Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Miércoles de la 17 a. Semana – Ciclo A

“Dijo Jesús a la gente: “El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante que busca perlas finas que, al encontrar un de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra”. (Mt 13,44-46)



Flickr: zen Sutherland



El texto lo hemos leído el pasado domingo.

Y la liturgia vuelve recordárnoslo de nuevo hoy.

Lo que nos demuestra la importancia del mismo.


Nosotros lo vamos a titular:

“El tesoro de la alegría”.

“La perla de la alegría”.

“El vender y renunciar a todo con alegría”.

Dos sencillas parábolas que pudieran marcarnos el camino de la fe.


Benedicto XVI lo expresó muy bien cuando escribió:

“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética, sino por el encentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nuevo rizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (DC 1)


No comenzamos a ser cristianos con la moral bajo el brazo.

No comenzamos a ser cristianos con una decisión ética.

Comenzamos a ser cristianos:

Descubriendo la belleza de Jesús.

Descubriendo la belleza de la fe.

Descubriendo la belleza del Evangelio.

De otro modo lo dijo también Jesús: “buscad primero su justicia y el resto vendrá por su cuenta”.


De ordinario:

Comenzamos aprendiendo ideas de memoria.

Comenzamos aprendiendo de memoria cosas del Evangelio.

Comenzamos aprendiendo cosas sobre Jesús.

Es que comenzamos por la cabeza.

De ahí que luego todo nos parece cuesta arriba.


¿No estará ahí el fallo de la pedagogía de nuestros padres?

¿No estará ahí el fallo de la pedagogía de la Catequesis?

¿No estará ahí el fallo de la pedagogía de la Iglesia?

Comenzamos por aprender doctrinas.

Comenzamos por aprender verdades y teorías.


El primer paso es encontrarnos con Jesús.

Presentar la belleza y la riqueza de Jesús.

Primero tendremos que descubrir la grandeza de Jesús.

Primero tendremos que enamorarnos de Jesús y su Evangelio.

Primero tiene que ser un encentro personal.

¿A caso los enamorados comienzan por las ideas que llevan en la cabeza?

¿A caso no comienzan por enamorarse el uno del otro como persona?


Mientras Jesús no sea nuestro tesoro, no venderemos nada por él.

Mientras Jesús no sea nuestra perla preciosa, no venderemos nada.

Solo cuando nos hemos encontrado con Jesús y nos hemos enamorado de él, estaremos dispuestos a vender con alegría todo lo que tenemos.

Sólo cuando Jesús sea el centro de nuestro corazón, la ética y la moral la viviremos con alegría.

Sólo cuando Jesús sea el verdadero tesoro de nuestro corazón, seremos capaces de venderlo todo, renunciar a todo por él.


Las raíces de nuestra fe no están ni en la ética ni en la moral.

Las raíces de nuestra fe están en un “encuentro personal” con El.

Cuando Jesús nos ha ilusionado, todo nos parecerá fácil.

El predicó el Evangelio, pero comenzó por la invitación a “seguirle para estar con él”.

Un cristianismo sin Jesús tesoro y perla del corazón puede ser una teoría, un sistema, una institución.

La alegría será la señal del cristiano, cuando hayamos descubierto a Jesús como el tesoro de nuestra vida.


Primero ilusionarnos con Jesús.

Luego vendrán las doctrinas sobre Jesús.

Pero doctrinas sin Jesús no pasan de teorías, de ideas que no llegan al corazón.


¿No habrá que cambiar el sistema de nuestra catequesis?

¿No habrá que cambiar el modelo de nuestra predicación?

“Yo no sé entre vosotros otra cosa que Jesús y este crucificado”.

La fuerza y la energía evangelizadora de Pablo estuvo en su encuentro con Jesús, por el cual “todo el resto lo considero pérdida”.

Personalmente no sigo ideas ni doctrinas.

Sigo al que ha ganado mi corazón. Y este es Jesús.

El resto, vendrá por su cuenta.

No somos cristianos por las ideas.

Somos cristianos porque nos hemos enamorado de Alguien.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: alegria, enamoramiento, parabola, reino de dios, tesoro
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