el medio y la medialuna islámica. Frente a naciones que han perdido toda transcendencia, el islam aparece como el único proyecto político para Europa, preparando el cambio de civilización.

La Corte Europea está trabajando seriamente en esta línea al otorgar una extraña prioridad a favor del islam en su jurisprudencia: libertad de instalar mezquitas, días feriados islámicos, comercios halal, pausas breves en el trabajo para la oración, derecho a asistir los viernes al oficio religioso, etc. Y en esta carrera por el favoritismo islámico, los expertos de la comisión de cultura del parlamento europeo no se quedaron atrás opinando que: “el matrimonio cristiano tradicional no es más la única institución sobre la cual una familia puede reposar jurídicamente. La poligamia puede aparecer como otra manifestación posible de este tipo de unión y estar tan ligada al derecho europeo de la familia tradicional como el matrimonio homosexual” (p. 89). Como son ideólogos no pueden ver la perfecta incompatibilidad de cualquier proyecto que trate de conformar el Islam con el homosexualismo, como mezclar agua y aceite, está destinado al fracaso absoluto. Aunque seguramente seguirán adelante aplicando el lema stalinista: “peor para la realidad” y haciendo correr muchos ríos de sangre.

De Villiers termina el capítulo, recordándonos que durante el viaje a la isla de Lesbos, el papa Francisco prefirió acoger en Roma a familias musulmanas antes que a las cristianas…: “él también hizo su elección: el Eurislam” (p. 86).

 

Despacito, despacito…

A no engañarse, los musulmanes quieren conquistar el mundo entero. Primero Europa y, sobre todo Francia, “madre de las cruzadas” (p. 48). Por eso el portavoz del Estado Islámico, Mohamed al-Adnani, anunció así su plan de dominación mundial: “Queremos, con la ayuda de Alá, París antes que Roma y Andalucía. Después arruinaremos vuestra vida y haremos saltar vuestra Casa Blanca, el Big-Ben y la torre Eiffel, con la ayuda de Alá… Queremos Kaboul, Karachi, el Cáucaso, Qom, Riyad y Théherán. Queremos Bagdad, Damasco, Jerusalén… Los musulmanes deben tomar el poder en todas partes” (p. 201).

Después de todo, soñar no cuesta tanto. Marwan Muhammad, director del Comité de islamofobia en Francia, lo remarcó muy bien en su desafiante conferencia dada en la gran mezquita de Orly: ¿Quién no tiene derecho a decir que Francia, en 30 o 40 años, será un país musulmán? (…) Nadie en este país tiene derecho a quitarnos eso. Nadie tiene el derecho a prohibirnos este sueño: esperar una sociedad global fiel al islam. Nadie tiene el derecho en este país de definir por nosotros lo que es la identidad francesa” (p. 111).

La estrategia de la infiltración pacífica en una Europa que se ha convertido en la idiota útil” (p. 94) está plasmada en otro engendro que los hermanos musulmanes llaman: “proyecto Tamkine” o “territorialización islámica” (p. 89). Allí está bien desarrollada la primera etapa de la islamización tranquila por “co-inclusión recíproca” avanzando en todos los ámbitos hasta tomar definitivamente el poder. Por más que de “reciprocidad” no tenga nada… es lisa y llanamente un paulatino proceso de descristianización donde Arabia Saudita y Qatar no tienen obligación de recibir siquiera un refugiado sirio (cristianos), y menos aún, otorgar derecho a la construcción de iglesias, siendo los principales estados que financian la construcción de mezquitas en Europa e imponen el imán de turno.

El autor tuvo acceso al texto del proyecto que se está cumpliendo al pie de la letra: “1. Expandir el islam por medio de la construcción de mezquitas. 2. Formar a la juventud en los establecimientos confesionales. 3. Asegurarse que todos los estratos de la sociedad hayan sido infiltrados. 4. Tomar el poder”. Sin duda que la estrategia final de la islamización pasa por “el restablecimiento del califato islámico en las fronteras históricas, comprendidas hasta donde el islam tenía una presencia en Europa” (p. 90).

 

El caballo de Troya

Los musulmanes no están solos en esta nueva cruzada. Amén de ser financiados por Medio Oriente, la misma Unión Europea les ayuda económicamente. Philippe de Villiers muestra con detalle y ejemplos alarmantes cómo el Feder (Fondos europeos para desarrollo regional) utiliza su dinero para la construcción de mezquitas y espacios culturales musulmanes por doquier (pp. 90-95).

