abril 2017


Una de las personas a las que he escuchado con grandísimo placer siempre es al obispo ortodoxo Kallistos Ware. Es obispo de una diócesis titular y está bajo el patriarca de Constantinopla.

Ha sido profesor en Oxford y eso se le nota, para bien. Su teología se echa de ver en cada una de sus charlas. Mejor dicho, su gran conocimiento teológico se ve bien claro cada vez que abre la boca. Si a eso se añade su mesura y su bondad, queda claro que la unión de las iglesias, tantas veces añorada, puede estar más cerca de lo que pensamos. Porque las grandes personas atraen no a millones de personas, pero sí a los mejores pastores de ambos bandos. Y cuando la bola de nieve se haga suficientemente grande no habrá quien la pare.

Habrá quien quiera pararla, por supuesto. Y esos estarán dispuestos a hacer cosas malas (esparcir la división por medios no sanos) con tal de detener lo que les parece que sería una traición a la verdadera fe.

Pero cuando el Espíritu Santo sople, nada podrá detener su soplo.

Aquí podemos escuchar a este ortodoxo hablando de la unión a los católicos y en otro vídeo hablando de lo mismo a los evangélicos.

Hablando a católicos

Hablando a evangélicos

Soy entusiasta de la áurea y tan espiritual palabra de este obispo ortodoxo desde hace años, como lo soy de la inteligentísima palabra y tan llena de matices del arzobispo anglicano Rowan Willians.

También soy rendido admirador de un predicador evangélico cuyo nombre callo. Y callo este último nombre por dos razones: porque es profundamente anticatólico y porque en unos pocos temas sostiene tesis descabelladas. Pero de la boca de ese predicador sale una exégesis bíblica que me parece de las mejores que se pueden escuchar en el mundo. Es un gigante al lado de los otros, pero en un estilo totalmente distinto. Cada uno de estos tres es colosal y, sin embargo, son tan radicalmente distintos en su modo de hacer teología.

Ah, la unión de los cristianos. Roguemos, roguemos, roguemos por ella. Jesús la quería. Es imposible para nosotros, pero Dios puede hacer un milagro. Estoy seguro de que a lo largo de mi vida veré no una unión de todas las confesiones, pero sí muchas uniones. Será como la gran caída del Muro de Berlín. Una vez que empiece el dominó, quién podrá pararlo.

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12:52



Lunes 01 de Mayo de 2017
Misa a elección:

Feria. Blanco. 
San José, obrero. (ML). Blanco.

El evangelio dice que José era un “varón justo”. Esta expresión designaba en el judaísmo a aquel que ajustaba su vida a los preceptos de Dios. A lo largo del Antiguo Testamento, muchos textos hablan del valor del trabajo realizado con honra y con el que se gana el pan dignamente. “El que es perezoso en el trabajo, es hermano del que destruye” (Prov 18, 9). Si José fue un “varón justo”, seguramente su actividad como trabajador artesano fue uno de los modos de encarnar en su vida la voluntad de Dios.

MISA DE LA FERIA

Antífona de entrada        
Resucitó el buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se entregó a la muerte por su rebaño. Aleluya.

Oración colecta    
Concédenos, Dios todopoderoso, que abandonando lo que viene del pecado, vivamos en comunión con Jesucristo, con quien nos has identificado por los sacramentos pascuales. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Lleguen hasta ti, Señor, nuestras oraciones junto con estas ofrendas, para que, purificados por tu gracia, recibamos el sacramento de tu inmensa bondad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Jn 14, 27
Dice el Señor: “Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo”. Aleluya.

Oración después de la comunión

Dios todopoderoso, que nos haces renacer a la vida eterna por la resurrección de Cristo, concédenos que los sacramentos pascuales den fruto abundante en nosotros, e infunde en nuestros corazones la fuerza de este alimento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.



MISA DE LA MEMORIA DE SAN JOSÉ, OBRERO

Antífona de entrada         Sal 127, 1-2
Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. Aleluya.

Oración colecta    
Dios nuestro, creador de todas las cosas, que llamas al género humano a colaborar en tu obra creadora, concédenos, por la protección y el ejemplo de san José, realizar plenamente las tareas que nos confías y alcanzar la recompensa prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Señor, fuente de misericordia, mira las ofrendas que te presentamos en la conmemoración de san José, y concédenos, por tu bondad, que sirvan de protección para los que te invocan. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión   cf. Col 3, 17
Todo lo que puedan decir o hacer, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre. Aleluya.

Oración después de la comunión

Saciados con el pan del cielo, te suplicamos, Padre, que, a ejemplo de san José, podamos gozar siempre de tu paz, dando testimonio del amor que infundes en nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.



Lectura        Hech 6, 8-15
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada “de los Libertos”, como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra, sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído blasfemar contra Moisés y contra Dios. Así consiguieron excitar al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y llegando de improviso, lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrín. Entonces presentaron falsos testigos, que declararon: “Este hombre no hace otra cosa que hablar contra este Lugar santo y contra la Ley. Nosotros le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este Lugar y cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés”. En ese momento, los que estaban sentados en el Sanedrín tenían los ojos clavados en él y vieron que el rostro de Esteban parecía el de un ángel.
Palabra de Dios.

Comentario
Quienes obran desde la mentira y el temor a perder sus privilegios hechan a mano recursos sucios: en este caso, el soborno de los testigos falsos. Quien obra desde Dios y con Dios, sabe que son verdaderos recursos su honestidad y la verdad que lo sostiene. Así se presentó Esteban, despojado de poderes y de influencias, sólo con el Evangelio.

