mayo 2014



Hoy el campo estaba genial, daba gusto pasear por él. Mariposas primaverales, flores llenas de alegría, verdor por todas partes, semillas que llevaba el viento. La misa de la tarde la he vivido con profundidad. Por la mañana, he podido trabajar muchas horas en un artículo teológico.


Por la tarde, he colocado (como todos los sábados) un icono de Cristo en el centro de la mesa del salón. El icono sobre un atril cubierto con una tela de seda me recuerda que comienza el día del Señor. También coloco una vela a cada lado y las enciendo al rezar vísperas. El icono lo dejo en ese lugar todo el domingo, desde las primeras vísperas hasta las completas del día domingo por la noche.


Entre los cristianos, debería predicarse más la santificación del domingo. Hay una frase preciosa que escuché a una judía: no es el pueblo judío el que ha preservado el sábado, sino que es el sábado el que ha preservado al pueblo judío.



17:19
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Felicito de corazón a los nuevos diáconos Irvin, Carlos, Néstor y Alex, que recibieron hoy en San Andrés Itzapa la Ordenación Diaconal. Me alegro por este gran regalo del cielo y pido para ellos la alegría, la fidelidad y el afán de evangelizar con entusiasmo ¡Felicidades!


Gracias al P. Milo que me ha enviado la foto al instante y felicitaciones al P. Julio, párroco donde tuvo lugar la ordenación.


13:41

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Homilía para la ascensión del Señor, ciclo A


La muerte de Jesús fue para los discípulos, y en particular para los apóstoles, una verdadera tragedia. Esta tragedia no había golpeado solamente a Jesús mismo, sino que los tocaba profundamente a ellos. No es fácil darse cuenta, de lo que, esta desgracia aparente, representaba para ellos. Habían puesto toda su fe (mucha o poca) y todas sus esperanzas en aquél joven maestro. Para seguirlo habían dejado todo, no sólo los pocos bienes materiales que tenían, si no a su familia, sus oficios, sus sueños. Habían apoyado todo en Él, y entonces, todo crujía. La frase que, quizá, nos trasmite mejor esto, podría ser aquella de los discípulos de Emaús: “Pensábamos que era él que libraría a Israel”, “Pensábamos… pero ahora, nada…”


Las muchas apariciones de Jesús, en las semanas que siguieron a su muerte y Resurrección, fueron como un tiempo de transición para ellos. Un tiempo para elaborar el luto de todas sus esperanzas humanas. Jesús admirable pedagogo, los habituaba gradualmente a su ausencia.


El inicio de los Hechos de los Apóstoles muestra bien que la última aparición de Jesús, su Asunción, fue el in de este período de luto (no luto de Cristo, sino de todas las esperanzas demasiado humanas. Jesús no era un liberador político, Jesús no venía a buscar el éxito humano, Jesús no era un milagrero presumido) y es el inicio de un nuevo período. El inicio de la Iglesia. Todo esto que mira a Jesús –todo lo que ha enseñado y hecho, san Lucas lo ha puesto en su Evangelio. En el libro que comienza, Los Hechos, dirigiéndolo a su amigo Teófilo, narra la historia de la Iglesia, en sus inicios.


Pablo no conoció este período, porque todavía no había conocido a Jesús, antes de su muerte. El Cristo que se le manifestó en el camino a Damasco, era Jesús ya Resucitado, presente en su Iglesia: “Yo soy Jesús a quién tu persigues”, le dijo el Señor. Para Pablo, desde el inicio de su conversión, Jesús es el Cristo resucitado de entre los muertos, sentado a la diestra del Padre, pero al mismo tiempo a la cabeza de su Iglesia, continuamente presente en el mundo, a través de los que creen en Él y son sus testigos.


El relato de la Ascensión es entre los relatos que tratan de Jesús, uno de los que tienen más diferencia, entre un Evangelio y el otro. Y esto porque es un momento no sólo personal, para los testigos, sino comunitario. Y sabemos que la gracia de la divina inspiración no suprime al autor divino, sino que lo guía, con su bagaje afectivo-espiritual-intelectual. El mensaje que cada uno nos quiere transmitir, indica el pasaje del misterio de Jesús presente, de verdad, en el misterio de su Iglesia.


