Hoy hemos tenido ordenaciones en la diócesis. Yo, al llegar al claustro de la catedral, me he encontrado con un sacerdote sensato de buen juicio, que me ha dicho que no le habían parecido bien los dos posts sobre la reclusión eclesiástica que había escrito. Sus palabras me han animado a escribir algunas explicaciones a esos dos posts anteriores.
Lo primero de todo que hay que tener en cuenta, es que he escrito esos posts desde el realismo, no desde la imaginación. Mi conocimiento de sacerdotes con esos delitos es bastante superior al de los sacerdotes normales.
Por eso puedo asegurar que la estadística de acuerdos extrajudiciales es mucho mayor de lo que la gente se cree. Por ejemplo, en Estados Unidos, incluso la mayor parte de los casos en los que el proceso se comienza de modo judicial, suele acabar en un acuerdo extrajudicial. En Belgica son muchas las personas que se acogieron al mecanismo de denuncia extrajudicial que puso en marcha la Conferencia Episcopal. Podían haber ido a los tribunales, pero escogieron el otro sistema. Un juicio público, desgraciamente, es muy duro para la víctima. Todo lo que podamos hacer para ahorrar más sufrimiento, bienvenido sea. Después está el tanto por ciento tan grande que se llevan los abogados de la parte indemnizada. Suele ser el treinta por ciento.
Otro aspecto que sorprendería a aquellos que tan duramente han juzgado mis posts, es saber que las condenas no son tan grandes como la gente piensa. He estado revisando todas las condenas en España, y la condena más larga de un sacerdote ha sido de veintiún años. Pero muchas otras han sido de un año o dos. A eso hay que sumarle la reducción de dos días por uno en prisión.
La idea rabiosa que tienen algunos cuando claman que se pudra en prisión, es una fantasía, que no se aplica ni a los terroristas.
La ventaja de la propuesta que hice, es que el pederasta que durante el tiempo de reclusión se vea que por su psicología sigue siendo un peligro, podría seguirse quedando en esa casa de reclusión, vigilado y atendido por personas especializadas. La razón para quedarse en esas casas, en no pocos casos, serían económicas. Como he dicho, muchos al acabar la condena se encontrarían que no tienen sueldo, ni domicilio donde vivir, ni perspectivas de encontrar otro trabajo. Esas casas no sólo serían un modo de ofrecerles un fin de vida humano a esas personas, sino también un modo para proteger a posibles futuras víctimas.
Porque es en esas casas es donde se vería si alguien está de verdad rehabilitado o no. En una prisión sería mucho más difícil saber eso. Y recordemos que el índice de reincidencia es muy grande en no pocos sujetos una vez que salen de la cárcel.
Pero algunos de los lectores de este blog prefieren soltar en la sociedad a personas no rehabilitadas (la cárcel no precisamente el mejor lugar para ello) con el agravante de una situación personal de desesperación. Todo un cóctel explosivo.
Algunos lectores decían que lo que propongo es un privilegio. Para ellos rehabilitar a alguien y tenerlo vigilado es un privilegio. Pero parece que no es un privilegio soltarlo en la sociedad y desesperado.
No pocos me han dicho que un sistema como el que propongo es ilegal. Se equivocan enteramente. Un acuerdo entre la familia de la víctima, el culpable, bajo el arbitraje justo y ecuánime de un tribunal eclesiástico, es perfectamente legal. De hecho, en este universo pocas cosas se me ocurren que sean más legales que ésta.
Otros decían que esto era totalmente imaginario. Ya he dicho que son muchos los casos de acuerdos extrajudiciales. Y en Bélgica son muchísimos los que se han acogido al camino que he mencionado habilitado por la Conferencia Episcopal.
La idea que yo propuse, la estuve madurando durante años. No es una sugerencia que se me hubiera ocurrido aquella noche después de la cena. Si la Iglesia la realizase, habría incluso laicos que pedirían ingresar en esas casas durante algún tiempo, para prevenir. Es decir, para liberarse de esas cadenas antes de caer en el delito.
Frente a mi idea que protege más a las víctimas y satisface plenamente la Justicia, está la rabia de los que gritan que se pudran en la cárcel, que no tengan privilegios, y cosas por el estilo.
Pero si pierdo tiempo en redactar posts, es para la gente inteligente que me lee. Aunque sean pocos. No escribo para trolls.
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