Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Domingo 28 º – Ciclo C

“Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?” Y le dijo: “Levántate, vete, tu fe te ha salvado”. (Lc 17,11-19)


Diez leprosos que cumplen la ley.

Están a lo lejos del camino.

Piden a gritos la curación.

Jesús los remite a los sacerdotes.

Es en el camino que quedan curados, limpios, capaces de integrarse a la sociedad.

Sin embargo, no siempre los milagros del cuerpo hacen el milagro de cambiar el corazón.


Los diez quedan limpios:

Pero nueve regresan a la dependencia de la ley.

Solo uno, que no pertenecía a la ley, regresa al que le ha limpiado.

Los nueve se van felices porque han sido curados.

Pero se olvidan de quien los ha curado.

Solo un pagano regresa corriendo y dando gritos de acción de gracias.

Solo un pagano reconoce el poder de la gracia de Dios.

Solo un pagano regresa a Jesús.

Los otros nueve vuelven a los sacerdotes, al templo y a la ley.

Solo uno es capaz de reconocer la acción de Dios en él.

Solo uno da marcha atrás alabando a gritos al Dios que lo sanó.

Solo uno es capaz de postrarse en tierra y mostrar su agradecimiento.


Con frecuencia pedimos milagros para creer.

Y no siempre los milagros despiertan la fe.

No siempre los milagros nos hacen cambiar de camino.

Es la realidad:

De quienes se creen con derechos a que Dios nos sane.

De quienes luego se olvidan de quien los ha sanado.

De quienes el milagro no ha logrado cambiar su corazón.

De quienes, luego de sentirse curados, vuelve a la vida de antes hasta que vuelvan a necesitar de Dios.

Dios tiene que estar a su disposición, aunque ellos no estén a disposición de Dios.


Jesús no hace milagros para que luego le agradezcan.

Pero también es consciente de que el corazón humano debe ser agradecido.

Y siente el dolor del desagradecimiento.

“¿No quedaron limpios los diez?

¿Dónde están los otros nueve?

¿Solo uno ha sido tocado en sus sentimientos y regresa alabando a Dios y dando gracias?”


Solemos ser muy exigentes con Dios.

Pero no siempre sabemos ser agradecidos con Dios.

Nos creemos con derechos ante Dios.

Y hasta nos atrevemos a abandonar nuestra fe si no nos atiende.

Pero luego no sabemos reconocerle.

Luego somos poco agradecidos.


El agradecimiento es un sentimiento de nobleza del corazón.

El agradecimiento es un sentimiento de grandeza del corazón.

El agradecimiento debiera ser una actitud normal del corazón.

El agradecimiento debiera ser una actitud de reconocimiento.

El agradecimiento es el camino de regreso al camino de Dios.


Agradecidos no solo cuando Dios hace milagros espectaculares sino:

Agradecidos por el don de la vida de cada día.

Agradecidos por la salud de cada día.

Agradecidos por el amor de cada día.

Agradecidos por el pan de cada día.

Agradecidos por el trabajo de cada día.

Agradecidos por haber amanecido hoy.

Agradecidos por el regalo de un nuevo día.


Cada día estamos llamados a regresar a Jesús.

Cada día estamos llamados a alabar a Dios, aunque sea a gritos.

Cada día estamos llamados ponernos de rodillas dando gracias a Jesús.



Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C, Tiempo ordinario Tagged: agradecimiento, curacion, generosidad, gracias, gratitud, leprosos, milagro

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