Anda que no me iba a reír… Pensando que nos chupamos el dedo, nos vendieron la película de una sociedad, la catalana, sensible con los animales, avanzada culturalmente, enemiga de toda violencia y todo maltrato y que en consecuencia no podía tolerar en su seno un espectáculo tan horripilante como una corrida de toros.
La verdad es que, sin pensar en otras consideraciones, algunos nos preguntábamos por qué una corrida de toros, reglamentada y cuidada, era tortura, mientras los corre bous, donde al toro lo ensogan, lo convierten en antorcha bovina y hasta lo acaban tirando al mar no solo no suponían tortura ni dolor al animal, sino que venían a presentarse como ejemplo de inocente divertimento.
La conclusión era elemental, querido Watson: la corrida de toros es un espectáculo españolista mientras que los corre bous son esencialmente catalanes.
Leo hoy en la prensa que el emir de Qatar está interesadísimo en adquirir la plaza a los Balañá para convertirla en un inmenso centro islámico en el que destacaría un impresionante minarete que superaría en doscientos metros a la mayor torre de la Sagrada Familia. Toma catalanismo. O a lo mejor es lo que pretende Cataluña para una mayor diferenciación con el resto de España: ustedes católicos, nosotros musulmanes.
En cualquier caso, difícil reflexionar sobre un hecho así. La corrida de toros españolista, los corre bous catalanistas, a lo mejor la mezquita la venden como paradigma de interculturalidad y tolerancia, aunque a la vez se prohíban procesiones como hace poco en Hospitalet. Misterios del seny y la rauxa. A lo mejor es que han pensado que el petrodólar está donde está y a partir de ahí es buena inversión colocar una alfombra al emir por lo que pudiera caer en la bolsa. Vaya usted a saber.
Por otra parte cuidadito, porque una sociedad que se pretende tolerante y abierta no se lleva muy bien con el islam, y cuarenta mil musulmanes rezando son cuarenta mil musulmanes en contra del aborto, en contra del mundo gay, machistas, partidarios del velo islámico en el mejor de los casos y dispuestos a irse con las huríes como consecuencia de la violenta muerte en combate por defender la extensión de su fe.
Me preguntaría si Barcelona y Cataluña ganan con el cambio. Si creen que cambiar una plaza de toros por un inmenso centro islámico los hace más fuertes, solidarios, abiertos, libres y europeos. Me pregunto también si de la misma forma que hubo serias protestas ante la Monumental, las habrá ante el posible centro islámico protestando por el papel de la mujer en el Islam o la ausencia de derechos humanos en los países árabes.
Creo que los barceloneses pierden. De “tolerar” unos cuantos pasodobles algunos domingos al año, a tener que aguantar al muecín varias veces al día y desde una torre de trescientos metros de altura. De convivir con los taurinos y taurófilos, no muchos, y gente pacífica, a hacerlo con islamistas de los que no sabemos o preferimos no saber sus intenciones.
Es igual. Si lo español se identifica con toros, pasodobles y los reyes católicos, viva el islam, el muecín y Abderramán III. Por cierto, los musulmanes, muy taurinos ellos.
Oiga cura… ¿Mande? Antes islamista que españolista… Hace usted muy bien… En la tienda de al lado venden unos burkas para señora a muy buen precio.
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