Era pobre y silenciosa,
pero con rayos de luz;
olor a jazmín y a rosa
y el Niño que la alboroza:
Había júbilo y canto;
ella lavaba y barría,
y el arcángel saludando
repetía noche y día:
"Casa del Ave María".
Familia pobre y divina,
pobre mesa, pobre casa,
mucha unión, ninguna espina
y el ejemplo que culmina
en un amor que no pasa.
Concédenos, Padre santo,
una mesa y un hogar,
amor para trabajar,
padres a quienes querer
y una sonrisa que dar. Amén.
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