Celebramos hoy la solemnidad de San Pedro y San Pablo, por indicación de nuestro Arzobispo. Ocasión de felicitar a los apóstoles, de contemplar sus vidas y de aprender de ellos.
Fue voluntad expresa del Señor constituir el colegio apostólico. San Lucas nos narra el momento. En aquella ocasión, el Señor pasó la noche entera en oración. Al amanecer, convocó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, los doce apóstoles.
Desde aquella hora el Señor les va preparando poco a poco para su misión especial: ser pastores a la medida del corazón desu Corazón para acabar otorgándoles sus poderes de enseñar, santificar y gobernar. Yo soy el Buen Pastor, nos dice, y os daré pastores a la medida de mi corazón.
Un momento singular fue el que narra el evangelio de hoy. El Señor alaba a Pedro, que ha secundado la Luz recibida de Dios Padre, le promete entregarle el Primado y la promesa de una asistencia muy especial.
Entre los pastores, el Papa ocupa la primacía. Es el Vicario de Cristo, el Romano Pontífice, el dulce Cristo en la tierra, según Santa Catalina de Siena. Las palabras del Señor son rotundas: el Papa goza de una asistencia especial del Cielo para cumplir su misión: es el guía seguro, unido a los obispos, sucesores de los apóstoles, para ser los buenos pastores de la Iglesia.
San Lucas, en los Hechos de los apóstoles, nos cuenta la veneración de los cristianos hacia Pedro. Procuraban que, al menos su sombra, se proyectara sobre los enfermos. Y así quedaban sanos
La primera lectura de la misa de hoy recoge la oración insistente de los cristianos por Pedro, preso en la cárcel y la intervención milagrosa del ángel del Señor para liberarlo.
Estos momentos de grave pandemia universal y de necesidad urgente de una nueva evangelización precisan de una mayor unión con nuestros pastores, el Papa y los obispos. El Señor rezó intensamente por la unidad de los cristianos y recordó que los pastores son instrumentos para conservar esa unidad entre todos nosotros.
Es momento de ir a contracorriente, como fueron ellos y de apoyarnos en la gracia de Dios como hicieron ellos. En sus cartas a los cristianos San Pablo cuenta como en su oración expresa al Señor su desconcierto ante su debilidad. El Señor le tranquiliza con una respuesta que nos dirige ahora a nosotros: Te basta mi gracia, Pablo se fiel en tu lucha y vencerás.
Renovemos los propósitos de ser muy misericordiosos con los demás. Para que nos llenemos de esperanza ante la misericordia infinita de Dios en estos graves momentos. Tanto para paliar los graves efectos de la pandemia como para llevar el tesoro de la fe cristiana a los demás, como hicieron los apóstoles.
Es momento también de recordar el sentido cristiano de las vacaciones. Y de acudir en nuestros afanes diarios a Santa María, Reina de los Apóstoles.
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