“Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu Señor estás sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista. Para dar la los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”. “Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír”. (Lc 4,14-22)
Con frecuencia escucho decir a los laicos: “He abierto la Biblia y me he encontrado con un texto que parecía escrito para mí”.
Es lo que le sucedió también a Jesús: “desarrollándolo encontró el pasaje donde estaba escrito”.
Cada vez que abrimos la Biblia, está escrita para mí.
Cada vez que leemos la Biblia, es Dios que me habla personalmente a mí.
Cada vez que leemos la Biblia, es Dios que tiene un mensaje personal para mí.
La Biblia no la podemos leer de manera impersonal.
La Biblia no la podemos leer como la historia de otros.
La Biblia la tenemos que leer como la historia de Dios en cada uno de nosotros.
Jesús se sintió tocado por el texto de Isaías.
Jesús se sintió como identificado en el texto que leyó.
“Hoy se cumple esta Escritura”.
La Biblia la leemos como palabra de Dios.
Como el mensaje que Dios tiene para nosotros hoy.
Como la voluntad de Dios para nosotros hoy.
“No solo parece que está escrita para mí, es que lo está, no solo lo parece”.
También nosotros tenemos que sentirnos tocados por la palabra.
También nosotros tenemos que cerrar el libro sabiendo cuál es la voluntad de Dios sobre nosotros.
Y la identidad y misión de Jesús es clara:
Es la misión de proclamar la Buena Noticia a los pobres.
La misión de anunciar la Buena Noticia a cuando solo tienen malas noticias.
La misión de anunciar la Buena Noticia a cuantos viven de malas noticias.
Y esa es la misión de cada cristiano:
Anunciar la vida, donde abunda la muerte.
Anunciar el pan, donde se carece de pan.
Anunciar la armonía, donde se vive divididos
Anunciar el encuentro, donde se vive separados.
Anunciar la alegría, donde sobra la tristeza.
Anunciar la esperanza, donde sobra la desesperanza.
Anunciar la justicia, donde somos víctimas la injusticia.
Anunciar la libertad, donde existe la esclavitud.
Anunciar la libertad, donde abunda la dependencia.
La misión de Jesús:
Es una misión para los pobres.
Es una misión para los necesitados.
Es una misión para los marginados.
Es una misión para los excluidos.
Es una misión de hacernos libres social y religiosamente.
¿Para cuántos pobres tendré hoy una palabra de esperanza?
¿Para cuántos tristes tendré hoy una palabra de alegría?
¿Para cuántos marginados tendré hoy una palabra de acogida?
¿Para cuántos tendré hoy una palabra de libertad?
Clemente Sobrado C. P.
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