Queridos lectores, ¡estoy en el Pirineo! Escribo este post tras siete horas de caminata por los bosques. Bosques densos, húmedos, rebosantes de vida. Después esas montañas catedralicias, casi irreales. Ordesa es, sin duda, uno de los lugares más bellos del mundo.
En la foto me veis atravesando una cortada con una caída de cien metros. Me tuve que agarrar a la sirga clavada a la pared, porque si el pie se me iba, al caer abajo no hubiera quedado de mí ni el apellido.
Antes no me he equivocado, siete horas de excursión y una más de descanso para el almuerzo. Y al final os aseguro que no estaba ni siquiera un poco cansado. Porque yo mientras vaya andando por llano soy como el conejito de Duracell. Pero eso sí, hemos tenido una hora de subida que sí que ha sido horrible para mi corazón.
Por la noche, hemos comido chuletón de buey. Ahora me voy a la cama.
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