Hemos contado la historia del escapulario del Carmen aquí. La reflexión de hoy no es histórica ni teológica, como en aquella entrada, sino literaria.
La devoción hacia el escapulario de la Virgen del Carmen es una de las más populares dentro de la religiosidad barroca. El lego del Carmen de Agustín Moreto se centra en la vida de san Francisco de Sena que fue, antes de su conversión, espadachín. En una reyerta perdona la vida a su adversario que le pedía clemencia por la Virgen del Carmen. El valentón, que ya llevaba camino de santo, no puede negarse y se la concede:
En mi seña no imagino
de cristiano, si no es ya
esta atención, que me da
su escapulario divino
que aunque duro el corazón
tanto al vicio se ha entregado
que de Dios vive olvidado
conserva esta devoción.
Tristes tiempos los nuestros, en los que los más endurecidos jayanes ya no inician su camino a la santidad ante la vista de un escapulario. Inocentes parecen, a nuestra vista, los malos antiguos.
No olvidemos, además, a los traperos de Madrid de finales del siglo XVIII, fieles devotos de la Virgen del Carmen. En su día mandaban oficiar una misa.
Tristes tiempos los nuestros, en los que los más endurecidos jayanes ya no inician su camino a la santidad ante la vista de un escapulario. Inocentes parecen, a nuestra vista, los malos antiguos.
No olvidemos, además, a los traperos de Madrid de finales del siglo XVIII, fieles devotos de la Virgen del Carmen. En su día mandaban oficiar una misa.
Debía de ser cosa de admirar ver a los hermanos del honrado oficio de la trapería, en el julio madrileño, con sus mejores galas, y con una vela en la mano.
Tomo la reflexión del blog literario retablo de la vida antigua .
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