Vanidad


El pensador Lao-Tsé en su “Tao Te Ching” (Regla celestial) da un severo latigazo a la vanagloria, variante un poco ridícula de la soberbia: “Quien se exhibe nunca será tenido en cuenta, quien se ensalza nunca será valorado, quien se gloría nunca será glorificado”. El aspecto más patético de la vanidad está precisamente en el peligro de caer, sin darse cuenta, en el ridículo. Los vanidosos alargan la rueda de su orgullo como pavos reales, como decía Ovidio “laudato pavone superbior”, más soberbio que un pavo real.





Todos nos hemos encontrado en la vida hombres y mujeres, incluso inteligentes, incapaces de resistirse a ese vicio. Si uno no lo hace, lo hacen ellos mismos regodeándose con éxitos desconcertantes sin que se den cuenta y avanzan dando vueltas a la manivela del auto-elogio sin rubor. Son significativos los verbos usados por Lao-Tsé: exhibirse, ensalzarse, gloriarse. En ellos se resume la historia de políticos, catedráticos, generales, artistas, hombres de negocios, poderosos e incluso de eclesiásticos, etc. etc. Pero atención al aviso de La Rochefoucauld: «Lo insoportable de la vanidad de los otros es que ofende a la nuestra».

10:08

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