1.- Cada día puede ser fiesta, si dentro de ti cultivas el amor, la esperanza y haces un poco más felices a los demás.
2.- Cada día puedes hacer el milagro de que alguien renazca a la vida.
No podrás resucitar los cuerpos muertos, pero siempre estará en tus manos resucitar corazones muertos.
Basta que les digas que los amas.
3.- Cada día pueden nacer nuevas vidas.
Es suficiente que tú les ofrezcas el calor de la tuya.
El calor de una vida es como el calor del sol, hace brotar las semillas ocultas en la tierra.
4.- Cada día puedes hacer el milagro de una sonrisa, de una palabra, de un gesto. Esos milagros también pueden sanar los cuerpos heridos por el sufrimiento.
5.- Cada día puede haber más luz dentro de ti.
Basta que enciendas dentro la luz de la esperanza.
Y si el viento del fracaso te la apaga, vuelve a encenderla.
Tú eres más capaz de encenderla, que el fracaso de apagarla.
6. Cuando todo lo veas oscuro, sin horizonte y sin mañana, recuerda los días de luz que ya has vivido.
También ellos volverán a brillar en tu vida.
7. Cuando ya no tengas nada de luz dentro de ti, no la busques en los fuegos artificiales de las evasiones. Sencillamente ponte de rodillas y dile a Dios: “Señor, sé Tú mi luz”.
El Sacramento de la Penitencia es la fiesta de Dios
en nuestras vidas.
No faltan hermanos del hijo pródigo que se niegan a entrar a la fiesta.
Han perdido el sentido de la fiesta.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Vida Tagged: alegria, esperanza, fe, penitencia, testimonio
Publicar un comentario