Este año tenemos el realato de san Mateo, en el Evangelio de hoy. Detengámonos un instante en la palabra de Jesús. El primero afirma que “todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra”. A primera vista parece sorprendente oír hablar así, a Jesús, de poder, mientras durante toda su vida terrena, ha rechazado el poder, como ha rehusado ejercitarlo. Pero el paradojal evangelio nos muestra que es precisamente el que se abaja, el que se ensalza. Como dirá el himno cristológico de san Pablo en su carta a los Filipenses: “Él se humilló, se hizo obediente, hasta la muerte… y por eso Dios lo ha exaltado y le ha dado el nombre de Kyrios, Señor”. El nombre de Dios. Él tiene, entonces, plena autoridad sobre sus discípulos, y los manda, como el Padre había hecho con Él. “vayan pues a todas las naciones….”


Su misión es de “hacer discípulos por todas las naciones, bautizándolos y enseñándoles a seguir todos los mandamientos recibidos de Él”. ¿Cómo harán esto? Esencialmente siendo testigos con su vida. Es lo que hemos escuchado en los Hechos de los apóstoles: “Ustedes serán mis testigos en Jerusalén, en Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra”.


¿Dónde encontrarán la fuerza para cumplir esta misión? En la simple promesa que les hace Jesús: “Yo estoy (no yo estaré) con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.


Esta misión transmitida a los discípulos es también la nuestra. Sea cual sea nuestra vocación particular, en el seno de la Iglesia. Estamos todos llamados a ser testigos de Cristo resucitado, el Viviente, a través de nuestra vida cristiana. Pidamos, entonces, al Señor en esta Eucaristía, de manos de María, nuestra madre, ser siempre fieles a esta misión, fortalecidos con la certeza de que Él está siempre con nosotros, con nuestra Iglesia, en cada uno de nosotros, y con Él podemos ir hasta el fin del mundo. Amén.




13:38

Visitación de Nuestra Señora.


Misa y acto académico en la Universidad de Salamanca. Misa presidida por el Obispo de Avellaneda Lanús. Y acto académico presidido por el Rector Magnífico de la Universidad y Decanos.


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10:22


Isabel devuelve la visita









―Isabel, supongo que devolviste la visita a tu prima María.




Naturalmente. Mi esposo y yo también queríamos conocer al Niño y adorarlo. ¡Cómo se nos iba a pasar por alto! Era mucho más que un deber de cortesía.




Un día mi esposo me enseñó la estrella que había nacido en el Cielo, justo encima de Belén y, como él sabe de estas cosas porque para eso es sacerdote, me explicó que el Mesías estaba a punto de nacer precisamente allí. ¿Te imaginas?, como quien dice a cuatro pasos de Ain Karín. Fuimos corriendo y estuvimos todo el día con ellos. María parecía una reina con su niño en brazos. Esta vez no cantó como cuando vino a verme. Mi esposo sí. Él había preparado un canto precioso. Se postro en tierra frente a Jesús y, al levantarse, lo entonó con esa voz de barítono prodigiosa que le ha quedado después de que el ángel le curara su mudez.




―¿Y Jesús se enteró de algo?




Según mi esposo, aplaudió entre risas. Yo no me fijé, la verdad: estaba más pendiente de mi hijo Juan, que, con solo seis meses, se puso de pie junto a la cuna y empezó a bailar. O sea, lo mismo que hizo en mi vientre cuando vino a verme María.





10:19

“María se puso en camino y fue a prisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres y vendito el fruto de tu vientre! Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. María dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava”. (Lc 1, 39-55)


Terminamos el mes de mayor con la fiesta de la Visitación de María a su prima, la anciana Isabel.

Borracha como tenía que estar de Dios, no se encerró en sí misma.

Dios no encierra.

Dios nos abre.

Dios no se sienta.

Dios nos pone en camino.


