Mi glorioso R19 ha pasado a la historia: dejó su puesto de trinchera a un Ford Courier gasolero modelo 2000. Esto ocurrió el martes pasado, pero por una u otra cosa no se los pude contar antes.
La parroquia de Diamante ponía uno de sus autos en venta así que llamé y le ofrecí el dinero que tenía ahorrado y varias cuotas más hasta saldar la cuenta. El Padre Javier aceptó las condiciones de pago y me entregó la llave con todo el resto del auto. Como está a nombre del Arzobispado el único trámite que tengo que hacer es sacar la Tarjeta Azul para manejarlo. Lo presento en sociedad:
Lo tenían parado desde marzo ya que esa parroquia tenía dos autos a disponibilidad de los sacerdotes. En esa época habían trasladado a un vicario y la Courier quedó sin uso guardada en la cochera. Le arreglaron algunos detalles de arranque y listo. Yo, al día siguiente de traerla, le cambié unos cañitos de combustible y hoy le hice alineación y balanceo. Funciona bastante bien. Eso sí, me tengo que acostumbrar a la aceleración y el temblequeo propio del gasolero… algo que vendrá con los días.
Como pueden ver, elegí poner una foto en la cual quede a la vista el número de la patente (394). Si alguien saca algo en la quiniela… no se olvide de darle el diezmo a este cura… es que tengo que pagar algunas cuotas todavía
El R19 lo tiene ahora un amigo a consignación para venderlo. Partió en el mismo momento en que llegó la Courier. Espero que no hayan tenido mucha oportunidad para charlar entre ellos y transmitirle la tradición de quedarse tan típica del Renault. Eso sí, me hizo crecer mucho en paciencia y confianza en la Providencia. Como escribí muchas cosas en este blog estoy con ganas de compilarlas en un libro digital bajo el título: “Me lleva y me deja. Aventuras espirituales, teológicas y pastorales de un cura a bordo de un R19”. Que opinan: ¿lo hago?
Etiquetas: alegría, pasatiempo, recuerdos
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