Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Martes de la 18 a. Semana – Ciclo C

La Transfiguración del Señor


“Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. Pero y sus compañeros se caían de sueño, y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”: Una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. (Lc 9,28-36)


Apostaría a que en ninguna casa falta uno o varios espejos.

Y no es el objeto que menos utilicemos.

¿Quién no se mira cada mañana y hace su pequeño tartajeo?


Yo estoy segurísimo:

De que por fuera nos conocemos de memoria.

De que por fuera nos sabemos las caras de medio mundo.


Pero tengo mis serias dudas:

¿Cuánto tiempo hace que no nos miramos por dentro?

¿Cuánto nos conocemos por dentro?

¿Cuánto nos recreamos en lo que somos por dentro?

¿Cuánta alegría sentimos mirándonos por dentro al corazón?


Los discípulos conocían perfectamente a Jesús por fuera.

Pudieran pintar de memoria su rostro.

Pero ¿conocían de verdad a Jesús?

Porque cuando Jesús se deja transfigurar y se deja ver por dentro a través de los velos humanos:

No solo se transforma Jesús.

También se transforman ellos.

También cambian ellos: “Maestro, qué bien que se está aquí”.


Es que la verdad de Jesús, como la nuestra:

No la vemos en el espejo.

No la vemos desde afuera.

No la vemos por fuera.

Su verdad y la nuestra la llevamos por dentro.


¿Has visto alguna vez la verdadera belleza del corazón de tu esposa?

¿Has visto alguna vez la verdadera belleza del corazón de tu esposo?

¿Has visto alguna vez la verdadera belleza del corazón de tus hijos, de tus amigos, de tus vecinos o compañeros?

¿Alguna vez os habéis dicho los unos a los otros: ¿Qué bien me siento aquí contigo?

De ordinario nos quedamos con la finura de nuestra piel.

Con esas medidas estéticas que nos presentan los concursos de Miss.


A propósito: siempre hacen concursos de Belleza: “Miss Perú”. “Miss Universo” y “Miss mundo”.

¿Alguien quiere echarme una mano a crear “Miss corazón”?

Ya sé, no voy a tener candidatos ni para ayudarme ni que se presente.

Va ser todo un fracaso.

Y sin embargo, pienso que sería el concurso más bello.

“Concurso universal de Miss corazón”.

“Concurso de Miss corazón mundo”.


¿Tú te atreverías presentarte?

Y sin embargo, estoy convencido que lo más bello y hermoso que llevas es tu corazón.

Ahí no funcionan las medidas.

Ahí funciona la belleza y hermosura de tu corazón.

Puede que físicamente no dieses la talla para concursar.

Pero estoy seguro que sí darías la talla para la belleza de tu corazón.

Porque al fin y al cabo, lo que nos define es:

Loa belleza de tu bondad,

La belleza de tu sinceridad.

La belleza de tu amor.

La belleza de tu solidaridad.

La belleza del Dios que te habita: “Y vendremos a él y moraremos en él”.


Señor: perdona a los que siempre vemos solo nuestro cuerpo.

Señor: perdónanos a los que solo nos miramos al espejo.

Señor: perdónanos a los que no tenemos tiempo para mirarnos por dentro.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C, Cristo, Tiempo ordinario Tagged: belleza, contemplacion, señor, transfiguracion

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