Salmo 118, 23-24. 26-27. 29-30
R. ¡Feliz el que sigue la ley del Señor!

Aunque los poderosos se confabulen contra mí, yo meditaré tus preceptos. Porque tus prescripciones son todo mi deleite, y tus preceptos, mis consejeros. R.

Te expuse mi conducta y tú me escuchaste: Enséñame tus preceptos. Instrúyeme en el camino de tus leyes, y yo meditaré tus maravillas. R.

Apártame del camino de la mentira, y dame la gracia de conocer tu ley. Elegí el camino de la verdad, puse tus decretos delante de mí. R.

Aleluya        Mt 4, 4b
Aleluya. El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Aleluya.

Evangelio     Jn 6, 22-29
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Después que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban en el lugar donde el Señor había multiplicado los panes, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”. Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en Aquel que él ha enviado”.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús hace una contraposición entre lo perecedero y lo imperecedero, entre lo eterno y lo efímero. Y nos interpela también a nosotros. ¿Qué buscamos en Jesús? ¿Un milagrito que nos solucione tal o cual problema puntual? ¿Un “mago” que haga cosas fabulosas y desconcertantes? Jesús quiere darnos lo sólido, lo bueno, lo imperecedero. Quiere darse a sí mismo.

Oración introductoria
Ilumina Señor mis pasos con tu palabra para que camine siempre por tus sendas. No dejes que convierta los medios en fines ni que pierda la conciencia de que sólo Tú eres el alimento que necesita mi alma en este peregrinar hacia el cielo. Te ofrezco esta meditación por todos aquellos hombres que sumergidos en las necesidades materiales no pueden levantar la vista hacia Ti.

Petición
Ayúdame Señor a buscarte a Ti como único alimento que permanece para la vida eterna.

Meditación 

Hoy, después de la multiplicación de los panes, la multitud se pone en busca de Jesús, y en su búsqueda llegan hasta Cafarnaúm. Ayer como hoy, los seres humanos han buscado lo divino. ¿No es una manifestación de esta sed de lo divino la multiplicación de las sectas religiosas, el esoterismo?

Pero algunas personas quisieran someter lo divino a sus propias necesidades humanas. De hecho, la historia nos revela que algunas veces se ha intentado usar lo divino para fines políticos u otros. Hoy, en el Evangelio proclamado, la multitud se ha desplazado hacia Jesús. ¿Por qué? Es la pregunta que hace Jesús afirmando: «Vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (Jn 6,26). Jesús no se engaña. Sabe que no han sido capaces de leer las señales del pan multiplicado. Les anuncia que lo que sacia al hombre es un alimento espiritual que nos permite vivir eternamente (cf. Jn 6,27). Dios es el que da ese alimento, lo da a través de su Hijo. Todo lo que hace crecer la fe en Él es un alimento al que tenemos que dedicar todas nuestras energías.

Nuestra vida transcurre entre momentos de paz y de angustia, de alegría y de lágrimas, de bonanza y de necesidad. Una tendencia común es acordarse de Dios sólo en los momentos difíciles cuando necesitamos algo. 

Busquemos acercarnos a Él no sólo en el dolor sino también en la paz y la alegría de cada día para agradecerle lo que tenemos o simplemente para compartir con Él pequeños momentos de amistad y de cariño, como lo hacemos con un hermano o con un padre. No reduzcamos nuestro trato con Dios a simples peticiones. Dios quiere concedernos lo que le pedimos pues conoce nuestras necesidades, pero además de esto, quiere estar con nosotros, simplemente estar con nosotros dialogando de las pequeñas cosas que nos ocurren cada día.

Propósito
Antes de acostarme agradecer a Dios con una pequeña oración el día que nos ha regalado y pedirle fuerzas para vivir cristianamente el día siguiente.

Oración con Cristo
Señor Jesús, que cuando te busque no sea sólo para pedirte por mis necesidades inmediatas sino porque quiera estar contigo como un amigo. Enséñame a apreciar tu compañía y a buscarte en todos los momentos de mi vida. Que sepa prescindir de mis planes y cálculos humanos para abandonarme confiadamente en tus manos y dejarme guiar por tu providencia hasta el cielo, mi destino último.


Si tienes afecto desordenado a los bienes presentes, perderás los del cielo... No puedes llenarte con ningún bien temporal, porque no fuiste creado solamente para gozarlos. 


(Tomás de Kempis. La imitación de Cristo Libro III, Capítulo 16)

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12:17


Fiesta instituida por Pío XII el 1 de mayo de 1955, para que -como dijo el mismo Pío XII a los obreros reunidos aquel día en la Plaza de San Pedro - "el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias". 

San José, descendiente de reyes, entre los que se cuenta David, el más famoso y popular de los héroes de Israel, pertenece también a otra dinastía, que permaneciendo a través de los siglos, se extiende por todo el mundo.

