En la sección “Observatorio” de ACEPRENSA se publica el siguiente editorial que vale la pena leer y difundir.
La atención mediática suscitada por la entrevista del Papa a La Civiltà Cattolica ha dejado en un segundo plano un significativo discurso en su audiencia a los participantes en el Encuentro de Ginecólogos Católicos, el pasado 20 de septiembre. Como el Papa decía en la entrevista que “no podemos insistir solo en cuestiones ligadas al aborto, al matrimonio homosexual y al uso de métodos anticonceptivos”, algunos periódicos lo presentaban como si el discurso sobre estos temas no iba a estar presente en el magisterio del Papa. Pero el Papa Francisco lo ha desmentido al hablar con firmeza en este discurso del respeto a la vida en todas sus fases.
En su discurso el Papa reflexionó sobre la “situación paradójica en la profesión médica”. Donde por un lado se ven los progresos científicos en el campo de la medicina, y por otro, sin embargo, nos encontramos con el peligro de que “el médico pierda su identidad de servidor de la vida”. “Aun estando por su naturaleza al servicio de la vida, las profesiones sanitarias son inducidas a veces a no respetar la misma vida”.
La paradoja se ve en el hecho de que “mientras se atribuyen nuevos derechos a las personas, a veces incluso presuntos derechos, no siempre se protege la vida como un valor primario y derecho primordial de cada hombre. El fin último del acto médico sigue siendo siempre la defensa y promoción de la vida”.
El Papa hizo un llamamiento a las conciencias de todos los profesionales y voluntarios de la sanidad, de manera particular a los ginecólogos, llamados a colaborar en el nacimiento de nuevas vidas humanas.
El Papa ha evocado un concepto que ya ha utilizado otras veces al hablar de “la cultura del descarte, que hoy esclaviza los corazones y las mentes de muchos, tiene un costo muy alto: requiere que se eliminen seres humanos, sobre todo si son físicamente y socialmente más débiles. Nuestra respuesta a esta mentalidad es un “sí” decidido y sin vacilaciones a la vida. El primer derecho de la persona humana es su vida. Ella tiene otros bienes y algunos de ellos son más preciosos; pero aquel es el bien fundamental y condición para todos los demás”.
Casi como para desmentir algunas interpretaciones apresuradas de lo que dice en la entrevista, el Papa ha recordado que “la atención a la vida humana en su totalidad ha llegado a ser en los últimos tiempos una verdadera y específica prioridad del Magisterio de la Iglesia, particularmente de la vida más indefensa, es decir, del discapacitado, el enfermo, el nasciturus, el niño, el anciano…”
Ha animado a ver en los más débiles el rostro de Cristo. “Cada niño no nacido, sino condenado injustamente a ser abortado, tiene el rostro de Jesucristo, que antes de nacer y después a poco de haber nacido, experimentó el rechazo del mundo”.
El tercer aspecto en el que insistió el Papa Francisco fue el de dar testimonio y difusión de “la cultura de la vida”. “Vosotros que estáis llamados a ocuparos de la vida en su fase inicial, recordad a todos, con los hechos y con las palabras, que esta es siempre, en todas sus fases y en toda edad, sagrada y siempre de calidad. Y no por un discurso de fe, sino de razón, por un discurso de ciencia”.
Porque “la credibilidad de un sistema sanitario no se mide solo por la eficiencia, sino sobre todo por la atención y el amor hacia las personas, cuya vida es siempre sagrada e inviolable”.
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