Me he equivocado



Hoy, un día después de mi post, debo confesaros que he cambiado de opinión respecto a lo que dije ayer sobre la excarcelación de la etarra.


Mi post de ayer se basaba en un razonamiento muy simple: El Poder Ejecutivo en España (como en casi todos los países) mangonea siempre que puede. Y constitucionalmente puede mucho. Luego si hemos sufrido tantas intervenciones del Ejecutivo contra el bien común y a favor del bien particular, hagamos una más en favor de la Justicia.


El razonamiento no estaba exento de razón.


Ahora bien, después de pensarlo mucho más, después de hablarlo con un amigo en un largo paseo tras la cena, tras haber dormido satisfactoriamente, ahora lo veo de otra manera.


Es cierto que el terrorismo ha hecho mucho daño, pero más daño se puede hacer desde el Poder. Si el Ejecutivo comienza a hacer excepciones (por muy justas que sean), al final hará excepciones peores que excarcelar a estas personas que ya habían cumplido casi toda su condena.


Es cierto que el Ejecutivo hace excepciones (las llama indultos), es cierto que el Ejecutivo realiza chanchullos, pero los ejecuta dentro de la Ley (ellos hacen la Ley). Lo que ahora se le pedía era que se saltara por la torera las leyes. Si lo hubiera hecho, los perjudicados hubiéramos sido todos.


Lo repito, todos hubiésemos salido perjudicados si esa terrorista hubiera seguido en prisión.


Parece un contrasentido, pero todos y cada uno de nosotros hubiéramos perdido un poco de libertad si el Poder hubiera atravesado la barrera de la Ley. La Ley es la débil barrera que separa al Poder de nosotros. Las leyes hoy día son débiles. Porque los hombres sin conciencia no tienen leyes férreas. Por hacer Justicia no podemos debilitar todavía más esa barrera abriendo puertas. La cruel mano del Poder, de momento, está contenida por esa barrera frente a los indefensos ciudadanos.


Creedme, a quien tenemos que temer es al Poder. La Justicia debe hacerse dentro de la Ley. Si cerramos la puerta de la cárcel de esa terrorista, abriremos otra puerta de la que nos lamentaremos mucho más en el futuro. Después de la liberación de esa mujer, todos seremos un poco más libres. Pues habremos comprobado que las cadenas que contienen al Leviatán de Hobbes todavía son suficientemente fuertes.


Y recordad que el día que se quiebren, será por una buena y justísima causa. Después, ya no será por buenas causas. Pero ya no podremos recomponerlas.



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