"Nuestro Salvador, después de la resurrección, cuando ya había pasado lo viejo y todas las cosas habían sido renovadas, siendo él mismo el hombre nuevo y el primogénito de entre los muertos, renovados también los apóstoles por la fe en la resurrección, dijo: "Recibid el Espíritu Santo". Esto es lo que el mismo Señor y Salvador decía en el evangelio cuando negaba que se pudiera poner el vino nuevo en los odres viejos, sino que mandaba que se hicieran odres nuevos, es decir, que los hombres caminaran en la novedad de vida, para que recibieran el vino nuevo, es decir, la novedad de Cristo" (Orígenes, De principiis, I, 3, 7).
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