20 de julio.

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Homilía para el Domingo XVI durante el año A


Nuestra tendencia natural es clasificar a las personas en dos categorías: los buenos y los malos. Evidentemente, de costumbre, nosotros nos ponemos en la primera categoría. Esta es la tendencia ya sea en los individuos como así también en las naciones o en los grupos religiosos.


Siempre preocupados por un profundo deseo de seguridad, somos fácilmente perturbados por el carácter relativo de todas las cosas. Entonces intentamos transformar en absolutos todos nuestros conceptos, y fácilmente nos perturbamos si los otros no sienten el mismo deseo (lo sienten pero a veces no coinciden los objetos, como dice la sabiduría popular: cada loco con su tema). Aparece entonces la intolerancia y los sectarismos.


Los mismos Apóstoles estaban escandalizados del comportamiento de los Fariseos y de ciertos discípulos vacilantes, y habrían querido hasta que, Jesús, hiciese caer fuego del cielo sobre sus enemigos. Jesús rechazo estos comportamientos.


Él es el pastor universal. No vino con signos de poder, como un juez que tiene por misión separar los buenos de los malos. No establecía líneas de marcación entre los discípulos. No juzgaba. Había venido para los pecadores. Esperaba simplemente que todos se reconocieran tales. En su amor, esperando una respuesta, tenía un respeto extraordinario por todos aquellos que amaba (todas las personas). Su paciencia es la expresión de un desapego radical de sí mismo.


En el curso de su vida humana fue la encarnación de la paciencia divina en relación con los pecadores. Mostró que el perdón divino era sin límites y que ningún pecado podía arrancar al hombre del poder del Padre (sólo el pecado contra el Espíritu Santo, que en su sustancia, es no querer conscientemente que Dios actúe en nosotros).


Pero el mensaje de la parábola de hoy va más lejos. Jesús no es un nuevo legislador, vino a dar plenitud no cambio. Trae una levadura para ponerla en la masa humana. Universal, esta levadura, invita a todas las generaciones a repensar, a remodelar sus vidas. Todo debe fermentar al calor del Evangelio.


La Iglesia, siendo el Cuerpo de Cristo, recibió la tarea de encarnar la paciencia de Jesús hacia la humanidad. El Papa Francisco ya nos lo ha dicho de todas las formas posibles, con gestos y palabras. Tampoco su misión es de separar a los buenos de los malos, sino la de presentar un rostro auténtico del amor. En la tierra el grano siempre está mezclado con la paja, y también con la cizaña. La línea de separación entre el bien y el mal pasa a través de cada uno de nosotros. La separación será sin duda después de la muerte.


El otro mensaje de la parábola es que la ley del Reino es una ley de crecimiento. Un buen acto de fe consiste en saber estar atentos a los gérmenes de vida nueva en nuestra comunidad, en nuestra familia, en nuestra Iglesia, y en favorecer el crecimiento de estas semillas, sin dejarse molestar por la presencia de eventuales cizañas en medio de ellas.


El pecado está pegado a nuestra piel. No es algo que entra de improviso en nuestra vida y que nosotros podemos despojarnos en cualquier parte. Hay en nosotros semillas de pecado y semillas de curación. La lucha entre estos dos tipos de semilla durará hasta el fin, hasta nuestra muerte. Lo mismo sucede para la Iglesia y para el Mundo.


Nadie puede esperar ser capaz de imitar la paciencia de Cristo, a menos que esté nutrido de su Palabra y de su Pan. Es por esta razón que nosotros celebramos la Eucaristía, que puede nutrir en nosotros la vida en germen. Acerquémonos entonces a este don con confianza y esperanza, que santa María, nos ayude a tener paciencia, en primer lugar con nosotros, para que vivamos en Jesús, y no muramos en nuestras propias trampas.


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El 20 de julio, en Argentina, Brasil y Uruguay, se celebra el día del amigo. Tiene como antecedente la cruzada mundial de la amistad que se había instaurado en Paraguay el 30 de julio de 1958. El día de hoy fue propuesto porque, el 20 de julio de 1969, el hombre llegó a la Luna. Tal vez como muchos otros, de estos días, el mayor factor de promoción sea lo comercial. Pero es bueno que nosotros como cristianos valoremos la amistad y lo característico de ella la gratuidad, la teología católica, apoyada en la Biblia y la Tradición lo hace. Hay varias categorías de amistad, pero la mayor se ilumina con el ejemplo de nuestro Señor: “Ya nos los llamo siervos sino amigos”, ¿por qué amigos? porque les he dicho lo que mandó el Padre. La verdadera amistad se funda en el bien y la verdad, hay una amistad inversa, una sociedad para el mal. El pecado es tan poco original que debe imitar la virtud para existir. Y también hay una camaradería una complicidad. ¡Pero hoy es el día de la amistad! En la fe somos todos amigos porque miramos para el mismo lado: Dios, la salvación. En estas últimas dos semanas me encontré con gente que consideraba amiga, y lo es, pero que hacía varios años que no veía, y me sorprendió, como otras veces me pasó, como continúa el trato, como si nos hubiéramos encontrado la tarde anterior y seguimos la conversación. Y otra cosa que me sorprendió es que leen este blog. En la oración y a través de estas letras saludo a mis amigos verdaderos. ¡Gracias! No hace falta contar a los amigos ni darles un diploma, quienes son amigos lo saben, les dejo, con un sincero abrazo, este pensamiento del gran Leonardo Castellani, sobre la amistad (que ya puse el año pasado), sobre la sabiduría y sobre qué es ser raro:


AMISTAD

Yo tenía tres amigos. Uno me regalaba plata. Era un buen amigo.

El otro una vez me puso la mano sobre la mano y me dijo:

-Si te matan, yo me haré matar por vos.

-¿Por vos o con vos?- le dije.

-Con vos- y no mentía.

El tercer amigo cuando iba a verlo se ponía alegre. Yo también me ponía alegre. Y estábamos alegres todo el tiempo.

Era mi mejor amigo.

HUIDA

Una vez atraparon a un monje que venía huyendo a toda furia mirando hacia atrás.

-¡Párese! ¡Párese, don! ¡A dónde va!

El anacoreta estaba que no lo sujetaban ni a pial doble.

-¿Qué le pasa? ¿Quién lo corre?

-¿Lo persigue alguna fiera?

-Peor- Dijo el ermitaño.

-¿Lo persigue la viuda?

-Peor.

-¿Lo persigue la muerte?

El anacoreta dio un grito:

-¡Algo peor que la demencia!- Y siguió huyendo.

Venía atrás al galope un necio con poder.

“ES UN POCO RARO…”

La oveja y el carnero miraban el perro pastor. Dijo la oveja:

-¡Qué lindo tipo!

-Es un tipo raro- dijo el carnero.

-¿Qué cosa es ser raro?- preguntó ella.

- Ser raro es no ser como yo- dijo el carnero. (Del libro “Camperas” de Leonardo Castellani).


perritoygat




11:25
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