Francia no se queda atrás y también colabora activamente con los terroristas; gracias a que su poderosa red de satélites Eutelsat, transmite la señal a todo Medio Oriente, proveyendo a más de mil cadenas de televisión islámicas (muchas radicalizadas como las de los salafistas, yihadistas, hermanos musulmanes, etc.) que con sus emisiones llegan a 250 millones de espectadores; “su cobertura se extiende desde Marruecos hasta el Golfo Pérsico” (p. 181). Cuando de Villiers interpeló al gobierno por esta paradójica situación, la única respuesta que tuvo fueron tres palabras: “razón de Estado”.

Lo peor es que la conquista de Occidente la lograrán con ayuda legal del caballo de Troya europeo: en nombre de los valores republicanos, los Derechos del Hombre, los principios de no discriminación e igualdad jurídica, y demás yerbas que se han convertido en verdaderos dogmas de la nueva religión civil. Son los mismos islamitas que se lo advierten, como ser Yousouf al-Quaradawi, dirigente de los hermanos musulmanes: “Con vuestras leyes democráticas nosotros los colonizaremos; con nuestras leyes coránicas los someteremos” (p. 171), programa que se está cumpliendo rigurosamente al día.

Si ellos avanzan, ustedes retrocedan, pero si retroceden, avancen…” con esta sencilla táctica, los musulmanes van tanteando todos los ámbitos públicos: hospitales, escuelas, playas, empresas, calles, comercio halal, etc. comprobando que no hay mucha capacidad de reacción. “El fin último de esta estrategia es hacer replegar a Francia. Para que el pueblo pida a sus dirigentes encontrar un acuerdo pacífico” (p. 209).

 

El futuro está aquí…

Aunque Philippe no sea ningún profeta, sabe interpretar los signos de los tiempos y sacar las consecuencias de las políticas migratorias que se están aplicando en su país y en todo el continente. Además ha recibido un documento extraordinario titulado “el nuevo edicto de Nantes” (p. 211), plan que están preparando los salafistas con una estrategia bien clara: se trata de obtener parcelas de territorio para practicar el islam, abandonando el principio constitucional de la integridad territorial. Es decir obtener, por concesión de la ley francesa, “zonas liberadas” con estatus legal para que puedan practicar segura y legítimamente el islam integral, aplicando la sharia.

Un edicto, como el otorgado a los protestantes en 1598 cuando, pro bono pacis, el rey les concedió 160 ciudades, pueblos, castillos, etc. para practicar su culto. Lo que se trasformó en Estado dentro de otro Estado, con la gran diferencia de que, al menos, se trataba de la convivencia de dos grupos cristianos que tenían algo en común: la misma civilización.

En este caso sabemos que hay un abismo incompatible entre ambos grupos. No obstante, los dirigentes terminarán firmando “la gran concesión” (p. 213) de una lista de lugares que los islámicos ya tienen preparada, aunque no es exhaustiva sino más bien inclusiva con el correr del tiempo… ciudades en las que, de hecho, ya se aplica la sharia al orden del día: Marsella, Lille, Calais, Avignon, Béziers, Trappes, Roubaix, Chateauneuf-sur-Cher, Artigat, Air Bel, Consolat… También hay enclaves como grandes barrios, el Saint-Denis parisino, o importantes calles, como la “rue Jean-Pierre Timbaud” en París que ya son tierra islámica. Hace poco le gritaron allí a una periodista entrometida: “El año que viene espero verte con el velo diciendo ‘perdóname Alá’” (p. 214).

Será un acuerdo firmado por las autoridades políticas francesas, después de un período de revueltas sangrientas, llevando al pueblo a pedir la paz desesperadamente. “Tendremos que aceptar -nos adelanta el autor- la instauración de tribunales islámicos, prohibición de sonar las campanas, inscripción de la religión en el estado civil, destrucción de calvarios, prohibición de procesiones, transformación de iglesias en mezquitas, autorización de la poligamia con acceso a todas las prestaciones sociales, velo obligatorio y lapidación por adulterio. Más tarde, bastará con unir todas estas cuentas del Rosario: los lugares concedidos se unirán progresivamente y poco a poco Francia conocerá la ‘sumisión’. He aquí lo que nos espera” (p. 215).

Por eso, de Villiers, cual otro Mons. Lefèbvre, levanta su dedo diciendo: “Yo acuso a nuestros dirigentes de ser responsables indirectos de los atentados sufridos y de los que vendrán. Yo los acuso de complicidad objetiva y, a veces, subjetiva. Ellos saben que sus amistades son poco recomendables. Saben que se han vuelto esclavos de sus clientes. Saben que nuestro país está en camino a ser conquistado… ¿Por qué todo esto? ¿Por qué traicionan a Francia? Porque no la aman más. O más bien, aman otras cosas. En otros tiempos, su prevaricato les valía la reprimenda de la nación y la degradación civil. La historia los juzgará. Tienen sangre en las manos. Con este libro, he querido poner en perspectiva lo que ellos hicieron, lo que deshicieron. Y, peor aún, lo que se preparan a hacer. Pues estamos sólo al comienzo” (p. 199).