Hoy celebramos la fiesta de san José obrero. Es un día festivo para descansar del trabajo cotidiano, y celebramos la Fiesta del Trabajo. Los trabajadores y sus sindicatos suelen aprovechar este día para hacer sus reivindicaciones en defensa de sus derechos. La Iglesia nos pone, hoy, el ejemplo de san José, el carpintero de Nazaret, que fue un modelo de trabajo para sostener su familia y desarrollar su oficio. Ésta es la forma normal de vivir en este mundo, ganándonos el pan de cada día con el sudor de nuestro trabajo. Los derechos humanos nos dicen que toda persona tiene derecho a un trabajo digno y bien remunerado. Es así como cumplimos con nuestros deberes y nos ganamos el salario que nos corresponde. San Ambrosio dice que «es un homicidio negar a un hombre el salario que necesita para vivir». Hoy, la Iglesia reza por el mundo del trabajo, para que todo trabajador pueda cumplir sus deberes y vivir con dignidad.

El mismo Evangelio nos presenta a Jesús como «hijo del carpintero» (Mt 13,56), en su pueblo de Nazaret donde se crió y donde vivió la mayor parte de los años de su vida terrenal. A pesar de todo, la gente de Nazaret no llegó a conocer la persona de Jesús. Se creían que lo conocían, pero nada sabían de Él. Por esto, no se podían explicar de dónde le venía la sabiduría y el poder de hacer milagros.

Hoy celebramos al padre nutricio de Jesús, justo y humilde carpintero de Nazaret, que pasa la vida no sólo en la meditación y la oración, sino también en las fatigas de su artesanía. José es el símbolo de la prudencia, del silencio, de la generosidad, de la dignidad y de la aplicación en el trabajo; también lo es de los derechos y de los deberes respecto del trabajo.

San José fue un auténtico obrero en el pleno sentido de la palabra, y el único hombre que compartió con el Hijo de Dios la tarea de todos los días.

Recordamos hoy a todos los trabajadores de nuestra patria y del mundo, pidiendo al cielo para que sean instrumento de paz, de evangelización, de serena inteligencia, de valor y de confianza en sí mismos, de esperanzas de bien y de fervientes voluntad, dignos y sin retaceos en la hermandad de los hombres. Hoy la Iglesia recuerda, en el día de los trabajadores, a san José, obrero.

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OFICIO DE LECTURA - LUNES DE LA SEMANA III - TIEMPO PASCUAL
Del propio del tiempo. Salterio III. 

SEGUNDA LECTURA

Del Comentario de san Beda el Venerable, presbítero, sobre la primera carta de san Pedro
(Cap. 2: PL 93. 50-51)

LINAJE ESCOGIDO, SACERDOCIO REGIO

Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio. Este título honorífico fue dado en otro tiempo por Moisés al antiguo pueblo de Dios, y ahora con toda razón lo da el apóstol Pedro a los gentiles, porque han creído en Cristo, el cual, como piedra angular, ha reunido a todos los hombres para que tengan parte en aquella salvación que era antes exclusiva del pueblo de Israel.

Los llama linaje escogido a causa de su fe, para distinguirlos de aquellos otros que, al desechar al que es la piedra viva, se han hecho ellos mismos dignos de ser desechados.

Los llama también sacerdocio regio, porque están unidos al cuerpo de aquel que es el rey supremo y sacerdote verdadero, que, en su calidad de rey, da el reino a los suyos y, en su calidad de pontífice, limpia los pecados de ellos con la oblación de su propia sangre. Les da el nombre de sacerdocio regio, para que no olviden la esperanza del reino perpetuo y la obligación que tienen de ofrecer continuamente a Dios el sacrificio de una conducta inmaculada.

Son llamados también nación santa y pueblo adquirido, de conformidad con lo que dice el apóstol Pablo, explicando la afirmación del profeta: «El justo vivirá por la fe, pero si vuelve atrás no pondré más en él mi complacencia.» Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino hombres de fe que vamos hacia la salvación de nuestras almas. Y dice también en los Hechos de los apóstoles: El Espíritu Santo os ha constituido como pastores de la Iglesia de Dios. que él adquirió con la sangre de su Hijo. Así, pues, por la sangre de nuestro Redentor hemos sido hechos pueblo adquirido, como lo era en otro tiempo el pueblo de Israel, redimido de Egipto por la sangre del cordero.

Por esto en el versículo siguiente, reflexionando también sobre el sentido figurativo de la historia de Israel, enseña cómo obtiene su perfecto cumplimiento en el nuevo pueblo de Dios, diciendo: Para proclamar sus hazañas. Pues, del mismo modo que los israelitas, liberados por Moisés de la esclavitud de Egipto, después del paso del mar Rojo y del hundimiento del ejército del Faraón, cantaron al Señor un himno triunfal, también nosotros, después de haber recibido en el bautismo el perdón de los pecados, debemos tributar a Dios una digna acción de gracias por estos beneficios espirituales.

Porque los egipcios, que afligían al pueblo de Dios y que por eso eran como un símbolo de las tinieblas y de la tribulación, significan adecuadamente los pecados que nos perseguían, pero que fueron borrados por el bautismo. También la liberación de los hijos de Israel y su conducción hacia la patria en otro tiempo prometida, concuerda con el misterio de nuestra redención, por la cual tendemos, mediante la iluminación y la guía de la gracia de Cristo, hacia la luz de la morada celestial; de esta luz de la gracia era también símbolo aquella nube y columna de fuego que durante todo el camino los defendió de las tinieblas de la noche y los llevó, por un sendero inefable, hasta la posesión de la tierra prometida.

RESPONSORIO    1Pe 2, 9; Dt 7, 7; 13, 5

R. Vosotros sois linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios, * para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya.
V. El Señor os eligió y os sacó de la casa de la esclavitud.
R. Para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan, y que cumplan lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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12:17


OFICIO DE LECTURA - LUNES DE SEMANA III - TIEMPO PASCUAL
Propio del Tiempo. Salterio III


Himno: CRISTO EL SEÑOR



Cristo el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.

