Retomamos el blog... con nuevas fuerzas, si cabe.

Vamos a cambiar ciertos modos de estar en la parroquia y en la vida. Una cosa que me encanta es escribir y comunicarme con todos. Viendo además lo que ha crecido el número de visitas al blog desde que ni siquiera lo abro, considero oportuno volver a retomarlo. He abandonado todos los apostolados que tenía fuera de la parroquia y parece que ahora las mañanas de los miércoles las puedo tener un poquito más libres, así que retomamos nuestro apostolado cibernético para, obedeciendo al Santo Padre, hacer lío en este nuevo "continente" -como decía Benedicto XVI en la carta de convocatoria de la JMJ de Río de Janeiro- de la red.



Y me parecía adecuado comenzar hablando y defendiendo al Papa de muchos católicos, pelín despistados, que les gustaría que el Papa sólo les hablara a ellos y que cada vez que hablara se le atragantaran las palabras con cientos -o mejor miles- de citas a pie de página para matizar cualquier afirmación que hiciera.



Puesto que abandoné el blog la víspera de su elección, quería que mi primera entrada fuese un agradecimiento a Dios por elegirle y a él porque en medio de sus pecados es fiel para hacer con valentía lo que cree oportuno.



Dios nos ha suscitado un Papa que todo el mundo entiende lo que dice, que afecta a todo el mundo, que suscita conversiones simplemente por su sencillez, que habla con descaro, sin tapujos, con valentía y sin matizar y que tiene gestos que a muchos les crispan y consieran que son símbolos estúpidos que no sirven para nada porque no tienen en sí mismos la fuerza para cambiar el mundo y hacer que desaparezca la pobreza, pero que son absolutamente necesarios para llegar al corazón de muchas personas que sienten cómo el evangelio se quedaba esclerotizado por un sin fin de matices. Un Papa libre de politiqueos, directo, claro y sencillo que comienza viviendo la pobreza él mismo sin tener que estar predicando siempre sobre lo mismo, que hace homilías minifalderas -enseñan mucho y son muy cortas-... Ya me gustaría a mí que todos los curas fuésemos como él, como me hubiera gustado ser como Benedicto XVI, como Juan Pablo II -que le celebrábamos ayer-, como Juan Pablo I y como Pablo VI, que son los Papas que he tenido en mi vida. Pero hoy por hoy, le toca el turno a S.S. Francisco...

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