“Jesús levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: “¿Dónde compraremos panas para dar de comer a toda esta gente?” Lo decía para ponerlo a prueba, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: “Doscientos denarios no bastan para que a cada uno le toque un pedazo de pan”. (Jn 6,1-15)
No basta saber que la gente tiene hambre.
Ni basta sentirse tocado por la necesidad y hambre de la gente.
Se necesita hacer algo. Me atrevo a iluminar esta escena con algo que escribí hace algunos años:
Cuenta De Mello una historieta de lo más bella y tierna.
Eran dos hermanos. Uno casado y otro soltero. Ambos trabajaban juntos las tierras heredadas de sus padres. Luego se repartían los frutos a partes iguales.
Un buen día, el hermano casado no podía dormir. No me parece justo, se decía. Yo estoy casado, tengo esposa, tengo hijos. Por tanto tengo seguridad para mi futuro. Mientras que mi hermano vive solo, sin nadie que pueda garantizarle apoyo en su vejez. Se levantó, cargó sobre sus hombros un saco de grano y lo vació en el granero del hermano. Y así hizo durante varias noches consecutivas.
Por su lado, el hermano soltero tampoco podía dormir con la conciencia tranquila. No me parece equitativo. Mi hermano está casado, tiene hijos que alimentar y educar y tiene esposa. Por el contrario yo estoy soltero y no tengo obligaciones con nadie. Se levantó de la cama, cargó un saco de grano y lo fue a vaciar en el granero del hermano casado.
Hasta que un día coincidieron juntos en el mismo granero, cada uno echando grano en el del otro. Pasado el tiempo, cuando ya murieron ambos hermanos, el pueblo se enteró de la generosidad de ambos y tomaron una decisión: ya que el granero había sido lugar de tanto amor y generosidad, ¿qué mejor sitio para construir un templo? Y donde antes había sido granero, ahora se levanta una bella Iglesia.
Una Iglesia construida no en terrenos disputados, ni comprados, ni vendidos. Una Iglesia construida sobre el terreno testigo fiel del amor de unos hermanos.
Hay muchas maneras de construir Iglesias. Exigiendo que las urbanizadoras dejen un terreno para el culto, o comprando el terreno a precios elevadísimos. Donde mejor se construye una Iglesia es donde hay amor.
Donde mejor se construye la Iglesia es donde dos hombres son capaces de encontrarse en el amor y la generosidad fraterna. Ese amor no solo vale para levantar las paredes del templo, sino que es semilla de una Iglesia viva.
En la antigüedad era muy común levantar lugares de culto precisamente allí donde había tenido lugar un martirio, algún acontecimiento especial de la historia de la salvación.
Todos construimos en la vida.
Construimos familia, construimos mundo y construimos la Iglesia. ¿Dónde edificamos realmente nosotros?
Si quieres construir sobre sólido es preciso que construyas sobre el amor, sobre el compartir lo nuestro. Compartir nuestros cinco panes.
- Estamos llamados a construir el mundo. Hay infinidad de constructores de la sociedad.
- unos quieren construir el mundo en base al odio de clases, odios sociales, raciales,
- otros quieren construir el mundo en base a ideologías de terror y de muerte,
- aquellos quieren construir el mundo en base a los egoísmos de producir más, vender más, comprar más, ganar más,
- éstos quieren construir el mundo en base a una vida de libertad donde todo sea lícito y válido y donde los valores esenciales de la persona humana no cuenten.
Una sociedad construida así, carece de consistencia. Lleva dentro de ella misma el germen de su propia corrupción.
El mundo solo lo podemos construir debidamente en el amor, en la fraternidad, en el compartir, en la solidaridad, en la justicia y en la verdad.
La vida se construye firme y sólida cuando se construye sobre la preocupación de los unos por los otros. Cuando nos duele el hambre de los demás. La preocupación por la seguridad de los demás.
El mundo se construye bien, firme y seguro, cuando se edifica sobre el lugar donde los hombres preocupados por los demás, nos encontramos, sin saberlo, con nuestras espaldas cargadas con nuestro trigo dispuestos a vaciarlo en el granero del hermano.
Clemente Sobrado C. P.
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