Francisco, un Papa que no discrimina


Del Vatican Insider


Francisco se ha manifestado como un Papa que no discrimina. Ha recibido por igual y en audiencia privada a los principales líderes de movimientos, congregaciones e institutos. Ha sabido respetar, incluso, a aquellas familias religiosas con las cuales ha tenido serias diferencias en el pasado. ¿Un ejemplo? El Instituto del Verbo Encarnado, obra nacida en Argentina que ha estado en el ojo del huracán en más de una ocasión.


Movimientos El pasado 11 de octubre Jorge Mario Bergoglio se reunió con Julián Carrón, el presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación. Durante el encuentro el Papa confesó haber conocido a la obra fundada por Luigi Giussani en Buenos Aires a comienzos de los años noventa. Reconoció que ese conocimiento supuso para él un “aire fresco", como confesó el mismo Carrón en una reciente carta a todos los miembros del movimiento.


De la misma manera el Papa ha concedido audiencias a María Voce, superiora del movimiento de los Focolares; a Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio; a Kiko Argüello, iniciador el Camino Neocatecumenal; a Javier Echevarría, prelado del Opus Dei o a Pascual Chávez Villanueva, rector mayor de los Salesianos.


Obviamente la lista es mucho más larga e incluye numerosos gestos hacia movimientos y congregaciones. Su particular atención por la Compañía de Jesús es clara y se ha expresado de múltiples maneras, al grado de convencer a propios y extraños sobre la intención del pontífice de promover una “autorreforma” de los jesuitas, que parecen inmersos en una perenne crisis interna.



En viaje de Río de Janeiro a Roma, en julio, Bergoglio aseguró que había tenido una idea errada del movimiento de la Renovación en el Espíritu Santo, conocido también como carismático. “Cambié de idea, me había equivocado", confesó sin rémoras. Y el 9 de septiembre pasado recibió en audiencia a Michelle Moran, presidente del International Catholic Charismatic Renewal Services (ICCRS) y Matteo Calisi, presidente della Catholic Fraternity of Charismatic Covenant Communities and Fellowships (CFCCCF).


A decir verdad el obispo de Roma había podido verificar personalmente el valor de los movimientos durante la jornada dedicada a ellos los días 18 y 19 de mayo en el marco del Año de la Fe.


En este contexto resulta significativo un nombramiento que pareció pasar desaparecibido. El 19 de septiembre el Papa aceptó la renuncia al cargo de Superior Eclesiástico de la “Missio sui iuris” de Tadjikistán presentada por el sacerdote Carlos Antonio Ávila. Ese mismo día designó en su lugar a su compatriota Pedro Ramírez López.


Ambos sacerdotes forman parte del Instituto del Verbo Encarnado. Dicho de otra manera, el Papa respetó una misión otorgada por sus antecesores a una familia religiosa con la cual, en el pasado, ha mantenido (y quizás todavía mantiene) serias diferencias.


Esto lo confesó el propio Francisco el 28 de julio, durante un discurso ante los miembros de la cúpula del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) reunido en el Centro de Estudios de Sumaré de Río de Janeiro.


En su mensaje se refirió a una tentación ideológica del cristiano que calificó de “pelagiana” y que se manifiesta bajo la propuesta de restauracionismo. “Ante los males de la Iglesia se busca una solución sólo en la disciplina, en la restauración de conductas y formas superadas que, incluso culturalmente, no tiene capacidad significativa", describió.


Y advirtió: “En América Latina suele darse en pequeños grupos, en algunas nuevas Congregaciones Religiosas, en tendencias exageradas a la ’seguridad’ doctrinal o disciplinaria. Fundamentalmente es estática, si bien puede prometerse una dinámica hacia adentro: involuciona. Busca ‘recuperar’ el pasado perdido".


El Papa no dudó en asegurar que esa corriente le “asusta", sobre todo porque considera que a Iglesia “es un desastre". E improvisando confesó: “En el primer año del pontificado de Benedicto XVI tuve que intervenir en un caso del fundador de un movimiento de este signo. En su discurso terminó diciendo: la Iglesia, como está ahora, hay que dejar que fracase sola porque ni Benedicto XVI, con toda la teología que sabe, la va a poder salvar. Nosotros armar nuestros cuadros para renovar la Iglesia. Es el restauracionismo".