Cristo, nuestra Pascua,
es nuestro rescate,
nuestra salvación.

Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.

Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó. 

Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.

Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dió.

Ábranse de gozo
las puertas del Hombre
que al hombre salvó.

Gloria para siempre
al Cordero humilde
que nos redimió. Amén.

V. Mi corazón y mi carne. Aleluya.
R. Se alegran por el Dios vivo. Aleluya. 

PRIMERA LECTURA

Año I


Del libro del Apocalipsis 7, 1-17

UNA GRAN MULTITUD ES SELLADA CON EL SELLO DE DIOS

Yo, Juan, vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra; y sujetaban a los cuatro vientos de ella, para que no soplase viento sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre árbol alguno. Vi subir de la parte del oriente a otro ángel, que tenía el sello del Dios vivo. Y gritó con voz potente, dirigiéndose a los cuatro ángeles, a quienes se había dado poder para dañar a la tierra y al mar:

«No hagáis daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que no hayamos sellado en la frente a los siervos de nuestro Dios.»

Oí el número de los sellados: Eran ciento cuarenta y cuatro mil los sellados de todas las tribus de Israel. De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil sellados.

Después de esto tuve otra visión. Y vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. y gritan con fuerte voz:

«La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»

Y todos los ángeles que estaban en pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios, diciendo:

«Amén. La bendición y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias, y el honor, y el poder, y la fuerza son de nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.»

Uno de los ancianos tomó la palabra y me dijo:
«Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?»

Yo le respondí:
«Señor mío, tú lo sabrás.»

Me respondió:

«Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios, dándole culto día y noche en su santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed; ya no los molestará el sol ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los guiará a los manantiales de las aguas de la vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.»

RESPONSORIO    Ap 7, 13. 14; 6, 9

R. «Esos que están vestidos con vestiduras blancas ¿quiénes son y de dónde han venido?» Y me fue respondido: * «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero.» Aleluya.
V. Vi al pie del altar las almas de los que habían sido degollados por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que habían dado.
R. Ésos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero. Aleluya.


Año II


De los Hechos de los apóstoles 8, 26-40


FELIPE BAUTIZA AL EUNUCO DE CANDACE

En aquellos días, un ángel del Señor habló así a Felipe:

«Vete hacia eso del mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza, que está solitario.»

Felipe se puso en camino, y topó con un eunuco etíope, alto dignatario de Candace, reina de Etiopía, e intendente del tesoro real. Había venido a Jerusalén a adorar a Dios, y ahora estaba de regreso. Iba sentado en su carroza, leyendo en voz alta al profeta Isaías. Dijo el Espíritu a Felipe:

«Adelántate y alcanza a esa carroza.»

Adelantóse Felipe y, oyendo que leía al profeta Isaías, le preguntó:

«¿Entiendes lo que estás leyendo?»

Él respondió:
«¿Y cómo lo voy a entender, si no tengo quien me lo explique?»

E invitó a Felipe a que subiese y se sentase a su lado. El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. En su humillación se le negó todo derecho; ¿quién podrá contar su descendencia? Lo arrancaron de la tierra de los vivos.» Preguntó el dignatario a Felipe:

«Por favor, ¿de quién dice eso el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro?»

Felipe tomó la palabra y, comenzando por este pasaje de la Escritura, le dio a conocer el mensaje de Jesús. Según iban siguiendo su camino, llegaron a un sitio donde había agua, y el eunuco exclamó:

«Aquí hay agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?»

Y mandó parar la carroza. Bajaron los dos al agua, y Felipe lo bautizó. En cuanto salieron fuera del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, que ya no se dejó ver más del eunuco. Éste continuó alegre su camino. Felipe, por su parte, se encontró en Azoto y, pasando de una ciudad a otra, fue anunciando en todas partes la Buena Nueva, hasta llegar a Cesárea.

RESPONSORIO    Cf. Is 53, 7. 12; Sal 21, 28

R. Fue conducido como oveja al matadero, y no abría la boca; * fue entregado a la muerte, para dar la vida a su pueblo. Aleluya.
V. Volverán al Señor hasta de los confines del orbe; en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
R. Fue entregado a la muerte, para dar la vida a su pueblo. Aleluya.

SEGUNDA LECTURA

Del Comentario de san Beda el Venerable, presbítero, sobre la primera carta de san Pedro
(Cap. 2: PL 93. 50-51)

LINAJE ESCOGIDO, SACERDOCIO REGIO

Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio. Este título honorífico fue dado en otro tiempo por Moisés al antiguo pueblo de Dios, y ahora con toda razón lo da el apóstol Pedro a los gentiles, porque han creído en Cristo, el cual, como piedra angular, ha reunido a todos los hombres para que tengan parte en aquella salvación que era antes exclusiva del pueblo de Israel.

Los llama linaje escogido a causa de su fe, para distinguirlos de aquellos otros que, al desechar al que es la piedra viva, se han hecho ellos mismos dignos de ser desechados.

Los llama también sacerdocio regio, porque están unidos al cuerpo de aquel que es el rey supremo y sacerdote verdadero, que, en su calidad de rey, da el reino a los suyos y, en su calidad de pontífice, limpia los pecados de ellos con la oblación de su propia sangre. Les da el nombre de sacerdocio regio, para que no olviden la esperanza del reino perpetuo y la obligación que tienen de ofrecer continuamente a Dios el sacrificio de una conducta inmaculada.

