Jesús replicó: “Les aseguro que no fue Moisés quien lees dio el pan del cielo, sino que es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”. Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre ese pan”. Jesús les contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”. (Jn 6,30-35)
Es Dios quien les regala el pan en el desierto, pero lo hace a través de Moisés.
Ellos ven la mano de Moisés, pero no ven la mano de Dios.
Es la historia de Dios cada día con nosotros.
Nos regala el don de la vida y todos creemos que somos nosotros los que nos la damos.
Nos regala el sol de cada mañana y nosotros creemos que el sol nos viene del Oriente.
Nos regala el trigo de nuestros campos y nosotros creemos que es solo obra nuestra, de nuestra tierra y de nuestros abonos.
Nos regala el pan de cada día, y nosotros creemos que son los panaderos, por más que nos cobren.
Nos regala el agua que bebemos cada día, pero es la Empresa del agua la que nos pasa el recibo cada fin de mes.
Dios no suele hacer propaganda de lo que hace.
Dios no publica sus generosidades en los periódicos.
Dios no hace publicidad de su gratuidad.
Ni siquiera hace publicidad de su presencia en medio de nosotros.
Ni siquiera hace publicidad del pan que cada día nos regala en la Eucaristía.
Ni siquiera hace publicidad de que “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”.
Clemente Sobrado C. P.
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