Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Viernes de la 25 a. Semana

“Y añadido: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los, somos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día”.

(Lc 9, 18-22)


Todos nosotros sacamos a relucir todos nuestros título y diplomas.

Todos son éxitos y triunfos.

Todos son manifestaciones de nuestra grandeza, por no decir de nuestras vanidades.


Pedro reconocer y le da el Diploma de “Tú eres el Mesías de Dios”.

Pedro dice una gran verdad.

Pero una verdad a medias, que Jesús se encarga de corregir.

Pedro lo ve como Dios.

Pero Jesús se presenta como hombre, en su condición de hombre.


Jesús “tiene que padecer mucho

Anunciar el Evangelio tiene su precio.

Anunciar el Reino de Dios tiene su precio.

La fidelidad a la misión del Padre tiene su precio.

Y no es precisamente el precio de una vida fácil.

No es el precio de una vida cómoda.

El precio que Jesús tendrá que pagar es que “tendrá que padecer mucho”.

Y no es que Jesús ame el sufrimiento.

Ni que busque el dolor.

Será la respuesta de los hombres al anuncio de la Buena Noticia.

Será la respuesta de su Pasión.


Pareciera ser el lado oscuro de Dios.

Y sin embargo termina siendo el lado luminoso de Dios.

El dolor y el sufrimiento escuren la vida del hombre y también la de Dios.

Porque el sufrimiento es como la negación de nosotros mismos.

Porque el sufrimiento es como la negación de una vida luminosa.

Y no obstante hombre y Dios parece que se revelan mejor en la oscuridad del sufrimiento.

Porque Dios es ahí donde revela la belleza y grandeza de su amor.

Porque el hombre es ahí donde revela la grande de su alma y de su fe.


“Ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas”.

Ser desechado es ser rechazado.

Ser desechado es ser considerado como persona no deseable.

Ser desechado es ser considerado como persona peligrosa.

El rechazo es la negación de los hombres.

El rechazo es la marginación de los hombres.

El rechazo es la exclusión de lo hombres.


¿Alguien quiere ser rechazado por los demás?

¿Alguien quiere ser rechazado de la sociedad?

¿Alguien quiere ser rechazado de la familia?

¿Alguien quiere ser rechazado de la Iglesia?


A Jesús lo rechazaron a lo largo de su vida.

Siempre le estuvieron acechando.

Siempre debió vivir bajo la sospecha.


“Ser ejecutado”

Ese será el final de Jesús.

Ese será la última actitud de los hombres hacia él.

La suerte de Jesús terminará en una condena.

La suerte de Jesús terminará en una muerte en la Cruz.

La suerte de Jesús será la de un crucificado.


Frente al optimismo de los Discípulos de un Mesías triunfalista, Jesús anuncia el camino de la muerte.

Será el Mesías que confiesa Pedro.

Pero no será el Mesías que piensa Pedro.

Será el Mesías humano cuya suerte será una vida coronada por la maldición de un crucificado.


Este será el Mesías de nuestra fe.

Este será el Mesías al que hemos de seguir.

Este será Mesías que llama e invita al seguimiento.

Este será el Mesías que marca el camino del creyente.

Este será el Mesías que marca el camino de la Iglesia.


Un Mesías que no calla su verdad.

Un Mesías que no oculta su verdad.

Un Mesías que no engaña con falsas promesas.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C, Tiempo ordinario Tagged: condena, crucificado, cruz, jesus, mesías

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