Son llamados también nación santa y pueblo adquirido, de conformidad con lo que dice el apóstol Pablo, explicando la afirmación del profeta: «El justo vivirá por la fe, pero si vuelve atrás no pondré más en él mi complacencia.» Nosotros no somos de los que se vuelven atrás para su perdición, sino hombres de fe que vamos hacia la salvación de nuestras almas. Y dice también en los Hechos de los apóstoles: El Espíritu Santo os ha constituido como pastores de la Iglesia de Dios. que él adquirió con la sangre de su Hijo. Así, pues, por la sangre de nuestro Redentor hemos sido hechos pueblo adquirido, como lo era en otro tiempo el pueblo de Israel, redimido de Egipto por la sangre del cordero.

Por esto en el versículo siguiente, reflexionando también sobre el sentido figurativo de la historia de Israel, enseña cómo obtiene su perfecto cumplimiento en el nuevo pueblo de Dios, diciendo: Para proclamar sus hazañas. Pues, del mismo modo que los israelitas, liberados por Moisés de la esclavitud de Egipto, después del paso del mar Rojo y del hundimiento del ejército del Faraón, cantaron al Señor un himno triunfal, también nosotros, después de haber recibido en el bautismo el perdón de los pecados, debemos tributar a Dios una digna acción de gracias por estos beneficios espirituales.

Porque los egipcios, que afligían al pueblo de Dios y que por eso eran como un símbolo de las tinieblas y de la tribulación, significan adecuadamente los pecados que nos perseguían, pero que fueron borrados por el bautismo. También la liberación de los hijos de Israel y su conducción hacia la patria en otro tiempo prometida, concuerda con el misterio de nuestra redención, por la cual tendemos, mediante la iluminación y la guía de la gracia de Cristo, hacia la luz de la morada celestial; de esta luz de la gracia era también símbolo aquella nube y columna de fuego que durante todo el camino los defendió de las tinieblas de la noche y los llevó, por un sendero inefable, hasta la posesión de la tierra prometida.

RESPONSORIO    1Pe 2, 9; Dt 7, 7; 13, 5

R. Vosotros sois linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios, * para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya.
V. El Señor os eligió y os sacó de la casa de la esclavitud.
R. Para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al camino recto, concede a todos los cristianos que se aparten de todo lo que sea indigno de ese nombre que llevan, y que cumplan lo que ese nombre significa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

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¿Qué fue lo que motivó que el desengaño y la sensación de fracaso de los discípulos de Emaús -y de los creyentes o de los alejados hoy de la comunión eclesial representados en ellos- fuera substituido por un entusiasmo que les llevó a suplicar: “Quédate con nosotros Señor”?
Cuando Jesús se acerca a estos dos que se vuelven a sus casas, abandonando tal vez la aventura divina a la que fueron convocados, no le reconocen porque la tristeza les embarga. En la trágica tarde del Viernes Santo quedaron enterradas sus esperanza mesiánicas; y ni las noticias de las mujeres asegurando que el Señor ha resucitado ni la confirmación de las mismas por parte de algunos del grupo, han logrado avivar la esperanza. Están decepcionados y tristes.
Cristo, tras censurar su ignorancia sobre lo que anunciaron los profetas y su resistencia a creer a quienes le han visto, les fue explicando, partiendo de Moisés, la conveniencia y el sentido de los trágicos sucesos de la Pasión. Invitado a sentarse a la mesa con ellos porque el día declina, al partir el pan, se les abrieron los ojos y le reconocieron. Previamente, por el camino, las explicaciones del Señor iban encendiendo en ellos la fe y el amor. “Pan y Palabra, Hostia y Oración, si no, no tendrás vida sobrenatural” (S. Josemaría Escrivá).
Cristo Resucitado sigue presente entre nosotros, camina a nuestro lado, está en medio de nosotros; “sobre todo en la acción litúrgica... Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla... Por tanto, de la liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo” (C. Vat. II. S. C. nn 7 y 10).
“Se volvieron a Jerusalén, donde estaban reunidos los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: “Era verdad, ha resucitado el Señor”. La comunión eclesial se ha restablecido y todos se intercambian sus propias experiencias. Nosotros debemos meditar una y otra vez esa Palabra de Dios que resuena con autoridad en la Iglesia y acudir con la frecuencia que nos sea posible a la Eucaristía.
¿No podríamos nosotros buscar unos minutos al día de modo habitual para meditar sosegadamente esa Palabra de Dios leyendo el Santo Evangelio, y haciendo nuestras aquellas estrofas del libro de la Sabiduría: “la preferí a los cetros..., no la comparé a las piedras preciosas porque todo el oro ante ella es como un grano de arena”? (Sap 7,8-10 y 14). ¿Es para mí su lectura una conversación personal con Jesucristo? ¿Me acerco al Señor, presente en la Eucaristía, con la confianza de quienes le trataron en su tiempo?
¡Ir a verle y oírle en la Eucaristía y en la Palabra, como ciegos, enfermos... en el plano espiritual! ¡Acudir cada día, y no de refilón, sin prisas, para oír de sus labios esas palabras que le encadenan a uno para siempre y sentir la seguridad y confianza que emanan de su Persona!

