Tras las elecciones europeas de ayer supongo que habrá muchos católicos felices. Yo para nada. Más aún, no solo no me siento feliz, sino que estoy muy preocupado. Las razones son evidentes. Me preocupa que entre la extrema izquierda (IU y adyacentes) y la extremísima izquierda que es “Podemos” hayan cosechado nada menos que 2.800.000 votos. Me preocupa que en el País Vasco Bildu (Eta) se haya alzado con más de 177.000 o que en Cataluña la fuerza política más votada sea Esquerra.
Habrá católicos encantadísimos pensando que el triunfo de la izquierda y de los partidos más separatistas significa que avanzamos por las sendas evangélicas de una mayor justicia social mientras se consolida el ansia de libertad de los pueblos. Bien, esto es como proclamar que las naciones más fieles a Jesucristo son Cuba y Venezuela y que lo que pasó en los Balcanes es el triunfo de la libertad y la solidaridad entre naciones. Como bien suele decirse, a otro perro con ese hueso.
Lo cierto es que la izquierda ha ganado por goleada. Si sumamos PSOE, Izquierda plural, Podemos y UPyD, casi el 40 % de los votos frente al 26 % del Partido popular. Miedo me da.
Ganar la izquierda y por goleada significa cosas muy serias. Vista la experiencia de años anteriores y de naciones del mundo nada menos que mayor empobrecimiento, aborto libre sin más, destrucción de la familia y la fe restringida al ámbito de lo privadísimo y ahogada en todo lo que sea posible. Para mí, insisto, muy malas noticias. Atentos en los próximos años a temas como libertad de enseñanza. Ya lo verán: el que quiera enseñanza confesional que se la pague. Es muy viejo.
Pero… nosotros nos lo hemos buscado. Algunas razones para afirmarlo:
PRIMERA. Los partidos políticos mayoritarios llevan AÑOS tomando el pelo a los ciudadanos, que sienten que mientras se nos obliga a un apretar constante el cinturón, la casta política vive en un mundo ideal de compadreo, comisión, prebenda y jolgorio que tiene muy harto al personal. Casta política de izquierda y derecha. Nadie se preocupa del ciudadano, ellos se lo guisan y se lo comen sin más objetivo que mantenerse como clase.
Pues no pasa nada. Ya saben que aquí nunca pasa nada. Nuestros obispos tan felices contándonos las maravillas de un PP alejado de la gente y que se ha puesto todas y cada una de sus promesas electorales por montera. Aquí seguimos esperando ¡ALGO! en educación, la reforma de la ley del aborto, una ley de ayuda a la familia, una economía más solidaria. NADA. ¿Qué queremos? La gente se ha hartado de partidos así que campan a sus anchas y se han largado a opciones en principio minoritarias pero que ha resultado que no lo eran tanto.
Para mí nos han faltado voces de la jerarquía denunciando lo que estaba pasando en los partidos, especialmente en el mimado PP. Más aún, ese compadreo obispos PP huele. Al final se lo han creído y por los suelos.
SEGUNDA. Somos tan bobos que ponemos a disposición del enemigo todos nuestros medios para que acaba devorándonos. Creo que todos conocimos a Pablo Iglesias el de “Podemos” en las tertulias de Intereconomía y en 13 TV. Intereconomía es una empresa privada y como tal pude hacer lo que crea conveniente. No se explica que 13 TV sirva al enemigo en bandeja la propaganda. Pues nada, nos hemos tragado a Iglesias en esa cadena en cuanto nos descuidásemos. Si es por el apellido, contraten desde mañana a Mª Antonia Ídem y felices.
TERCERA. Mucho me temo que los sacerdotes, los párrocos especialmente, por la cosa de la neutralidad y que hay que respetar, no hablamos para nada de política. A ver, que no digo yo que haya que pedir el voto para un partido, eso nunca, pero sí explicar a la gente lo que dice la doctrina de la Iglesia sobre el voto y algunas cuestiones que hay que tener en cuenta. Explicar a la gente lo que nos jugamos en cada elección. Vamos, que se lo tomen en serio.
CUARTA. Estamos rodeados de católicos que siguen viviendo en esa idea romanticoide y absurda de que cuanto más a la izquierda, más se está con el evangelio. Ya saben: eso de la derecha profundamente antievangélica y la izquierda el Reino de Dios con siglas, del que Pablo Iglesias jr. es su profeta. Dios me libre de canonizar a la derecha, mucho menos a este PP al que no sé cómo no se le cae la cara de vergüenza. Pero la credibilidad evangélica de la izquierda es tan alta como la libertad religiosa de Corea del Norte.
Pues nada, mezclen unos obispos mudos que sonríen ante las tropelías del PP, regalen sus medios de comunicación a la izquierda, callen todos en el púlpito y una palmada en la espalda a los que siguen identificando la extrema izquierda con el evangelio y los diez mandamientos. ¿El resultado? Lo que pasó ayer.
Hace unos días, cenando con un amigo, me decía que a los curas nos educan en el seminario para ser una “caca”, es decir, para ser tan últimos, bondadosos y humildes que ya nos pueden abofetear, escupir, arrastrar, ya nos pueden escamotear la libertad de culto o de enseñanza, prohibir una procesión (Hospitalet hace poco), burlarse de nuestra vida, que callaremos y hasta diremos que tienen razón por lo malos que somos, recordando de paso aquello de la inquisición y las cruzadas.
Veremos en las próximas nacionales. Un parlamento de izquierdas con gran peso de la izquierda extrema y ay Iglesia la que nos espera. Nos está bien, por bobos.
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