Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Martes de la 3 a. Semana – Ciclo B

“Llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: “Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan”. Les contestó: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” Y, paseando la mirada por el corro, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”. (Mc 3, 31-35)



Cuando una pareja se casa resulta curioso cómo cambian las relaciones:

La “suegra” es la madre política.

La “nuera” es la hija política.

La boda crea un nuevo tipo de relaciones.

Un nuevo tipo y estilo de familia.


Algo parecido le sucede a Jesús.

Hay unas relaciones que nacen de la carne y de la sangre.

Hay unas relaciones que nacen de la Palabra de Dios.

Juan lo expresa en el prólogo de su Evangelio:

“Vino a su casa, y los suyos no le recibieron.

Pero a cuanto le recibieron

les dio poder de hacerse hijos de Dios,

a los que creen en su nombre,

la cual no nació de sangre,

ni de deseo de carne,

sino que nació de Dios”. (Jn 1,11-13)


Jesús vino a establecer un nuevo tipo de relaciones.

Un nuevo tipo de familia.

Un nuevo tipo de fraternidad.

Un nuevo tipo de maternidad.

Un nuevo tipo de paternidad.


No nacidos de la carne y la sangre.

Sino nacidos del cumplimiento de la voluntad Dios.

Pablo escribirá a los Efesios:

“Por eso doblo mis rodillas ante el Padre de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda, según la riqueza de su gloria que seáis vigorosamente fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones…”. (Ef 3,14-19)


Es la nueva familia nacida no de la carne y la sangre.

Es la nueva familia nacida de la Palabra de Dios.

Es la nueva familia nacida de la nueva criatura.

Es la nueva familia nacida del Espíritu.


No es que Jesús disminuya a su madre y a sus hermanos.

Es Jesús que nos habla de que algo nuevo está naciendo.

Somos madre y somos hermanos en la Palabra de Dios.

Somos una nueva familia nacida de la aceptación de la Palabra de Dios.


Por eso, la Iglesia es una nueva familia.

Por eso en la Iglesia todos somos hermanos.

En la Iglesia no se vive de relaciones carnales.

No se vive de relaciones de autoridad e inferioridad.

No se vive de grandes y pequeños.

Se vive de la Palabra de Dios como centro.

En la familia se vive de la Palabra de Dios como centro.

En la vida consagrada se vive de la relación de cada uno con la Palabra de Dios.

No hay verdadera familia cristiana si no está centrada en la Palabra de Dios.

Tenemos una madre biológica, pero también una madre que nace de nuestra relación con la Palabra de Dios.

Tenemos unos hermanos biológicos, pero también unos hermanos nacidos de la Palabra de Dios.


Está bien que nos relacionemos a través del amor humano.

Pero hay algo mucho más hondo que es relaciones a través del Espíritu.

No se trata de vivir de las empatías humanas.

Somos comunidades consagradas en tanto estamos unidas por la Palabra de Dios y no las simpatías humanas.

Sólo así podremos entender por qué decimos: “Padre nuestro que estás en el cielo”, pero que eres también nuestro Padre aquí en la tierra.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo B, Tiempo ordinario Tagged: discipulo, familia, maria, voluntad de dios
20:02

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