Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Sábado de la 2 a. Semana – Ciclo B

“Jesús fue a casa con sus discípulos y se juntó de nuevo tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales”. (Mc 3,20-21)


Hay personas que, estén donde estén, tienen imán.

La gente les sigue.

Y la gente sabe a quien sigue.

Como dice por ahí el refrán. “La gente no es tan tonta como parece”.

En una ocasión daba un Cursillo de Cristiandad. Me acompañaba un sacerdote que hababa bonito y decía cosas hermosas. Llegado el momento de la confesión, solo uno se fue con él.

Al quejarme al Coordinador para que repartieran a la gente, me dio una respuesta que nunca la hubiese esperado:

“Padre, él habla bonito, pero no se le ve sacerdote”.

¡Cuál fue mi sorpresa cuando, a los seis meses, me comunican que había “colgado los hábitos”.

Confieso que yo no tuve ese olfato, y los seglares sí.

Es que la gente tiene un olfato exquisito para saber diferenciar y saber a quien buscar y seguir, y dónde habla el Espíritu y donde no.


A Jesús le siguen dondequiera que esté.

La gente sencilla tiene una percepción especial.

Son tantos los que le buscan que ni Jesús ni sus discípulos “tienen tiempo para comer”.

A mí me sobra tiempo para comer.

Y hasta me sobra tiempo para echarme una siesta.


Pero, hay en todo esto algo curioso.

Si uno se aparte de la rutina de la vida.

“No está en sus cabales”

Si uno decide tomar en serio el Evangelio.

“No está en sus cabales”.

Si uno decide entregarse entero a la gente.

“No está en sus cabales”.

Si uno decide escuchar a todos.

“No está en sus cabales”.

Si uno decide comprometerse con todos.

“No está en sus cabales”

Si uno decide tomar con seriedad su bautismo y su santidad.

“No está en sus cabales”.


Puede prepararse para lo que le espera:

A Jesús, sus mismos familiares fueron a buscarle, porque consideraban que no estaba “en sus cabales”.

Todo el que no entra en la rutina de todos, es un raro.

Todo el que no hace lo que hacen todos, es un raro.

Todo el que es justo y no roba en el trabajo: es un tonto.

Todo el que no piensa como todos, es un raro.

Todo el que no habla como todos, es un raro.

Para ser normal y estar “en sus cabales” hay que ser como todos.


¿Recuerdan la historia de aquel profeta loco que se pasaba el día entero gritando en la plaza sin que le escuchase nadie?

Alguien le preguntó: ¿por qué seguía predicando si nadie le hacía caso?

A lo que él respondió: “grito para que los demás no me convenzan de lo contrario”.


No es fácil escaparse en solitario en las carreras ciclistas.

Al fin, el pelotón termina por comérselo y absorberlo.

Tampoco es fácil entregarse en solitario a la causa del Evangelio.

Lo van a llamar un obsesionado.

Tampoco es fácil entregar todo tu tiempo a los demás, incluso si no tienes tiempo para comer.

Te dirán ¡qué manera de perder tu tiempo y tu vida!

Tampoco es fácil entregar tu vida al servicio de los necesitados.

Te dirán que nadie te lo agradecerá.

Si no quiere que te digan que “no estás en sus cabales” el remedio es fácil: sé como todos.

Los alpinistas que quieren subir a donde nadie ha subido, son unos locos arriesgando sus vidas.

Si quieres ser santo, terminarás por ser un insociable y un aguafiestas.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo B, Tiempo ordinario Tagged: coherencia, discipulos, seguidores, testimonio
04:17

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