Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Sábado de la 11 a. Semana – Ciclo A

“Dijo Jesús a sus discípulos: “Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; al otro; o al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”. (Mt 6,24-34)


Jesús no nos quiere divididos.

Jesús quiere que seamos uno.

Jesús quiere que seamos o no seamos.

Porque quien vive dividido no es ni una cosa ni otra.

No se puede cabalgar sobre dos cabellos.

Porque, al final te van a tirar al suelo.


Nuestro gran peligro es:

Ser o no ser.

Vivir como persona o como irracional.

Ser bautizado o ser pagano.

Ser creyente o ser pagano.

Seguir a Jesús o tomar otro camino.

Vivir en la verdad o en la mentira.


Jesús es claro:

No podemos servir a dos amos.

No podemos servir a Dios y al dinero.

O Dios es el centro de nuestra vida.

O ponemos como centro el dinero, el tener.

O somos cristiano o no lo somos.

Pero no podemos vivir divididos.

No podemos decir que Dios es el centro de nuestra vida.

Y luego nuestro corazón vive esclavo del tener.

El que carece de unidad consigo mismo vive a ratos.

Momentos de mucho fervor espiritual.

Momentos en los que nos olvidamos de todo y vivimos otra cosa.


El ser humano es una unidad de materia y espíritu.

Es una unidad de cuerpo y alma.

Es una unidad de fe y vida de fe.

Dios no nos quiere a pedazos.

Dios no nos quiere a ratos.

Dios no nos quiere por temporadas.


Es posible le demos poca importancia a todo esto, porque, estamos demasiado habituados a vivir desdoblados, divididos.

Estamos acostumbrados a comulgar y luego no hablarnos con nuestros hermanos.

Estamos acostumbrados a comulgar fervorosamente, y luego durante la semana vivimos a nuestro aire.

Estamos acostumbrados a creer que Dios nos ama, y luego nosotros amamos a los que nos interesa.


Estoy pensando:

Me consagrado como religioso y luego quiero vivir como seglar.

Me ordeno de sacerdote y luego vivo como un laico cualquiera.

Nos casamos jurándonos fidelidad y luego nos gana la partida la infidelidad.

Decimos ser felices en casa, y a la vez, nuestro corazón está en la calle.

Decimos amar a nuestra esposa y luego mantenemos el juego de otros amores.

¡Cuantos matrimonios rotos por cariños guardados en nuestro celular o correo electrónico!

Decimos que estamos arrepentidos, y al rato siguiente volvemos a las andadas.

Juramos servir al pueblo, y luego nos aprovechamos de los que podemos.


Dios tiene un solo corazón.

Jesús tiene un solo corazón con el que ama a todos.

Nosotros, diera la impresión de tener varios corazones.

Dios nos ha regalado un solo corazón.

Dios nos ha regalado una sola fe.

Dios nos ha regalado una sola Iglesia.

La unidad con nosotros mismos nos da vida.

Vivir divididos es renunciar a ser lo que somos.

No podemos tener varios dioses.

No podemos tener varios amos.

No podemos “ser” y “no ser”.

La mujer está o no embarazada. Pero ninguna “medio embarazada”.

O somos cristianos, pero no hay “medios cristianos”.

O somos hombres, pero no medios hombres.

O somos mujeres, pero no medias mujeres.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario
23:51

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