Cualquiera pudiera pensar que María se encerraría sobre sí misma a vivir y contemplar el misterio de Dios en ella.

Y en cambio “se pone a prisa camino de su anciana prima Isabel”.

Dios se hace camino y nos pone en camino.

Los otros necesitados nos ponen en camino.

Isabel gestando de seis meses, es suficiente para que María vaya a prestarle sus servicios.

Las necesidades de los otros tienen que ponernos en camino.

Los problemas de los otros tienen que ponernos en camino.

No fue Isabel la que la llamó.

Fue el Angel quien le dio la noticia del estado de Isabel.

Y eso fue suficiente para que María sintiese prisas en su corazón y en sus pies.

La Visitación de María debiera ser la fiesta:

De los que descubren las necesidades de los demás.

De los que descubren que un anciano necesita de ayuda.

De los que descubren que un hermano está enfermo.

De los que descubren que un hermano tiene hambre.


Es lo que hoy proclama a la Iglesia el Papa Francisco:

“Abrid caminos a Dios, volved a Jesús, acoged el Evangelio”.

“Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas, que han perdido capacidad de respuesta?”

“No vivir en una Iglesia cierra y autorreferencial: una Iglesia que se encierra en el pasado, traiciona su propia identidad”.


En la encarnación, Dios visita el vientre de María.

En la Navidad, Dios visita a su pueblo.

En la Iglesia, Dios visita a todos los hombres, sobre todo los más pobres.


Visitando a María, la fecundó por medio del Espíritu Santo.

María visitando a Isabel, la llena del Espíritu Santo.

Hace saltar de gozo al niño que lleva en vientre.

María misma, salta de alegría reconociendo las maravillas que Dios ha hecho en ella.


No podemos vivir sin los otros.

No seríamos nosotros mismos.

No podemos vivir sin los otros para amar.

No podemos vivir sin los otros para útiles a los demás.

No podemos vivir sin los otros para despertar el corazón que llevan dentro.

No podemos vivir sin los otros si queremos despertar la alegría de sus corazones.


María es la maestra:

Que nos enseña a ver las necedades de los demás.

Que nos enseña a ser sensibles a los demás.

Que nos enseña el camino a los demás.

Que nos enseña a no ser indiferentes ante los demás.

¿Quién esperará hoy tu visita?

Porque será visitando a los demás que tú mismo descubrirás la obra de Dios en ti y podrás cantar también tu Magnificat.


Clemente Sobrado C. P.




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09:35

Homilía para la solemnidad de la Ascensión del Señor (Ciclo A)


Cuarenta días después de la Resurrección, durante los cuales “come y bebe familiarmente con sus discípulos y les instruye sobre el Reino” (Catecismo 659), el Señor entra de modo irreversible con su humanidad en la gloria de Dios. El acontecimiento histórico y trascendente de la Ascensión supone la exaltación de Cristo a la derecha del Padre, obteniendo el señorío sobre todas las fuerzas creadas: “Y todo lo puso bajo sus pies”, escribe San Pablo (Ef 1,22).


La Ascensión del Señor no equivale a su ausencia, sino a un modo nuevo de presencia. Él, que tiene “pleno poder en el cielo y en la tierra”, les dice a los discípulos: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (cf Mt 28,16-20). Jesús, que por su Encarnación se hizo el “Emmanuel”, sigue siendo el “Dios con nosotros”. Su presencia es, a la vez, un consuelo – ya que nunca estaremos solos – y un desafío, que nos tiene que mover a descubrirlo continuamente en los hambrientos, en los pequeños y en los marginados (cf Mt 25, 31-46).


La presencia de Jesús es incondicional: “Yo estoy con vosotros”. Nada ni nadie puede destruir esta presencia, ni siquiera la muerte o nuestra imperfección. Él siempre está y, por consiguiente, siempre podemos estar con Él o retornar a Él si nos hemos alejado del Señor por nuestro pecado. Igualmente, a pesar de las crisis que le toque padecer a la Iglesia en su caminar por la historia, tenemos la certeza de que el Señor sigue estando en ella y con ella.


