“El Romano Pontífice y los Obispos, como maestros auténticos, por estar dotados de la autoridad de Cristo predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica” (LG 25).
La fiesta de San Pedro y San Pablo es ocasión para agradecer la firmeza y la seguridad de la fe que profesamos, para mirar sin complejos a nuestro mundo y aportar con humildad nuestra visión cristiana, nuestra solidaridad, nuestra caridad y nuestra feliz esperanza. Nos está necesitando aunque no lo sepa y nosotros estamos felices de poder hacerlo ¡No escatimemos esfuerzos, que merece la pena!
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