 

¿Atrapados sin salida?

Como si fuera poco, las élites pretenden integrar a los musulmanes con vacíos valores republicanos, principios fríos que no mueven a nadie ni a nada. Una verdadera utopía… ¿adrede? En el mejor de los casos, se respetarán como el código de tránsito, por más que: “jamás he visto a alguien enamorarse de un cartel de ¡stop!” (p. 226). ¿Qué otra cosa ofrecen? Hedonismo, nihilismo, consumismo… basuras que tampoco les atraen pues los musulmanes saben muy bien que, si Occidente continúa por esa misma pendiente, solito está condenado a muerte.

 Philippe no se queda de brazos cruzados y nos da una llave para salir de esta situación desesperada pues no desea para Francia el final que describe Jean Raspail en Le Camp des Saints (traducido en español como El desembarco), ni tampoco el que imagina Michel Houellebecq en su conocida novela Sumisión, sino más bien todo lo contrario: “debemos hacer prevalecer nuestra civilizaciónpues creo en la superioridad moral de la civilización cristiana sobre el islam”. Empezando por restablecer el derecho inalienable de un país a proteger su memoria: derecho a la continuidad histórica.

Para eso debemos: “encontrar nuevamente el alma de Francia” (p. 218) y concientizar tanto a los de la propia casa como a los extranjeros. Es necesario ir mucho más allá de un código formal, proponiéndoles “la exaltación común de nuestro patrimonio vital”: hablar sin miedo de nuestras gloriosas epopeyas, de nuestros héroes, mostrándoles la historia sacra de Francia con todo lo Bueno, Bello y Verdadero que encarna. Hay que reescribir “un poema nacional” (p. 226) que enamore nuevamente, pues para amar, es necesario un amante.

Siguiendo la divisa de Dostoievski: “La belleza salvará al mundo”, de Villiers se propuso llegar al alma de sus compatriotas e inmigrantes cambiando el ángulo de enfoque, entrando por la puerta de la estética. Así, nuestro autor reescribió un nuevo romance épico, a modo de “ayuda memoria”, y lo llevó al acto… representando en vivo y en directo la gesta de los francos en “Le Puy du Fou”. Un parque temático-histórico donde se canta la memoria viva de Francia mostrando orgullosamente sus raíces cristianas, sus gestas heroicas, sus reyes y santos, sus grandezas olvidadas… Hoy en día se ha convertido en una pequeña patria en pleno corazón vendeano que desde hace más de 40 años resiste al multiculturalismo apátrida, y ha logrado resucitar el alma del pueblo, al punto que cualquier visitante, por desarraigado o ideologizado que sea, saldrá de allí con su “corazoncito francés”. Haga la prueba.

Al fin y al cabo, de Villiers nos devela la historia de su país, como antaño Virgilio supo mostrar a Roma “pulcherrima rerum”, como la más bella de las realidades. “No fue que ellos la amaban porque Roma era grande; sino que Roma fue grande porque ellos la amaban”.

Como decía Platón, “la verdad de una cosa está en sus comienzos” y Francia, como nación, nació cristiana gracias al bautismo de un rey, convirtiéndose en la “Hija mayor de la Iglesia” y no tiene vocación de ser la Cenicienta del islam.

En otro post veremos en concreto qué es el misterioso y poco conocido “Puy du Fou”… para que no te la cuenten.

 

Hna. Marie de la Sagesse Sequeiros, S.J.M.

religiosa en Francia, abogada y autora del libro “Santa Juana de Arco, reina, virgen y mártir”

 

[1] Presentación del libro de Philippe de Villiers el 13 de diciembre del 2016 en Versailles. Las citas que no tienen número de página están sacadas de esta conferencia:

https://www.youtube.com/watch?v=pnuRm2ybJ5g

[2] Miembro de la mezquita encargado de convocar cinco veces al día y de viva voz a la oración desde el minarete.

[3] Tienen una “ficha S” en Francia todas las personas que están bajo sospecha y son investigadas por la Seguridad del Estado, por ej. muchos inmigrantes musulmanes.

[4] Vestido del profeta Mahoma.

[5] El salafismo es un movimiento islámico suní de carácter reformista y radical​ que surgió en la península arábiga durante el siglo XIX y que defiende un retorno a las tradiciones del salaf. El término «salaf» se corresponde con la obra de los principales estudiosos del islam después de la muerte del profeta Mahoma.

Los salafistas hacen una lectura literalista y ortodoxa de los textos fundadores del islam, el Corán y la Sunna, y consideran que su interpretación es la única legítima.

[6] https://www.religionenlibertad.com/noticias/5968/gadafi-ala-garantizara-la-victoria-islamica-en-europa-sin-pistolas-ni.html

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