¿Os acordáis cuando hace unos días os hablaba de la música titulada Estrella de Belén de la banda sonora de Ben Hur? Pues bien, he encontrado un vídeo donde podéis escuchar esta música, seguida del toque del cuerno por parte del pastor judío, la fanfarria y la pieza de la banda sonora titula Preludio. Ya expliqué hace unos días el por qué de la belleza que conforma la unidad de estos cuatro elementos.
Pero, además, si veis este otro vídeo en el minuto 3:30, veréis que la película acaba con un aleluya:
Es decir, Ben Hur comienza con el toque del sofar, el cuerno judío, para anunciar en mitad de la noche que ha nacido el Mesías esperado por siglos, y acaba con el aleluya de su salvación. Magistral. Este tipo de sutilezas están totalmente ausentes de las actuales películas religiosas producidas para un público de inteligencia especialmente retrasada.
Y eso las hechas con buena voluntad. Porque en el caso de Noé, película que no he visto, seguro que es una mezcla de Dallas con Falcon Crest, cuya única similitud con el texto bíblico es que el protagonista se llama Noé y que vive en algo que tiene alguna semejanza a un diluvio.
Qué diferencia con una historia como la de Ben Hur. Una historia que es un viaje a través del rencor para llegar al aleluya de la redención. Una historia larguísima que culmina en el hecho de que la sangre de Cristo mezclada con el agua, cura de la lepra a los familiares del protagonista.
Tres horas y media de película que culminan a los pies de la Cruz, y más concretamente en su sangre que corre en la base del madero. Magistral. Escenas impactantes con actores soberbios acompañadas de una música impresionante. Nada que ver con el Barrio Sésamo religioso al que ahora nos vemos sometidos contra nuestra voluntad.
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