“Jesús decía: “¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace arbusto y los pájaros anidan en sus ramas”. Y añadió: “¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta”. ( Lc 13,18-21)
En el Perú hoy celebramos los Santos Simón y Judas, pero que nosotros comentamos ayer, mientras aquí celebrábamos el Señor de los Milagros.
Un Evangelio muy cortito, como cortitas son sus dos parábolas.
Pero lleno de vida y de profundidad.
Dios siempre actúa en secreto y con cosas pequeñas.
Dios hace cosas grandes con cosas pequeñas.
Mientras que nosotros hacemos cosas pequeñas con cosas grandes.
Nuestro peligro está en olvidarnos de esas cosas tan sencillas.
El grano de mostaza:
¿Acaso nos acordamos de la semilla cuando comemos los frutos?
¿Acaso nos acordamos de la semilla cuando comemos el pan?
¿Acaso nos acordamos de las semillas cuando segamos el trigo?
¿Acaso nos acordamos de las semillas cuando contemplamos el trigal?
¿Acaso nos acordamos de la gracia cuando vemos cómo crecemos espiritualmente?
¿Acaso nos acordamos de la llamada cuando ya somos sacerdotes?
¿Acaso nos acordamos de la semilla de la vocación cuando somos consagrados adultos?
¿Acaso nos acordamos de la primera chispa del amor cuando estamos enamorados?
¿Acaso nos acordamos del óvulo y cromosoma cuando vemos sonriente al hijo?
Flickr: Jason
La levadura:
¿Te acuerdas de la pequeña levadura cuando ves horneado el pan?
¿Te acuerdas de la pequeña levadura cuando saboreas el pan?
¿Te acuerdas de la pequeña levadura cuando compartes tu pan?
¿Te acuerdas de la levadura de tus pequeñas bondades cuando ves que el mundo comienza a cambiar?
¿Te acuerdas de la levadura de tus bondades cuando contemplas cómo los demás comienzan a ser mejores?
¿Te acuerdas de la levadura de tus bondades cuando te recreas en la santidad que está creciendo en tus amistades?
El Reino de Dios es un reino universal.
Y comienza por un grano de mostaza.
El Reino de Dios abarca a la humanidad entera.
Y comienza por un poco de levadura.
La gracia de Dios es invisible.
Y sin embargo es capaz de transformarnos.
La levadura de Dios es mínima.
Y sin embargo es capaz de cambiarnos:
De cambiar nuestro modo de pensar.
De cambiar nuestra mentalidad.
De cambiar nuestros valores y criterios.
De cambiar cambiarnos de pecadores en santos.
Me gusta Dios que no hace ruido.
Me gusta Dios que no grita.
Me gusta Dios que actúa en silencio.
Me gusta Dios que me llama sin decir palabras.
Hoy tenemos una invitación:
A descubrir las semillas de mostaza que Dios siembra en nosotros.
A descubrir la levadura con la que Dios nos hace crecer hoy.
No esperemos grandes cosas de Dios.
No esperemos grandes milagros para reconocer a Dios.
Basta que descubramos las semillas de mostaza que llevamos dentro.
Basta que descubramos la levadura que nos está fermentando.
Y esto lo podemos hacer cada vez que comemos un pedazo de sabroso pan.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo C, Tiempo ordinario Tagged: evangelio, grano de mostaza, levadura, misterio, parabola, pequeñez, sencillez
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