“Dijo Jesús a sus discípulos: “Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”. (Mt 7,15-20)
Abundan los profetas.
Profetas de desgracias.
Profetas de vidas al margen del Evangelio.
Profetas de vidas que han de vivir al ritmo del mundo.
Profetas de que todo debe seguir igual.
Profetas de que todo debe cambiar.
Profetas de la libertad sin controles.
Profetas de vidas sin referencia a Dios.
El profeta:
No es el que habla por si mismo.
El verdadero profeta es el que ha escuchado a Dios.
El verdadero profeta es el que ha recibido de Dios una misión.
El verdadero profeta, de ordinario, suele molestar nuestras comodidades.
El verdadero profeta, suele provocarnos.
El verdadero profeta, no es de los que anuncia lo fácil.
El verdadero profeta, no es de los que nos ponen las cosas fáciles.
El verdadero profeta, no es de los que nos deja donde estamos.
El verdadero profeta, no es de los que no nos inquieta.
El verdadero profeta, de ordinario, suele molestar.
Jesús nos pone en vilo contra los falsos profetas.
Esos que habla por sí mismos.
Pero nunca han escuchado a Dios, por más que lo citen.
Esos profetas que hablan en nombre propio.
Pero no tienen autoridad para hablar en nombre de Dios.
Por eso los verdaderos profetas no suelen ser aplaudidos.
Más bien son aquellos que estorban.
Porque los verdaderos profetas anuncian siempre el plan de Dios.
Porque los verdaderos profetas nos enfrentan con nuestras comodidades.
Porque los verdaderos profetas molestan e inquietan.
Hoy abundan los falsos profetas:
Que proclaman lo que nos gusta.
Que proclaman lo que no nos exige.
Que proclaman el bienestar de unos y el malestar de otros.
Que proclaman la modernidad que nos lleva por el camino de lo fácil.
Profetas que anuncian más los criterios del mundo que los criterios del Evangelio.
Profetas que anuncian más lo que nos gusto que lo que es según el gusto de Dios.
Profetas que anuncian la libertad sin controles que la libertad en fidelidad a Dios.
Por eso, Jesús no da un criterio e discernimiento entre los buenos y malos profetas.
“Por sus frutos los conoceréis”.
¿Cuáles son los frutos del amor de los jóvenes?
¿Cuáles son los frutos de la familia hoy?
¿Cuáles son los frutos de la pareja hoy?
¿Cuáles son los frutos de la ajusticia hoy?
¿Cuáles son los frutos de la práctica religiosa hoy?
¿Cuáles son los frutos de la verdad hoy?
¿Cuáles son los frutos del compromiso con los demás hoy?
¿Cuáles son los frutos del comportamiento con nuestros ancianos hoy?
¿Cuáles son los frutos del respeto a la vida hoy?
¿Cuáles son los frutos del respeto a la dignidad humana hoy?
¿Cuáles son los frutos de nuestro compromiso con la Iglesia hoy?
¿Cuáles son los frutos de la vida de la juventud hoy?
¿Cuáles son los frutos de la formación de los niños hoy?
¿Cuáles son los frutos de nuestro compromiso con la justicia social hoy?
No me toca responder a mí.
Es cada uno que tiene que responderse a sí mismo.
¿A qué profetas sigue?
¿A qué profetas escucha?
¿A qué profetas da la razón?
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: discipulos, enviados, hostilidad, profeta, testimonio
Publicar un comentario