«...El gran olvidado de nuestra vida ¿eh?... Tendría ganas de
preguntarles -- pero no lo haré ¿eh? ¿Cuántos de ustedes le rezan al
Espíritu Santo? no levanten la mano... Es el gran olvidado, el gran
olvidado. Y Él es el don, el don que nos da la paz, que nos enseña a
amar y que nos llena de alegría. En la oración le pedimos al Señor:
¡custodia tu don! Le pedimos la gracia que el Señor custodie al Espíritu
Santo que está en nosotros. Que el Señor nos dé esta gracia: custodiar
siempre al Espíritu Santo en nosotros. Ese Espíritu que nos enseña a
amar, nos llena de alegría y nos da la paz.»
preguntarles -- pero no lo haré ¿eh? ¿Cuántos de ustedes le rezan al
Espíritu Santo? no levanten la mano... Es el gran olvidado, el gran
olvidado. Y Él es el don, el don que nos da la paz, que nos enseña a
amar y que nos llena de alegría. En la oración le pedimos al Señor:
¡custodia tu don! Le pedimos la gracia que el Señor custodie al Espíritu
Santo que está en nosotros. Que el Señor nos dé esta gracia: custodiar
siempre al Espíritu Santo en nosotros. Ese Espíritu que nos enseña a
amar, nos llena de alegría y nos da la paz.»
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