La superiora del convento del que soy capellán me ha pedido hoy en el torno, que si podía hacer un triduo antes de la fiesta de San Judas Tadeo. Le he dicho que sí. Es más, le he pedido permiso para decorar el altar esos tres días de un modo, como diría yo, fastuoso, sí, ésa es la palabra.
Quiero poner también dos pequeños incensarios entre los candelabros de donde salga incienso. No sé si encontraré algo bonito y muy barato. El dinero es otra limitación. De hecho, es una gran limitación. También quiero poner reliquias sobre el altar. En fin, haré una fotografía para que lo veáis. Pero todavía falta para el 28 de octubre.
Ah, alguien quizá le parecerá mal que el altar sea fastuoso. Pero, en mi modesta opinión, ya sabéis que no soy nadie, un altar siempre conviene que sea fastuoso. Yo creo en el triunfo de Cristo y celebro ese triunfo. Y lo celebro con lo mejor que pueda encontrar. La Resurrección ya ha sucedido, de ahí que el altar tiene algo de trono. El Gloria a Dios en el Cielo se concreta materialmente sobre los blancos manteles del altar, porque allí justamente aparece Cristo Resucitado.
Si alguien quiere ahorrar, puede irse a la parroquia de otro barrio. Seguro que allí encontrará alguna misa estilo Boff.
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