“Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado, mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron:
“Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?” (Mc 2,23-28)
Esta CIA de los fariseos está en todas.
No se pierden una.
Y lo malo es que, se presentan como la CIA de Dios, del celo por Dios y como la voz de la voluntad de Dios.
Siempre he sentido miedo a decir:
Que “hablo en nombre de Dios”.
Que “expreso la voluntad de Dios”.
Que soy para mis fieles la “voz de Dios”.
Cuando en realidad, también yo tengo que buscar cada día esa voluntad divina, tanto para mí como para los demás.
¿Quién es capaz de arrogase la “verdad de Dios”?
¿Quién es capaz de decir que “es la voluntad de Dios”?
¿Quién es capaz de decir que “es la verdad de Dios”?
¿Quién es capaz de decir que “es la fidelidad que Dios quiere”?
Si la Iglesia misma vive en constante tensión buscando e interpretando la voluntad de Dios.
La voluntad y el plan y proyecto de Dios no es: opresivo, esclavizante, sino liberador.
Los discípulos tienen hambre y se permiten la libertad de cortar unas espigas en los trigales.
Yo hubiese hecho lo mismo.
Y hasta es posible que también Jesús se comiese alguna.
¿Tú no lo harías?
¿Qué era sábado?
¿Es que el estómago está en huelga los sábados?
¿Y los pájaros, a quienes Dios da de comer todos los días, respetan los trigales el día de sábado?
Que se lo pregunten a los agricultores.
¿Ustedes comen los días de domingo?
¿Las mujeres cocinan los domingos?
¿Se imaginan que hoy nos prohibieran cocinar en domingo?
¿Ir al mercado a comprar para hacer el almuerzo?
¿O irnos con los amigos a tomarnos unos pinchos antes de almorzar?
Esa CIA que seguía por todas partes a Jesús, hoy la pasaría muy mal, porque es precisamente los domingos cuando mejor comemos.
Bueno, los que comemos, porque en el mundo hay muchos que no comen ni en domingo ni en días de semana.
No dudo de que los domingos han de tener un carácter de ocio, de descanso, tanto para tener un poco más de tiempo para Dios y también para nosotros.
Pero Dios no me pedirá cuentas si he preparado un buen almuerzo. Tampoco me pedirá cuentas si me he divertido con mis amigos yendo al fútbol.
Acabo de estar de vacaciones en mi pueblo.
Mi prima quería hacerme probar las patatas nuevas, y aunque era domingo, se fue a arrancarlas. Y también unos pimientos que a decir verdad me supieron a gloria, aunque era domingo.
De lo que sí estoy seguro es:
Si hemos dado de comer al hambriento aunque sea domingo.
Nos pedirá cuentas de todos aquellos que se mueren de hambre, también en domingo.
Al fin y al cabo, tampoco ahora es el hombre para el domingo sino el domingo para el hombre:
¿Que los domingos y las fiestas son para descansar y para ir a Misa?
Claro que sí. Y los necesitamos.
¿Que los domingos tengo que trabajar porque mis hijos no tienen pan?
Pues tu mejor culto a Dios, también en domingo, será el que tus hijos puedan comer hoy.
Dios prefiere que tú puedas comer y tus hijos también, aunque sea domingo.
Dios prefiere nuestra caridad que nuestra hambre en domingo.
Dios prefiere la alegría de nuestro corazón a la tristeza y bostezo de nuestros estómagos vacíos, en domingo.
Dios tiene leyes y normas y preceptos, pero no para atar y esclavizar al hombre sino para hacerlo libre. Y quien interpreta las leyes, primero tendrá que pensar en el hombre.
Clemente Sobrado C. P.
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