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 24, 13-35)

AQUEL mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios;br iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adónde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

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01:37

Un grupo de arqueólogos lleva dirigiendo excavaciones cada año desde 2011 en la sinagoga de Huqoq, una antigua aldea en la región de la Baja Galilea, en Israel.

Datan del siglo V d.C. y han deslumbrado por su contenido y calidad a la Autoridad de Antigüedades.

El pasado mes, un equipo en el que participaban estudiantes y personal de cuatro universidades norteamericanas desenterró lo que podría ser el descubrimiento más sorprendente hasta la fecha: dos paneles de mosaicos que representan la historia del Arca de Noé y la partición del Mar Rojo.

Los paneles, descritos como extremadamente raros por su contenido y calidad, decoraban el suelo de la nave de la sinagoga, que data del siglo V después de Cristo, durante el periodo romano tardío.

Uno de los paneles de mosaico muestra el relato del Arca de Noé (del libro Génesis, capítulos 6-9) con parejas de leones, leopardos, serpientes, osos, elefantes, avestruces, cabras, ovejas y otros animales acompañando a la misma arca.

El otro mosaico representa de forma vívida la división del Mar Rojo (de Éxodo 14:26), una imagen detallada con enormes peces engullendo soldados del ejército egipcio, carros volcados y soldados y caballos ahogados.

Los mosaicos afloraron durante la quinta temporada de excavaciones en el lugar. El equipo descubrió el primer mosaico en 2012, un año después del comienzo de las excavaciones.

Actualmente, el proyecto de excavación en Huqoq incorpora a expertos de la Autoridad de Antigüedades de Israel, además de a estudiantes y empleados de la Universidad Baylor, la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, la Universidad Brigham Young y la Universidad de Toronto.

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Así me imagino yo el rostro de Jesús, más o menos. No sé por qué pero esta estatua no me entusiasma. Pero desde un punto de vista formal, así me imagino yo su rostro.

Estoy a treinta páginas de finalizar la revisión de mi estudio sobre el Apocalipsis. Tengo que releer todavía ese capítulo en la magna obra Michael Schmaus. Si algún lector me quiere aconsejar otro teólogo que haya escrito algo relevante sobre el libro de san Juan, se lo agradeceré. Aunque sólo haya escrito un artículo. Pero algo relevante, no una mera repetición de “lo de siempre”.


Hoy he estado pensando qué libro emprender en mayo. Una posibilidad era revisar mi novela sobre san Pablo. La otra escribir un Cyclus Apocalypticus revisited. Os pido oraciones para que el Señor me ayude. Pero, aunque le voy a dar más vueltas, ahora estoy más ilusionado con la novela del fin del mundo. Quizá sea mejor cerrar este capítulo literario comenzado por mi estudio exegético. En fin, orad para que se haga lo que Dios quiera.

Mañana a las doce, hace sus votos temporales una novicia de mi convento. Vendrá el obispo. Será una solemne y gozosa celebración.

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14:59
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Se lee con mucha facilidad y suscita interés, pues habla de los hechos de las apariciones de Fátima con gran precisión y muy sintéticamente. Y va dando noticia de la vida santa de Lúcia después de las apariciones hasta su muerte en 2005.Es, pues, un bonito instrumento para ir preparando el cercano centenario de este singular y extraordinario acontecimiento: ¡Fátima!

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13:44

Homilía para el Tercer Domingo de Pascua A

Todos los evangelios de los domingos del tiempo de Pascua han sido tomados del evangelio de san Juan, excepto el de hoy que se tomó del de san Lucas. Este último nos describe tres apariciones de Jesús el día de Pascua:

1) la aparición a las mujeres que fueron las primeras en tener la valentía de llegarse al sepulcro muy de mañana;

2) la de los dos discípulos que habían decidido volverse a su poblado y a sus ocupaciones;

3) la aparición a los Doce que estaban aún paralizados por el miedo en el lugar en que se habían encerrado.

Este encuentro con los dos discípulos de Emaús ha inspirado a diferentes artistas a lo largo de los siglos. Pero creo que la mayor parte de las pinturas conocidas representan a Cristo en la mesa con los dos discípulos en la sala de un hotel más bien que en camino. Personalmente he quedado siempre fascinado, muy en especial, por el encuentro en el camino.

En realidad, aun cuando tiene ciertamente un fundamento histórico lo que describe Lucas, no es tanto la descripción del detalle del suceso histórico lo que le interesa. No se precisa de un gran esfuerzo de reflexión o de análisis para darse cuenta de que lo que san Lucas describe en este pasaje es la vida de la primera comunidad cristiana que prosigue sus ocupaciones ordinarias tras la muerte y la resurrección de Jesús, pero que sigue sintiendo su presencia:

1) a través de la comunicación de la Palabra y de la Catequesis;

2) a través de la fracción del pan, y

3) a través de la profesión de fe. Lucas no nos narra un milagro de poder, sino más bien un acontecimiento que da gozo y calor al corazón.