San Mateo, en el final de su Evangelio, recoge esta promesa de Jesús; una promesa que va acompañada de un encargo: “Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28,19-20). A unos discípulos que no son perfectos - al menos, no todos, ya que, aunque “se postraron” reconociendo a Cristo, “algunos vacilaban” – el Señor les confía la misión de hacer nuevos discípulos.



Es también nuestra misión: Ser discípulos, pese a nuestras “vacilaciones”, y ayudar a otros a ser discípulos. Un comentario bíblico dice: “La actitud de ser discípulo se puede resumir así: de cara a mi responsabilidad con los demás discípulos, tengo que ser un modelo de discípulo; de cara a mi propio aprendizaje, siempre soy un principiante que puede aprender de los demás” (M. Grilli – C. Langner). Somos aprendices permanentes en la tarea de seguir la senda trazada por el Maestro y de cumplir sus enseñanzas, pero somos, al mismo tiempo, una referencia próxima para los otros; de la pureza de nuestro testimonio depende, en cierta medida, que muchos más se decidan a vivir el Evangelio.


“El que sube a los cielos, no abandona a los adoptados sino que los alienta a la paciencia, a la vez que los invita a la gloria”, dice San León Magno. La conjunción entre la paciencia y la perspectiva de la gloria se llama “esperanza”. Como proclama la liturgia: “No se ha ido [el Señor] para desentenderse de este mundo, sino que ha querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su reino”.


Guillermo Juan Morado.




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03:14









El nombre de este blog, "Háblales de Jesús", es una llamada de atención para todos los padres católicos.



En el Colegio, en las reuniones de padres, se nos suele recordar que nosotros somos los primeros educadores de nuestros hijos y que el Colegio es un colaborador de nuestra tarea educativa.



Análogamente, cuando inscribimos a nuestros hijos en la Catequesis de Iniciación Cristiana, se nos recuerda que nosotros somos los primeros educadores en la fe de nuestros hijos y que la Parroquia, el Colegio o la institución que se encargue de la labor catequética, es un colaborador en esta tarea.



Esto es así, en primer lugar, porque cuando contrajimos matrimonio nos comprometimos a recibir de Dios los hijos, fruto de nuestro amor, y a educarlos según la fe en Cristo y de su Iglesia. Además, si fuimos coherentes con este primer compromiso, cuando nuestros hijos eran pequeños, habríamos pedido para ellos el Bautismo, y al hacerlo sabíamos que nos obligábamos, con la ayuda de sus padrinos, a educarlos en la fe, para que, guardando los mandamientos de Dios, amasen al Señor y al prójimo como Cristo enseña en el Evangelio.



Así que, aunque sólo fuera por coherencia, por ser personas de palabra, deberíamos esforzarnos en esa noble tarea de educar a nuestros hijos en la fe, de hablarles de Jesús.

Pero no es una cuestión meramente de coherencia, es una cuestión de fe.



En más de una ocasión me he encontrado con matrimonios cristianos que, "por respeto a la libertad" de sus hijos, han pospuesto el Bautismo o la educación religiosa de los mismos hasta que éstos fueran mayores y decidieran por sí mismos. Pero si nuestra fe es auténtica y no está contaminada por el relativismo imperante, sabemos que lo que creemos es LA VERDAD, y no "una verdad", y ¿qué padres ocultarían a sus hijos la verdad, si la verdad es tan hermosa?



Ujué

17:27

Acabo de regresar de Salamanca, tras haber participado en las “XXVIII Conversaciones de Salamanca”, organizadas por la Facultad de Teología de la UPSA los días 29 y 30 de mayo de 2014. Hemos estado presentes, además de algunos profesores de la Facultad, los directores de los Centros asociados y afiliados, así como numerosos profesores de Cristología de estas instituciones académicas.


Con el apoyo del Decano, el Dr. Jacinto Núñez Regodón, el coordinador de estas sesiones ha sido el Prof. Dr. D. Francisco García Martínez. El título de las “Conversaciones” es suficientemente indicativo: “Cristología: núcleos y perspectivas”.


