Hoy resonó en París (como muestra esta impresionante fotografía) un grito al que no estábamos acostumbrados por unánime, multitudinario y representativo de todo el continente. Ha sido un grito contra la siembra de terror y la barbarie irracional, que pretender cobijarse falsamente bajo el manto de una religión.
A la Europa decadente y envejecida, a la Europa descreída y arrogante, aún le queda voz. Ojalá que este grito desgarrado y unitario despierte sus creencias relegadas y sus valores olvidados y vuelva a ser de nuevo un continente con futuro y esperanza, capaz de luchar con argumentos, honradez y heroismo, bajo la luz y la libertad que fluyen del Evangelio de Jesucrito, que la iluminó desde la primera hora, hace ya veinte siglos.
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