Me he topado con un artículo en el que se analizaba otro artículo del Osservatore Romano sobre las diez mejores canciones de Rock de la Historia. Por supuesto el artículo era muy crítico con el periódico vaticano por discrepar en cuanto a los títulos. Yo no discrepo en cuanto a los títulos. Me parecen todos muy bien. No tengo que hacer ninguna corrección. Tan sólo haría una sugerencia al artículo. Lo que habría que hacer con toda la música rock de la Humanidad es meterla en una caja de hormigón y tirarla al fondo del mar. Preferiblemente, en la Fosa de las Marianas.
Desde un punto de vista estrictamente artístico, lo ideal sería lograr que ese retorno a las cavernas musical nunca hubiera existido. Habría que hacer como Himmler cuando intentó acabar con todas las pruebas.
Me hace gracia el artículo del Osservatore. Me recuerda al de esos curas que intentan hacerse simpáticos, que intentan congraciarse con la masa apostolizable. Yo no me tengo que congraciar con nadie. Como dijo en aquella frase antológica el gordo vendedor de comics de Los Simpson cuando su novia le sugirió que se limpiara las migas de la barba: No trates de cambiarme, nena.
Me hizo mucha gracia cuando enseñaron la casa de un músico hace poco en La Sexta (otro canal que habría que echar al fondo del mar), y dijo: Decidí decorar mi casa de un modo moderno, y eso significaba hacerlo en estilo retro que es lo actual.
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No estoy de acuerdo con el título de este reportaje, no tiene nada que ver el título con lo que sigue después. Aparte de que parece que se burlan de la foto de esa familia donde primeramente pareciera que la muchacha del centro es enfermita y las otras dos adolescentes tienen cara de inconformes pero ellas no tienen culpa de las locuras de sus padres al querer vestirse todos así e irse de paseo. No es para burlarse de esa familia porque ellos también son nuestros hermanos en Cristo.