¿Qué núcleos y qué perspectivas? Yo creo que cada “núcleo” se corresponde con cada una de las ponencias centrales. Han sido tres, sobre tres elementos fundamentales: la historia, el dogma, el contexto.


No se puede pensar la Cristología sin atender a los estudios históricos sobre Jesús. Se trata, ni más ni menos, de la compleja temática del “Jesús histórico”, que no es el “Jesús real”, sino solamente – ni menos ni más – lo que sobre Jesús podemos saber, en cada época, basándonos en los “métodos”, permítaseme el plural, “histórico-críticos”. Sobre este tema ha disertado el Dr. Luis Manuel Romero Sánchez, de Mérida-Badajoz. Como nos ha dicho: “Los resultados de la investigación histórica sobre Jesús no son norma de fe ni el criterio exclusivo que marca el modo de hacer Cristología”.


El segundo núcleo: el dogma. La necesidad del dogma, su aportación y los límites del estudio dogmático sobre Jesucristo. El “dogma” supone una decisión de tipo doctrinal, la fijación de un mapa conceptual y de una norma del lenguaje. Esta ponencia no ha estado a cargo de un profesor, sin más, sino de un maestro, D. Olegario González de Cardedal. Ha considerado algunas cuestiones previas: la relación entre historia y dogma, la posmodernidad como nuestro actual punto de partida y la relación entre dogmática y metafísica. En un segundo momento ha reflexionado sobre el dogma y su lugar en teología, sobre sus criterios de recepción, así como sobre la actualidad y esencia del cristianismo en su luz. Y una constatación, o una sospecha, ha sido planteada: Parece, casi, que nos quedamos sin asideros antropológicos para presentar la verdad sobre Jesucristo. Algo así como la situación de Pablo en Corinto, un ejemplo del contraste entre la sabiduría de este mundo y la sabiduría (“locura”) de la cruz.


El tercer núcleo: el contexto en la configuración de la Cristología. Una ponencia del Prof. Dr. D. Francisco García Martínez. Toda reflexión sobre Cristo tiene, y debe tener, un contexto. Y esta constatación no carece de consecuencias metodológicas para la enseñanza de la Cristología. Lo importante, en cualquier caso, es la voluntad de ser cristiano en un lugar y en un tiempo concretos.



¿Y las perspectivas? Múltiples. En cierto modo, se han abierto mediante las comunicaciones, aunque no solo mediante ellas. Destaco algunas: La relación entre Cristología y Moral (Dr. D. José Manuel Sánchez Romero); entre Cristología y Arte – se ha partido, en concreto, de la obra del Greco (Dr. D. José María Hevia Álvarez) -; entre Cristología y Espiritualidad (Dr. D. Guillermo Juan Morado), así como entre Cristología y novela (Dr. D. José Ramón Matito Fernández), atendiendo a la imagen “extra-eclesial” de Cristo que se puede percibir en algunas narraciones contemporáneas.


No es solo el tema – que no puede ser de mayor importancia, ya que se ha tratado sobre nuestro Señor Jesucristo - , ni el lugar, ni los núcleos, ni las perspectivas. Ha sido un poco todo: El diálogo, la preocupación común por comprender bien y enseñar bien, y el deseo de anunciar a Cristo.


He vuelto muy contento y agradecido. Y cargado de tareas. Entre ellas, leer algo de la inmensa bibliografía reciente sobre Jesucristo presentada por D. Francisco Martínez y por D. Olegario.


Guillermo Juan Morado.



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16:10
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Hemos culminado el acto compartiendo dulces y otras delicias que encantan a los niños y no menos a los mayores. Todo lo merece la Virgen en su mes de mayo y sus hijos que tanto han aprendido en la catequesis que culminamos hoy. Felicidades.


