Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Viernes de la 11 a. Semana – Ciclo A

“Dijo Jesús a sus discípulos: “No atesoréis tesoros en la sierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman, ni ladrones que abran boquetes y roben”. ( Mt 6,19-23)



La vida se mueve en distintas vertientes:

Los que piensan en disponer de lo necesario para vivir.

Los que piensan en amontonar lo superfluo.

Los que piensan en amontonar por el ansia de tener más.


El corazón humano vive insatisfecho.

Nunca tiene lo suficiente para ser feliz.

Siempre ansía tener más.

Cada fin de año, las Revistas suelen traer el nombre de los “más ricos del mundo”.

Pero aún los más ricos no logran ser lo ricos que quisieran ser.

Hay quienes nunca van a poder disfrutar de todo lo que tienen.

Y tampoco lo podrán llevar con ellos cuando mueran.

Pero mientras tanto, viven en constante tensión:

Cada día viven del ritmo de la Bolsa.

Cada día viven del movimiento de la inflacción o devaluación.

Cada día viven de la posible quiebra de la economía.

Es un tener con ansiedad.

Es un tener con preocupación.

Es un tener con miedo.


Jesús sabía muy bien de todos estos ritmos del corazón humano.

Jesús sabía muy bien del sufrimiento del “querer tener siempre más”.

Jesús sabía muy bien del sufrimiento de los vaivenes de la economía.


Y no es que Jesús está contra el ansia de tener lo necesario para vivir.

Ni esté en contra del tener.

Lo que Jesús nos dice es que:

Atesorar en la tierra tiene sus riesgos.

Atesorar en la tierra tiene sus riesgos.

Atesorar en la tierra tiene sus peligros.


Lo que Jesús nos dice es:

Que atesoremos allí donde no hay peligro.

Que atesoremos allí donde podemos vivir tranquilos.

No se trata de atesorar en dólares.

Tampoco se trata de atesorar en euros.

Se trata de atesorar la bondad del corazón.

Atesorar la generosidad del compartir.

Atesorar la bondad de compartir con los necesitados.

Atesorar la bondad de compartir nuestro pan con los que no lo tienen.

Atesorar la bondad de nuestro servicio a los demás.

Atesorar la bondad de nuestro esfuerzo de hacer felices a los demás.

Atesorar la bondad de nuestro esfuerzo en la lucha por la justicia y la paz.

Atesorar la bondad de de nuestro esfuerzo para que los demás puedan vivir con dignidad.

Atesorar la bondad de hablar bien de los demás.

Atesorar la bondad de lucha para que los demás sean reconocidos en su dignidad.

Atesorar la bondad de nuestro esfuerzo por vivir el amor con que el Padre nos ama.

Atesorar la bondad de nuestro esfuerzo por hacer sentir a los demás que Dios los ama.


No se trata de atesorar cosas, billetes y chequeras.

Se trata de atesorar la bondad de las obras buenas de cada día.

Se trata de atesorar la bondad de lo que hacemos por los demás.

Se trata de atesorar la experiencia diaria de Dios en nuestros corazones.

Se trata de atesorar la experiencia de trabajar por el Reino.

Los santos son los que han atesorado su fidelidad a la gracia de Dios en ellos.


Señor: que no me falte lo necesario para vivir con dignidad.

Señor: que no me deje engañar por los bienes materiales.

Señor: que cada día tú seas el mejor tesoro de mi corazón.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: bondad, desprendimiento, generosidad
23:51

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