Aunque no citó explícitamente al fundador, todo el mundo supo que se refería al padre Carlos Miguel Buela, iniciador del Verbo Encarnado. Una institución que estuvo en varias ocasiones bajo la lupa del Vaticano en los últimos años y que se vio obligada a sacar su casa madre de Argentina para llevarla a una diócesis a las afueras de Roma. Aún así Francisco, el Papa, decidió respetar su presencia en Tadjikistán. No obstante todo.


Serafines susurran.- Que sorprendió en diversos niveles la determinación del Papa Francisco de anunciar, de manera atípica, su deseo por convertir en obispo al sacerdote de los Legionarios de Cristo, Fernando Vergez Alzaga. A inicios de octubre pasado el pontífice envió una carta al presidente de la Gobernación del Estado Vaticano, Giuseppe Bertello, para informarle que había decidido elevar al orden episcopal al presbítero.


Un gesto que no sólo confirmó la materia de este post, es decir que el Papa no discrimina por pertenencia a instituto religioso o a movimiento. La situación constituyó una especie de “marcha atrás” para Jorge Mario Bergoglio. Porque el 30 de agosto él mismo había promovido a Vergez como secretario general de la Gobernación, un puesto que -según la costumbre curial- llega junto con la elevación al episcopado. Pero en esa ocasión el comunicado con el nombramiento no se refirió, en lo absoluto, al elegido como futuro obispo.


No se trató de un detalle menor. En los círculos vaticanos ese caso fue usado como ejemplo de una supuesta voluntad del Papa: desligar los puestos de las dignidades episcopales. Así parecía, hasta que se difundió la carta del mes de octubre en la cual Francisco cambió de parecer. O no. Quizás desde el principio pensaba hacerlo así, aunque resulta improbable.


El cargo del secretario siempre ha sido administrativo. Quien lo ostenta se ocupa (o se debería ocupar) del buen funcionamiento de la maquinaria logística que permite el cotidiano funcionamiento de esas 44 hectáreas -en el corazón de Roma- donde se asienta el Estado Vaticano. Pero esas funciones parecen haber sido redimensionadas. Lo estableció el mismo Bergoglio en la multicitada carta.


En la misma escribió: “Compete al secretario general de la Gobernación ocuparse de forma directa de la formación humana y cristiana de los empleados y colaboradores, de coordinar a los sacerdotes encargados de la asistencia espiritual que ya están presentes en diversos sectores, de promover iniciativas oportunas, especialmente en concomitancia con los programas pastorales de la Iglesia universal y en los tiempos fuertes del año litúrgico".


En pocas palabras: un capellán del Estado Pontificio. O un coordinador de pastoral. En ese caso y con esas funciones, cabe entonces muy bien conceder a Vergez el rango de obispo. Sólo una interrogante surge de inmediato: ¿No debería ocuparse de esa atención espiritual a los empleados el vicario de Su Santidad para El Vaticano? ¿No se contraponen las funciones? Al menos, en teoría, esas mismas responsabilidades tocarían al vicario en funciones, el cardenal Angelo Comastri.


Quizás Francisco pensó que esas tareas se les dificultaban ante sus múltiples cargos, ya que además de ser vicario es también presidente de la Fábrica de San Pedro y Arcipreste de la Basílica vaticana.


Por lo pronto, quienes conocen a Vergez aseguran que ya no es un Legionario propiamente dicho, aunque siga ostentando adhesión a su familia religiosa de origen. Desde hace 41 años trabaja en la Santa Sede y desde hace muchos vive fuera de las comunidades de la Legión. Inició en 1972 en la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. En 1984 fue trasladado al Pontificio Consejo para los Laicos y en junio de 2004 recibió el nombramiento como Jefe de la Oficina de Internet de la Sede Apostólica. Cuatro años más tarde alcanzó la Dirección de Telecomunicaciones del Estado Vaticano.


Bergoglio lo aprecia y confía en él, especialmente por su trabajo de muchos años al servicio del cardenal argentino Eduardo Pironio como secretario personal.



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