14:42


Un homenaje al firme apologista, sus 400 respuestas a preguntas que usted puede hacerse sobre la doctrina católica, presentado en breves publicaciones semanales. (Preguntas 17-24) // Autor: P. Jorge Loring S.J. | Fuente: Catholic.net // Editorial Spiritus Media



17. HIJOS DE DIOS



¿Por qué si somos hijos de Dios, nos convertimos en el bautismo en "hijos adoptivos de Dios"? Me parece un poco confuso. ¿Podría aclarármelo?



Se puede ser hijo de Dios de dos maneras.

a) Hijo natural, con la misma naturaleza de Dios. Esto es exclusivo de Jesucristo.

b) Hijo adoptivo, porque Dios nos acoge como hijos. Así lo somos nosotros.



18. SUFRIMIENTO DE DIOS



Si Dios es feliz, ¿cómo puede sufrir con nuestros pecados?



Juzgamos a Dios a modo humano, y Dios es otra cosa. El que nosotros no sepamos unir estas dos cosas no significa que no sean una realidad. Si a Dios no le afectaran nuestros pecados sería porque no nos ama. A toda persona que ama le afectan las ofensas de la persona amada.



19. ¿DIOS CASTIGA?



Estimado P. Jorge Loring, la paz de nuestro Señor esté en su corazón. Soy un sacerdote peruano que vivo en Colombia. Me eduqué en Perú con los jesuitas. Deseo que me aclare una pregunta pues no tengo muy clara la respuesta. Dios no castiga. Es amor misericordioso. Tampoco Dios es cómplice del pecado ni es injusto. ¿Cómo entender lo del castigo de Dios ante el mal que se hace voluntaria y deliberadamente? Si es un Dios Misericordioso y no castigador. Mil gracias.






La expresión "castigo de Dios" es bíblica. No hay que tener miedo en emplearla, pero sin olvidar que Dios es misericordioso y perdona siempre al arrepentido que tiene propósito de enmienda. Pero al obstinado en su pecado, Dios le castiga, pues es justo.



20. CASTIGO DE DIOS



Le escribo porque tengo algunas dudas que espero usted me pueda aclarar.



La primera es saber si Dios castiga. Yo era de la opinión de que Dios no castigaba sino que probaba a los hombres en la fe, pero una persona (que no es católica) me aseguró que Dios sí castiga. Yo quisiera saber la posición de la Iglesia al respecto.



Otra duda que tengo es sobre el Ángel de la Guarda. Yo quisiera saber si él siempre está al lado de cada persona.



En Jesucristo predomina la misericordia. Pero el perdón de Dios no es posible sin arrepentimiento. El que rechaza a Dios, él mismo elige su castigo. Mejor que decir que Dios les castiga, yo diría que ellos se castigan a sí mismos al rechazar a Dios.



Sobre el Ángel de la Guarda: se deduce de la Sagrada Escritura que todos tenemos un ángel que nos protege.



Hablando de los ángeles dice el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica: "Son criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales"[1].



"Jesús menciona a los ángeles como seres reales y activos"[2]. Por eso la existencia de los ángeles es dogma de fe[3]. Fue expresamente definido por el Concilio IV de Letrán[4].



"La existencia de los ángeles está testimoniada por innumerables pasajes de la Sagrada Escritura, si bien es poco lo que se conoce de sus funciones y naturaleza. Son "mensajeros" de Dios en momentos extraordinarios de la Historia de la Salvación. Conocemos algunos nombres relacionados con la función para la que son elegidos, como los de Miguel, Rafael, Gabriel".



Se da por entendido que son muchísimos en número distribuidos en jerarquías: el Antiguo Testamento habla de Querubines y Serafines; el Evangelio de Ángeles y Arcángeles; y San Pablo de Tronos, Dominaciones y Potestades.



Fueron sometidos a una prueba. Algunos sucumbieron por haberse declarado en rebeldía contra Dios: son los demonios que fueron condenados al infierno. Desde entonces su existencia parece concentrarse en odiar a Dios y en tentar a los hombres[5].



Entre los ángeles buenos, está el llamado "Ángel de la Guarda", que Dios da a cada hombre en este mundo para conducirle por el camino del bien[6].



