Preparo con ilusión la fiesta de Pentecostés, que culmina la Pascua de 2014. Y pido al Espíritu Santo que transforme los corazones, las instituciones y el mundo que nos ha tocado vivir. Para que sean más limpios, auténticos y luminosos.
Como los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén me siento acompañado por María, Madre de Dios y nuestra. A su intercesión me acojo para que me conceda y nos conceda abrir el corazón a la fuerza de lo alto.
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