Del Vatican Insider
Una medida inmediata y contundente para la diócesis paraguaya de Ciudad del Este. En los últimos días dos enviados del Papa realizaron una auditoría al gobierno del obispo Rogelio Livieres Plano y, antes de dejar el país, soltaron una bomba: Por orden de Francisco se suspenden todas las ordenaciones sacerdotales y diaconales en esa demarcación eclesiástica. Hasta ahora nadie informó sobre los motivos del veto, pero resulta evidente que responde a una grave situación en el seminario local.
La novedad fue comunicada por los visitadores apostólicos, el cardenal español Santos Abril y Castelló y Milton Luis Tróccoli, obispo auxiliar de Montevideo (Uruguay). Ellos concluyeron sus investigaciones “in loco” este sábado 26 de julio. Realizaron pesquisas durante semana intensa, en la cual pasó de todo. Incluido un desmayo y posterior hospitalización del purpurado.
Según la práctica de la Santa Sede, las visitas apostólicas suelen ser auditorías reservadas que a menudo se llevan a cabo en la más absoluta discreción. Pero el caso de Ciudad del Este fue distinto. Ante todo porque el conflicto entre su obispo y otros miembros del episcopado paraguayo es de dominio público desde hace varios años atrás.
Esta visita se dio en medio de una gran exposición pública. El primer elemento inusual fue que la misma fue anunciada públicamente por el nuncio apostólico, Eliseo Ariotti. El obispo Livieres, integrante del Opus Dei, adoptó la estrategia de mostrarse en todo momento abierto y conforme con la investigación. Incluso mandó a publicar una larga respuesta a todos los señalamientos en su contra por supuestas irregularidades en la página de internet de la diócesis.
Los visitadores fueron recibidos por todo lo alto. Se reunieron con el presidente Horacio Cartes y con las autoridades de la región del Alto Paraná. Luego fueron entrevistando a cada una de las partes involucradas en el contencioso. Porque las denuncias por gestión equivocada contra Livieres tocan diversos sectores: desde las quejas de sacerdotes expulsados hasta la supuesta mala administración.
Parte del trabajo de los investigadores se concentró en el seminario mayor y en los dos seminarios menores que funcionan en la diócesis. Su apertura, ocurrida bajo el actual episcopado, ya había causado polémicas. Sobre todo por la decisión de acortar el periodo de formación sacerdotal a apenas cuatro años, alegando una urgente necesidad de nuevos curas.
Como réplica, Livieres sostiene que los otros obispos paraguayos se quejaron del seminario porque les habría quitado el “monopolio de la formación sacerdotal”.
Resulta evidente que -a su llegada a Paraguay- Abril y Castelló ya llevaba el decreto del Papa que manda a suspender todas las ordenaciones. Si al final de sus indagaciones decidió entregar el documento, fue porque reforzó los indicios de irregularidades que ya habían sido enviados a Roma y que propiciaron la visita apostólica.
Esto lo confirmó el propio Livieres, quien señaló a la prensa: “Recibí por escrito la disposición del Papa. Es una medida precautoria que tomó el Santo Padre hasta tanto se aclare la situación, porque, tanto la Conferencia Episcopal Paraguaya como la Nunciatura habían enviado noticias pésimas, infundadas y calumniosas sobre nosotros”.
Y anticipó que cumplirá a la letra con las determinaciones de Francisco: “Por supuesto, encantado de la vida suspendo todo lo que quiera porque yo hago lo que quiere Dios y el vocero de Dios es el Papa. Pues, entonces, fenómeno”.
Aunque los visitadores no quisieron ofrecer detalles sobre el resultado de sus pesquisas, el vicario para la Juventud de la diócesis de Ciudad del Este, Jorge Miguel Martínez, precisó que cardenal “quiso saber sobre los escándalos. Si había escándalos”.
El sacerdote, uno de los entrevistados por el purpurado, reconoció que existen problemas de castidad entre los seminaristas. “Aparte de los escándalos inventados por la prensa y de alguna dificultad de castidad de algún seminarista pero de fuero interno, yo no conozco a alguien que haya tenido un escándalo así externamente”, indicó, antes de justificar: “La situación en Paraguay es así: aquí, a todo el mundo le cuesta la castidad porque, bueno, la cultura guaraní, y la castidad nunca fue el fuerte de los paraguayos”.
La posición de Livieres es complicada. No sólo por las cuestiones ya descriptas sino por otros episodios como sus desencuentros con otros integrantes de la Conferencia Episcopal Paraguaya, sus ausencias en algunas reuniones, y las acusaciones a uno de sus principales colaboradores por supuestos abusos sexuales contra menores.
El pastor se ha defendido argumentando que algunos obispos y sacerdotes lo tienen en punto de mira por denunciar irregularidades y haberse opuesto de manera férrea a la candidatura presidencia del ex obispo de San Pedro, Fernando Lugo (finalmente elegido).
Por lo pronto Santos Abril y Castelló ya dijo que tocará al Papa Francisco decidir el futuro de Ciudad del Este, tras leer un detallado informe que le entregará. Y Livieres está abierto a todo. Así se lo dijo a los periodistas cuando le preguntaron: “¿Aceptaría un cambio en la diócesis?”. Sin dudar respondió: “Por supuesto”.
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