Vamos a imaginarnos por un momento lo que sentía la comunidad cristiana (representada aquí por los dos discípulos) tras la muerte de Jesús. Para ellos la vida de Jesús había sido desconcertante. Se les había mostrado como un joven profeta con todos los signos del Mesías, había hablado como nadie lo había hecho, había pasado haciendo el bien y obrando milagros. Pero todo esto había durado muy poco tiempo. Lo habían condenado a muerte. Hay una frase de la narración que expresa claramente su desilusión: “Pensábamos que era él…”

En la vida de cada uno de nosotros se han dado ciertamente momentos en que hemos sentido vivamente la experiencia de la presencia de Cristo. La certeza absoluta de esta presencia nos ha dado la fuerza para comprometernos como Cristianos, como miembros responsables de la Iglesia, como sacerdotes. Y se han dado asimismo con toda probabilidad otros momentos, en los que daba la impresión de que ya nada estaba claro, de que nada aparecía como cierto. ¿No hemos tenido ganas de decir en esos momentos: “Pensábamos que era él…”? Creíamos estar cumpliendo su voluntad, pensábamos que estaría siempre a nuestro lado. Esperábamos tener de continuo la experiencia de su presencia. Y ahora…ya es el tercer día, el tercer mes, el tercer año… Y si nos preguntase alguien por la razón de nuestra tristeza, tendríamos ganas de responderle: “Pero ¿eres tú el único que no sabe que todo va mal…en la Iglesia, en el mundo, en mi comunidad, en mi vida”…?

El Evangelio de hoy nos trae a la memoria la importancia del recuerdo, que constituye la actitud cristiana fundamental (“Haced esto en recuerdo mío…”) Nos recuerda que cada vez que en un momento de duda y de prueba, tenemos el valor de decir: “Yo creía que era Él…”…siempre está Él haciendo con nosotros nuestro camino, dando calor a nuestros corazones, abriendo nuestros ojos a la intelección de la Escritura – no sólo de la Biblia, sino también de la Escritura de nuestra existencia -, y conduciéndonos a la distribución del pan con nuestros hermanos, conduciéndonos a reconocer su presencia en ese reparto. Un reparto que es comida, pero es comida de sacrificio, es presencia real y es por eso que tan pronto la comunidad primitiva cambió del sábado al domingo, y describió esa comida como verdadero sacrificio, sacramento de la presencia REAL de Jesús. Hay varias presencia de Jesús en la Iglesia: cuando oran dos o tres, en los sacerdotes, etc., pero recuerda el beato Pablo VI en Mysterium fidei 5:Estas varias formas de presencia llenan el espíritu de estupor y ofrecen a la contemplación el misterio de la Iglesia. Pero es muy otro el modo, verdaderamente sublime (alia est ratio, praestantissima quidem), con el cual Cristo está presente a su Iglesia en el sacramento de la Eucaristía… Tal presencia se llama “real” no por exclusión sino por antonomasia (per excellentiam), ya que es corporal y substancial, ya que por ella se hace presente Cristo, Dios y hombre, entero e íntegro“.

Somos los discípulos de Jesús…Estamos todos en camino hacia Emaús. Nos estamos contando unos a otros lo que ha sucedido…o no ha sucedido. Porque tenemos el valor de hacer eso, en memoria de Él, lo encontramos junto a nosotros haciendo nuestro camino Es uno de nosotros; está en cada uno de nosotros. Es lo que ha de ser cada uno de nosotros para el otro…¿No arden nuestros corazones en nuestro interior?… María, Madre de la Pascua, has que entendamos las Escrituras y celebremos en la Iglesia, para que ardan…

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08:27


Domingo 30 de Abril de 2017
3º de Pascua
Blanco

Martirologio Romano: San Pío V, papa, de la Orden de Predicadores, que, elevado a la sede de Pedro, se esforzó con gran piedad y tesón apostólico en poner en práctica los decretos del Concilio de Trento acerca del culto divino, la doctrina cristiana y la disciplina eclesiástica, promoviendo también la propagación de la fe. Se durmió en el Señor en Roma, el día primero del mes de mayo (1572).

Antífona de entrada          cf. Sal 65,1-2
Aclame al Señor toda la tierra. Canten la gloria de su nombre. Aleluya.

Oración colecta     
Dios nuestro, que tu pueblo se alegre siempre por la nueva vida recibida, para que, con el gozo de los hijos, aguarde con firme esperanza el día de la resurrección final. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia desbordante de alegría, y después de haberle concedido el motivo de un gozo tan grande, concédele participar de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        cf. Lc 24, 46-47
El Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y en su nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Aleluya.

Oración después de la comunión
Padre, mira con bondad a tu pueblo y, ya que lo has renovado con los sacramentos de la vida eterna, concédele alcanzar la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.

1ª Lectura    Hech 2, 14. 22-33
Lectura de los Hechos de los apóstoles.
El día de Pentecostés, Pedro, poniéndose de pie con los Once, levantó a voz y dijo: “Hombres de Judea y todos los que habitan en Jerusalén, presten atención, porque voy a explicarles lo que ha sucedido. A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su intermedio los milagros, prodigios y signos que todos conocen, a ese hombre que había sido entregado conforme al plan y a la previsión de Dios, ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles. Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él. En efecto, refiriéndose a él, dijo David: ‘Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no vacile. Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará en la esperanza, porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción. Tú me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia’. Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono. Por eso previó y anunció la resurrección del Mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comunicado como ustedes ven y oyen”.
Palabra de Dios.

Comentario
“Encontramos aquí el primer anuncio o kerygma. Este kerygma es la predicación que se hace por primera vez al judío o al pagano anunciándole el acontecimiento pascual. Se trata de un anuncio breve, gozoso, por el cual se proclama que Dios ha resucitado a Jesús y, por medio de la pascua, nos ofrece la salvación. Se hace resaltar la trascendencia de Dios y se pone de relieve su acción gratuita y salvadora. A esta primera presentación de la Pascua se responde con la fe”.

