El compromiso matrimonial de uno con una para siempre es el más radical que puede establecerse entre un hombre y una mujer, y a la vez que mejor encaja con la naturaleza personal de los cónyuges. Por eso mismo es el compromiso que, si se cuida cultiva debidamente, es el que puede hacernos más felices. Para cuidar ese amor y evitar que se estanque, es necesario que cada uno esté poniendo siempre algo de su parte.
¿Que actitudes pueden ser especial utilidad en la convivencia matrimonial? Enunciaremos brevemente algunas:
Conocerse y aceptarse sin conformarse con lo que ya somos. Sólo en la medida en que nos conocemos podremos mejorar nosotros mismos. Hemos de superar siempre la versión actual de nosotros mismos, entre otras cosas Para ser más felices y para hacer más feliz al otro.
Pedir perdón. En la convivencia matrimonial abundan los momentos para pedir perdón, Para decir esa frase mágica: "¡la culpa es mía!". Ni podemos tener siempre razón, ni la razón que tenemos a detener la última palabra. Siempre es más importante vivir la caridad que tener razón.
Generosidad. No podemos tener una visión mercantil de la convivencia. No se trata de dar y esperar algo a cambio. Se trata de "darse". Tras la boda ya nada es igual: se adquiere libremente un compromiso que implica darse completamente al otro. Para eso es necesario estar pendientes del otro; pensar más en el otro que en nosotros mismos.
Delicadeza. Todo lo que hacemos, hacerlo como personas. Esto supone tratar al otro con cariño, sin malas palabras ni malos gestos, siguiendo siempre ese principio básico de toda sabiduría humana: “ pórtate con los demás como te gustaría que se portaran contigo”.
Publicar un comentario