"Se deduce de la Sagrada Escritura, según interpretación de los Santos Padres, que Dios ha dado a cada hombre un ángel para su particular defensa y protección"[7].



Dice la Biblia: "Dios te ha encomendado a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos"[8].



En el Evangelio[9] encontramos este testimonio: "Dijo Jesús: "mirad que no despreciéis a uno de estos pequeños, porque en verdad os digo que sus ángeles ven de continuo en el cielo la cara de mi Padre""[10].



21. DIOS VENGATIVO



Querido Padre Jorge. Soy lector suyo, y me han hecho esta consulta y no sé muy bien cómo responderla. He escuchado sus videos y por ahí escuché algo sobre el castigo. Según mi humilde entender, a veces Dios castiga en la tierra a los hombres buscando su corrección y santificación, tal como lo haría un padre. Y, según también entiendo, el castigo-vindicación, es decir, la venganza por los pecados que no fueran redimidos por Cristo, vendrá tras esta vida en el infierno. En principio (no sé si decir "en principio" o "en general"), Dios no aplica un castigo-vindicación a los que estamos en la tierra. ¿Es correcto esto así expresado? Dentro de esto mismo, ¿tiene alguna idea de qué es lo que se quiere decir con la expresión "Dios no es un Dios castigador" (aunque castiga, añado yo). ¿Qué piensa usted? Espero no incomodarlo.



1.- Dios no es vengativo.

2.- "Castigo de Dios" es un modo de hablar antropomorfo. Estaría mejor decir "medicina de Dios", pues lo que hace es siempre en bien nuestro.

3.- Y al infierno no nos mandó Dios, lo escogemos nosotros al pecar voluntariamente.



22. LA IRA DE DIOS



Hola P. Loring. ¿Por favor podría explicarme la diferencia entre la ira de Dios y la ira humana?



La ira de Dios es un modo de hablar antropomórfico. Dios no se enfada. Pero castiga al pecador que no se arrepiente.



23. LOS ARCÁNGELES



Tengo dos dudas: ¿Cuáles son los nombres de los siete arcángeles? Y ¿por qué siempre el nombre de éstos terminan en "el"? (Gabriel) (Miguel) etc.



No sé los nombres de los siete. Sólo sé los tres conocidos. Su terminación en "el" es una alusión a su conexión con Dios. EL era uno de los nombres que los hebreos daban a Dios.



24. LA METAFÍSICA



Buen día Padre. Quisiera que me explicara qué es eso de la Metafísica y también por qué la reencarnación no va con el cristianismo. Le aclaro que yo no creo en la reencarnación, pero no sé cómo rebatir a los que sí creen en eso, y también en lo otro, en la Metafísica, que realmente no sé su significado. Le agradezco mucho.



La Metafísica es una parte de la Filosofía. Se llama así porque trata de ideas que van más allá de la Física que trata de cosas materiales. La reencarnación va contra la Biblia.



___________________



NOTAS:



1 Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, no. 330.

2 LEON-DUFOUR, S.I.: Vocabulario de Teología Bíblica, Voz "ángeles". Ed. Herder. Barcelona.

3 MICHAEL SCHMAUS: Teología dogmática, no. 118. Ed. Rialp. Madrid.

4 DENZINGER: Magisterio de la Iglesia, n. 428. Ed. Herder. Barcelona.

5 Evangelio de SAN MATEO, 13:38s.

6 Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, no.336.

7 FELIPE CALLE, O.S.A.: Razona tu Fe, XIV, 3. Ed. Religión y Cultura. Madrid.

8 Salmo 91:11.

9 Evangelio de SAN MATEO, 18:10.

10 Libro básico del creyente hoy, II, 3. Ed. PPC. Madrid, 1970.





Cualquier consulta sobre estos temas las podrán realizar al consultorio de Antonio Salas Sánchez.



Para conocer más sobre el P. Jorge Loring pueden visitar su sitio web: http://ift.tt/1qVEv3i



Para descargar, en formato pdf, los libros escritos por el P. Jorge Loring ingresar a: http://ift.tt/1qVEtIP

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