Sal 15, 1-2. 5. 7-11
R. Señor, me harás conocer el camino de la vida.

Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti. Yo digo al Señor: “Señor, tú eres mi bien”. El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz, ¡tú decides mi suerte! R.

Bendeciré al Señor que me aconseja, ¡hasta de noche me instruye mi conciencia! Tengo siempre presente al Señor: Él está a mi lado, nunca vacilaré. R.

Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro. R.

Me harás conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha. R.

2ª Lectura    1Ped 1, 17-21
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos: Ya que ustedes llaman Padre a Aquél que, sin hacer acepción de personas, juzga a cada uno según sus obras, vivan en el temor mientras están de paso en este mundo. Ustedes saben que “fueron rescatados” de la vana conducta heredada de sus padres, no con bienes corruptibles, como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto, predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos para bien de ustedes. Por él, ustedes creen en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera que la fe y la esperanza de ustedes estén puestas en Dios.
Palabra de Dios.

Comentario
Sabemos en quien ponemos la esperanza. Creemos en lo que su amor nos tiene destinado. Caminamos en esta tierra con la convicción de que el camino tiene una dirección: vamos al encuentro definitivo con el Padre que, en Jesús, quiere darnos vida eterna.

Aleluya        Cf. Lc 24, 32
Aleluya. Señor Jesús, explícanos las Escrituras. Haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas. Aleluya.

Evangelio     Lc 24, 13-35
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El primer día de la semana, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?”. Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!”. “¿Qué cosa?”, les preguntó. Ellos respondieron: “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron”. Jesús les dijo: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?”. Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”. Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”. En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: “Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!”. Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.

Comentario

En el camino Jesús relee las Escrituras. Con su interpretación, todos los acontecimientos cobran sentido. Y luego, alrededor de la mesa, figura del banquete del Reino, parte el pan. Por la palabra y por el pan los discípulos creyeron en la presencia de Jesús Resucitado. Por la palabra y por el pan, en cada misa, nos sentamos alrededor de la mesa con Jesús. Él está vivo donde su Palabra hace arder el corazón y donde la alegría del pan se comparte.


Oración introductoria 
Señor, en esto días hemos meditado profundamente en tu vida, tu muerte, tu resurrección. Dame la gracia de vivir con mayor conciencia mis compromisos cristianos, pues no quiero pasar indiferente ante tu amor. Ilumina mi mente y mi corazón con un rayo de tu luz para que te busque en todo momento y te dé el primer lugar en mi vida. 

Petición 
Señor, dame una fe sencilla que me lleve a encontrarte personalmente en la Eucaristía. Aumenta mi confianza para acercarme, como un niño, a tu Sagrario. Concédeme un amor vigoroso a la Sagrada Eucarística. 

Meditación 

Hoy, Cristo resucitado saluda a los discípulos, nuevamente, con el deseo de la paz: «La paz con vosotros» (Lc 24,36). Así disipa los temores y presentimientos que los Apóstoles han acumulado durante los días de pasión y de soledad.

Él no es un fantasma, es totalmente real, pero, a veces, el miedo en nuestra vida va tomando cuerpo como si fuese la única realidad. En ocasiones es la falta de fe y de vida interior lo que va cambiando las cosas: el miedo pasa a ser la realidad y Cristo se desdibuja de nuestra vida. En cambio, la presencia de Cristo en la vida del cristiano aleja las dudas, ilumina nuestra existencia, especialmente los rincones que ninguna explicación humana puede esclarecer. San Gregorio Nacianceno nos exhorta: «Debiéramos avergonzarnos al prescindir del saludo de la paz, que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un nombre y una cosa sabrosa, que sabemos proviene de Dios, según dice el Apóstol a los filipenses: ‘La paz de Dios’; y que es de Dios lo muestra también cuando dice a los efesios: ‘Él es nuestra paz’».

La resurrección de Cristo es lo que da sentido a todas las vicisitudes y sentimientos, lo que nos ayuda a recobrar la calma y a serenarnos en las tinieblas de nuestra vida. Las otras pequeñas luces que encontramos en la vida sólo tienen sentido en esta Luz.

«Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí...»: nuevamente les «abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras» (Lc 24,44-45), como ya lo había hecho con los discípulos de Emaús. También quiere el Señor abrirnos a nosotros el sentido de las Escrituras para nuestra vida; desea transformar nuestro pobre corazón en un corazón que sea también ardiente, como el suyo: con la explicación de la Escritura y la fracción del Pan, la Eucaristía. En otras palabras: la tarea del cristiano es ir viendo cómo su historia Él la quiere convertir en historia de salvación. 

¿Qué sería de nuestra vida de cristianos sin la Eucaristía? La Eucaristía es la herencia perpetua y viva que nos dejó el Señor en el sacramento de su Cuerpo y su Sangre, en el que debemos reflexionar y profundizar constantemente. Los discípulos reconocieron al Señor en la fracción del Pan. En cada celebración Eucarística me acerco con el deseo de encontrarme, realmente, con Dios. 

Propósito 
Me esforzaré por vivir cada Eucaristía con fe y con el deseo sincero de acercarme más a Dios. 

Diálogo 


Jesucristo, gracias por el don de tu Eucaristía. Te has quedado conmigo en el Sagrario para ser mi refugio, mi consuelo, mi fortaleza y mi alegría. Regálame una fe viva en la Eucaristía que me lleve a valorar con profundidad tu amor y tu amistad.

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