“Habéis oído el mandamiento “no cometerás adulterio”. Pero, yo os digo: “El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior”. (Mt 5,27-32)
“Habéis oído”, “pero yo os digo”.
Hoy oímos muchas cosas.
Vivimos la cultura de las noticias,
Vivimos la cultura de las comunicaciones.
Radio colgado de las orejas.
Televisión, música, tablets.
Teléfonos y celulares de todo tipo y estilo.
Hoy todo es palabra y todo es imagen.
Y el caso es que no podemos vivir sin esos ruidos.
Por eso, creo que ya no tenemos tiempo:
Para pensar.
Para reflexionar, porque todo es tan rápido.
Para ser nosotros mismos.
Estamos llenos de los demás, menos de nosotros.
¿Dónde estamos nosotros?
Son los otros los que piensan por nosotros.
Son los otros los que nos imponen sus ideas.
“Pero yo os digo”
¿Coincide lo que se nos dice con lo que nos dice Jesús?
A Jesús le hemos llamado palabra.
Pero Jesús tiene otra manera de hablar:
Sin ruido.
Más que a las orejas, Jesús habla al corazón.
También habla a nuestra inteligencia.
Pero Jesús nos habla de otra manera.
Y nos dice cosas diferentes.
No nos impone el griterío de palabras.
Pero nos ofrece un modo de pensar diferente.
Los demás nos hacen quedar con lo exterior.
Jesús quiere hablar al interior.
Jesús no dice lo que dicen todos.
Jesús nos dice algo nuevo.
Nos dice que la verdad o la mentira la llevamos dentro.
Así no es necesario un adulterio físico, para el que necesitamos escondernos.
Jesús nos dice que el adulterio lo llevamos en el corazón.
Lo llevamos en el simple deseo.
Lo llevamos en el simple pensamiento.
Porque el adulterio:
no es algo que hacemos a escondidas.
es algo que llevamos en los ojos.
es algo que llevamos en el pensamiento.
es algo que llevamos en el deseo del corazón.
es una decisión, hasta puede ser una fantasía.
Jesús habla distinto a la ley.
La ley habla desde afuera.
Jesús habla desde adentro.
Es que nuestra verdad no es algo externo a nosotros.
Sino algo interno a nosotros.
No es la verdad impuesta.
Es la verdad aceptada y amada y querida.
Es una manera nueva de ver las cosas.
Unos ojos que no desnuda a la mujer que se nos cruza.
Sino que descubren:
la belleza de su dignidad.
la belleza de su corazón.
la belleza de sus sentimientos.
la belleza de su misión.
Jesús nos ve por fuera.
Pero nos quiere ver por dentro.
Quiere ver lo que pensamos y deseamos interiormente.
Porque esa es nuestra verdad.
Porque esa es nuestra esencia.
Las acciones externas son fruto de lo que cada uno lleva dentro.
Por eso, la conversión no comienza por fuera, por dejar de hacer esto o lo otro.
La conversión comienza:
Por un corazón nuevo.
Por unos sentimientos nuevos.
Por unos deseos nuevos.
Por unos pensamientos nuevos.
No miremos tanto lo que hacemos. Miremos lo que amamos.
No miremos tanto lo externo. Miremos lo que desea nuestro corazón.
Otros os dirán otras cosas. ¿Escuchamos las que nos dice Jesús?
No lo de antes, sino lo de ahora.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: adulterio, amor, fidelidad, matrimonio
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