Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Lunes de la 17 a. Semana – Ciclo A

Nuestra Señora de la Paz


“Jesús propuso esta otra parábola a la gente. “El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de los semillas, cuando crece es más alto que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas”.

(Mt 13,31-35)


En Lima celebramos civilmente las Fiestas Patrias. Y religiosamente, la fiesta de Nuestra Señora de la Paz. Como otras veces nosotros vamos a guiarnos del calendario universal.


Bueno, después que Dios siendo tan grande se hizo tan pequeño, ya nada puede extrañarnos.

Ahora Jesús nos habla de la grandeza de lo pequeño.

Jesús nos habla de que de lo más pequeño, se pueden hacer cosas grandes.

Y que él no ha venido a formar un Imperio, como el Imperio Romano.

Ni tampoco una Nación poderosa que dispone de la bomba atómica.


A Dios le fascina:

lo pequeño que es capaz de transformar a lo grande.

lo pequeño que es capaz de cambiarlo todo.

lo pequeño que es capaz de producir cosas grandes.


Le fascinó una mujer insignificante del pueblo, para hacerla madre de su Hijo.

Le fascinó un pesebre, donde manifestarse al mundo.

Le fascinó un anciano, que lo cogió en sus brazos y lo mostró como luz de las naciones.

Y casi me atrevería a confesar que le fasciné yo, casi descalzo, con pantalón hecho de remiendos, y a quien un día se atrevió a llamar a la vida consagrada pasionista y al Sacerdocio.


Siempre me he preguntado:

¿Por qué a Dios le encanta lo sencillo?

¿Por qué a Dios le encanta lo pequeño?

¿Por qué a Dios le encanta lo que socialmente no significa nada?


El Reino de Dios, no es un Imperio.

Es como una semilla de mostaza, que a decir verdad a penas si se la ve.

La Iglesia de Dios, no es un Poder frente a los demás poderes.

Es como una semilla, llamada a crecer y extenderse por todo el mundo.

A muchos nos gustaría una Iglesia llamativa, esplendorosa.

A muchos posiblemente les encantaría una Jerarquía que se impone por su grandeza y majestad.

¿Sabían que los Cardenales antiguamente llevaban una cola de catorce metros?

Más que una de esas novias de la realeza humana.


A Dios le encanta la levadura.

Un puñadito de levadura capaz de transformar toda una masa de harina.

A Dios le la va mejor una Iglesia pobre, sencilla, sin grandezas.

Sino pequeña, pero con una gran energía transformadora del mundo.

¿Qué tiene de grandeza lo pequeño?

Lo pequeño suele ser siempre semilla de cosas grandes.

Lo pequeño revela mejor el poder de Dios y no nuestro orgullo humano.

Lo pequeño revela la fuerza de la vida.

Todo nace pequeño.

Hasta nosotros nacimos pequeños.

Nacimos de un óvulo fecundado por un espermatozoide que solo se ven al microscopio.

Y que sin embargo de ahí han nacido los grandes hombres.


La Iglesia:

No es grande ni por el número y por sus templos y manifestaciones.

Sino por ser semilla pequeña pero con gran vitalidad.

La misión de la Iglesia es ser “semilla”.

La misión de la Iglesia es sembrar “semillas”.

La misión de la Iglesia es fermento capaz de transformar a la humanidad y al mundo.

La misión de la Iglesia es ser semilla y fermento de evangelio.

La misión de la Iglesia es ser semilla y fermento de Dios.

La misión de la Iglesia es ser semilla y fermento de salvación.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: grano de mostaza, parabola, reino de dios, semilla
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