San Bartolomé
“Felipe encuentra a Natanael y le dice: “Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José de Nazaret”. Natanael le replicó: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” Felipe le contestó: “Ven y verás”. (Jn 1,45-51)
Bartolomé aparece por primera vez con el nombre de Natanael.
¿Cuánto le cambiaron de nombre?
Hay nombres que solo están registrados en el corazón de Dios.
Lo realmente importante es que, al menos los primeros discípulos, siguen a Jesús, más que por una llamada de Jesús, por el anuncio de uno de sus discípulos.
No sabemos cómo fue llamado Felipe.
Pero sí sabemos que, gracias a Felipe, también Bartolomé llega al encuentro con Jesús.
Las llamadas de Dios pareciera que se dan en cadena.
Diera la impresión de que Dios llega a los hombres como una cadena de retransmisión.
El mismo Simón llega a Jesús porque antes llegó su hermano Andrés.
Es como especie de misterio de la vida.
Nacemos porque nuestros padres nos dieron la vida.
Y ellos nacieron, gracias a los abuelos.
Vivimos en un mundo en el que la gracia se retransmite en cadena.
Cada uno somos parte de esa cadena.
El peligro está en que se rompa la cadena.
Natanael o Bartolomé no era ninguno de esos ilusos que todo lo creen a la primera.
Ante el anuncio del Mesías, su primera actitud es de duda o sospecha.
Y más todavía cuando le dicen que es de Nazaret.
Es que Nazaret era tan insignificante que no podía ofrecer nada que fuese importante.
Pero Felipe tiene su propia manera de anunciar al Mesías:
No acude a los discursos racionales.
No acude a los convencimientos intelectuales.
Sencillamente le invita: “ven y verás”.
Algo que nosotros estamos olvidando.
Nos creemos capaces de ganarnos para Jesús a nuestros hermanos a través de nuestros argumentos.
Nos creemos capaces de convertir a la gente con nuestros argumentos.
Y nuestra misión no es convertir a nadie.
Nuestra misión es sencillamente hacer de puente entre el hombre y Jesús.
Será Jesús el que convierta.
Será Jesús el que cambie el corazón.
Nosotros seguiremos siendo simples puentes.
A nosotros solo no corresponde llevar la gente a Jesús.
A nosotros solo nos toca llevar a los demás para que ellos mismos se encuentren y vean.
Jesús mismo no logra el cambio de Natanael con grandes explicaciones.
Solo le bastó decirle que lo “había visto bajo la higuera”.
¿Qué tiene de particular ver a alguien bajo una higuera?
Nada especial.
Solo ser visto por El.
Y cuando Dios nos mira y nos ve, todo puede cambiar.
Demasiados discursos para nada.
Lo importante es que “los demás vean”.
Lo importante es “sentirse visto por Dios”.
El resto dejárselo a Dios.
Menos discursos sobre Dios.
Más experiencias de Dios.
Menos explicaciones sobre Dios.
Más experiencia de que se encuentren con Dios.
Menos hablar de Dios y llevar más gente a que lo vea.
El camino de la evangelización será el anuncio.
Pero no tanto el anuncio de ideas y doctrinas.
Sino el anuncio de la persona de Jesús.
Somos puentes encargados de que la gente no se quede en el puente mirando al río.
Sino puentes que sirven para pasar a la otra orilla.
Llevar a los hombres a que vean.
Y que cada uno sienta que El ya le ha visto primero.
Señor: gracias, porque aunque era pequeño, tú me viste primero.
Gracias porque te fijaste tus ojos en mí.
Ahí es donde brotó la llamada que sigue vive hasta hoy.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo C, Santos, Tiempo ordinario Tagged: apostol, experiencia, san bartolome, testimonio
Publicar un comentario