Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Martes de la 26 a. Semana

“Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén”. (Lc 9,51-56


Comenzamos el mes de octubre con una decisión de Jesús con el rechazo de los samaritanos.

Si pudiésemos tomarlo a broma, diríamos que primero lo rechazan lo paganos y luego los rechazarán los creyentes.


Y lo primero que llama la atención:

Jesús era consciente de que su vida llegaba al final.

Y sabía que su final estaría en Jerusalén.

Y que, sin embargo, no reúye el riesgo.

Sabe donde esta el peligro.

Sabe donde está el riesgo.

Y sin embargo, Jesús no lo reúye.

Sabe donde está el peligro, pero no busca las seguridades.

“Cuando se iba a cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo”.

Es decir, sabiendo que se cumplía el tiempo de su vida entre nosotros, Jesús no evita el riesgo.

Jesús sabe que mejor está en Galilea.

Y que el peligro está donde están los jefes, en Jerusalén.

Y, sin embargo, decido subir a Jerusalén.


Es este un detalle que puede ser un criterio para nuestra de creyentes.

Ver el peligro es de gente que piensa.

Huir del peligro es de gente cobarde.

Nadie puede negar que confesar su fe implica siempre un riesgo.

Afrontar el peligro es de convencidos en el Evangelio.


Estoy pensando en el Obispo Pasionista, Eugenio Bossilkov.

En septiembre de 1948 está en Roma, en la casa generalicia.

Todos saben el peligro que corre regresando a Bulgaria donde está en la punta de mira del partido comunista, concretamente de Stalin.

La comunidad le aconseja quedarse en Roma.

Sin embargo, él la última misa que celebra como despedida de la comunidad dijo claramente: “Si soy capaz de vivir, también soy capaz de morir”. “No puedo pensar en mi vida cuando mis fieles están sufriendo la persecución”. Y se regresó a Bulgaria. En 1952, el día de la Asunción fue apresado y la noche del once al doce de noviembre, tras un ridículo juicio, fue fusilado de madrugada. Es el primer mártir del marxismo. Beatificado por Juan Pablo II.


Ser cristiano no es buscar seguridades.

Ser cristiano no es evitar el peligro.

Ser cristiano no es refugiarse entre los buenos.

Ser cristiano no es refugiarse en la Iglesia los domingos.

Ser cristiano no es tener miedo a que los demás se rían de él.

Ser cristiano no es buscar un lugar caliente donde todos le aplaudan.

Ser cristiano no es salvar su vida de quienes le persiguen.

Ser cristiano es ser rechazado por los que no creen.

Ser cristiano es ser rechazado también por los buenos.


Comprendemos que los que no creen rechacen al creyente.

Lo difícil es creer que, sean los mismos creyentes los que se burlan él.

Todavía no puedo entender que el no creyente puede confesar su incredulidad abiertamente.

Y nadie se escandalice.

Y sin embargo, se le niegue el mismo derecho al que se dice creyente.

Y lo peor de todo, es que esto sucede en ambientes llamados de cristianos.

Hoy tendremos que decir: es fácil creer entre los que no creen.

Lo difícil es creer entre los creyentes que, a la primera de espadas, te califican de “fundamentalista”.

Pues, si así son las cosas, yo diría que Jesús fue el primer fundamentalista.

Porque sabiendo que había llegado hora, se mete en a boca del lobo.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C, Santos Tagged: coherencia, cristiano, cruz, martirio, muerte, pasion

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