“Uno le preguntó: “Señor, ¿serán pocos los que se salven? Muchos intentarán entrar y no podrán. Y llamarán a la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos” y él os replicará: “No sé quienes sois”. (Lc 13,22-30)
Una de las frases más duras de Jesús, al menos para mí, es que nos diga:
“No os conozco”. “No sé quiénes sois”.
No saber quiénes somos significa:
No existir para él.
No tener nombre.
No ser nadie.
No significar para él.
No hay nada que cause más desilusión:
Que creer que todo el mundo nos conoce y nos dicen “no sé quién eres”.
Uno va con toda ilusión y terminan con que le dan con la puerta en las narices.
Uno va con ilusión esperando le reciban.
Y regresa con el alma deshecha y cabizbajo, como un fracasado.
Me gusta la frase de Timoteo cuando escribe:
“El Señor conoce a los suyos”. (2Tm 2,19)
Jesús no responde si serán muchos o pocos los que se salven.
Personalmente creo que serán muchos.
El mismo dice que: “vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur y se sentarán a la mesa en el reino de Dios”.
¿Por qué no decir casi todos?
Pero Jesús responde cuáles son los signos de la salvación.
Aquellos a quienes Dios conoce.
¿Y a quienes conoce Dios?
No a los que hablaron mucho de Dios.
No a los que enseñaron mucho sobre Dios.
Dios conoce:
A los que le aman de verdad.
A los que escuchan su palabra y la ponen por obra.
A los que dan de comer al hambriento.
A los que dan de beber al sediento.
A los que visten al desnudo.
A los que visitan a los encarcelados.
A los que visitan a los que viven solos.
A los que le reciben en la Eucaristía.
A los que se dejan perdonar en la Penitencia.
A los que ayudan al necesitado.
A los que luchan por la dignidad de todos los hombres.
A los que son capaces de dar su vida por los demás.
Es posible que te conozcan muchos.
Como es posible como muchos pregunten ¿quién eres?
Pero ¿me conocerá realmente Dios?
¿Sabrá Dios mi nombre y apellido y lo tendrá en su agenda?
¿Sabrá Dios mi teléfono para llamarme y charlar conmigo?
¿Sabrá Dios mi dirección para llamar a mi puerta a hospedarse?
Que muchos no sepan quien soy, no me quita el sueño.
Pero que Dios no sepa quien soy, no debiera dejarme dormir.
¿Sabes quién soy cuando te rezo?
¿Sabes quién soy cuando leo tu palabra?
¿Sabes quien soy cuando llamo a tu corazón?
Señor, tú me marcaste con la señal de la Cruz en mi bautismo.
Si no me conoces a mí por lo que soy; conóceme por tu Cruz.
Clemente Sobrado C. P
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