“Jesús dijo a sus discípulos: “Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Yo, en cambio, os digo: “No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra”. (Mt 38-42)
El Papa Francisco hizo una confesión que habría que ponerla en un marco: “Me piden que reforme la Iglesia. Y hay que hacerlo. Pero “la Iglesia no se cambia con decretos reformistas”. Antes es preciso cambiar el corazón. Antes es preciso entrar en período de conversión. Algo parecido nos dice hoy Jesús. Nosotros queremos arreglar el mundo a base de fuerza. Queremos cambiar las cosas en base a quién puede más. Y Jesús nos dice que: El mundo solo cambiará con la paz y el amor. No cambiaremos el mundo viendo quién es el más fuerte. Sino quién ama más. No es midiendo nuestras fuerzas que vendrá la paz. Sino midiendo nuestra capacidad de amar. No cambiaremos el mundo midiendo nuestras fuerzas: “Ojo por ojo y diente por diente”. Esto lo único que logrará es dejarnos bizcos y desdentados. No triunfa el que vence. Triunfa el que prefiere perder. No triunfa el que pega primero, como decimos. Triunfa el que deja pegarse, por más que lo llamen tonto. No es echando más leña al fuego que apagamos la llama. No nos entenderemos viendo quién grita más. Sino quien es capaz de callar. No nos entenderemos viendo quien hace más violencia. Sino quien es capaz de silenciarse y hacerse el débil. Un día presencia algo que me llamó la atención: Un niño regresaba de la escuela llorando. El papá le preguntó ¿qué tenía? “Es que mi compañero me dio un puñete”. El papá levantando la voz lo dice: “¿No te tengo dicho que no te dejes pegar por nadie y aunque sea le rompes la cabeza con una piedra?” “En mi casa no quiero cobardes”. Algunos llaman cobardía a no declarar la guerra al otro. Algunos llaman cobardía a no defenderse aunque tenga razón. Algunos llaman cobardía a no devolverle la patada al otro. Algunos llaman cobardía a no medir sus propias fuerzas con el otro. Dios no cambia el mundo con cañones. Dios no cambia el mundo con odios y rencores. Dios no cambia el mundo compulsando fuerzas. Dios cambia el mundo con el amor. Dios cambia el mundo con la debilidad. Dios cambia el mundo con la comprensión. Dios cambia el mundo con el perdón. En una charla a parejas se me ocurrió decirles: “Tienen permiso para pelearse y gritarse”. En la sala se oyó como una especie de respiro: “menos mal que tenemos permiso”. Pero de inmediato les dije: “pero con una condición. Lo hacen tomados de la mano y mirándose a los ojos”. Inmediatamente se escuchó: “así no se puede”. Claro que no se puede. Pero así habremos evitado las peleas entre ustedes. Claro que Jesús no quiere que si te dan un bofetón, esperes a que te den otro. Preferible que huyas. No es cobardía huir para evitar peleas. Al contrario, supone la valentía de haberlas evitado. ¿Qué prefieres? ¿Vivir peleado o vivir en paz? Entonces mete tu fuerza al bolsillo y saca el amor de tu corazón. ¿Quieren hacer la prueba los esposos? ¿Quieren hacer la prueba los hermanos? ¿Quieren hacer la prueba los vecinos y las naciones? Clemente Sobrado C. P.
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